El modelo auton¨®mico espa?ol
Me refiero a una reciente tribuna publicada [el 17 de mayo] por los profesores Monasterio y Zubiri. Vaya por delante mi reconocimiento a sus trabajos sobre financiaci¨®n auton¨®mica, parte de las cuales utilic¨¦ en otra tribuna m¨ªa anterior (27 de abril de 1996), pues me han parecido excelentes. Tengo que rechazar, sin embargo, las descalificaciones que realizan en la misma que titulan Sabemos de qu¨¦ estamos hablando. Efectivamente, algunos s¨ª lo sabemos. Estamos hablando de que el modelo auton¨®mico espa?ol es un modelo de Estado m¨¢s caro y m¨¢s injusto que cualquier otro modelo descentralizado que podamos tornar como referencia (Estados Unidos, Alemania o Suiza). Estamos hablando de que el gasto extra generado por el sistema auton¨®mico equivale a nuestro d¨¦ficit p¨²blico, y, en consecuencia, si este gasto extra no se reduce, o no cumpliremos a tiempo los criterios que exige la Uni¨®n Monetaria o deber¨¢n recortarse de inmediato los gastos del Estado de bienestar. Estamos hablando de que en un momento clave de nuestra historia, en el que se concretan aspectos esenciales del modelo futuro de Estado, el 92% de los espa?oles que hemos votado a partidos "no nacionalistas" no pintamos absolutamente nada, pues son las minor¨ªas nacionalistas las que tienen el poder efectivo, y para que una minor¨ªa (nacionalista o no) imponga sus criterios a la mayor¨ªa, Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior no se ha hecho la transici¨®n, ni se han vertido sangre, sudor y l¨¢grimas en d¨¦cadas de lucha por la democracia. De eso estamos hablando.Los profesores Monasterio y Zubiri dicen que he cuantificado "a ojo" el gasto extra del sistema auton¨®mico. Veamos; en 1980 el total de empleo en las administraciones p¨²blicas ascend¨ªa a 1.200.000 personas, en 1995 esta cifra era de 1.800.000, de las cuales 520.000 correspond¨ªan a las comunidades aut¨®nomas. En las econom¨ªas de nuestro entorno, el empleo p¨²blico s¨®lo ha crecido moderadamente, y en Espa?a ha crecido un 50%. Puede demostrarse f¨¢cilmente que la diferencia es, en su mayor parte, debida a la duplicaci¨®n de funciones y la burocracia a?adida que ha supuesto el modelo auton¨®mico, y que cuantifico en funci¨®n de la diferencia porcentual respecto al entorno. A esto hay que sumar el coste de 17 gobiernos adicionales (gobierno, parlamentos, alquileres, compras, gastos de representaci¨®n, etc¨¦tera, excluyendo funcionariado), las "irrelevantes" p¨¦rdidas de las televisiones auton¨®micas y las inversiones localistas de dudosa justificaci¨®n, cuyo montante supera los 300.000 millones de pesetas al a?o. En conjunto una cifra de gasto extra del sistema auton¨®mico cercana a los dos billones de pesetas al a?o. En cuanto a la equidad, la cuesti¨®n es m¨¢s grave a¨²n, y me remito literalmente a lo que afirman los profesores Monasterio y Zubiri: "Puede ser leg¨ªtimo que alguien desee que todos los espa?oles tengan el mismo nivel de prestaci¨®n de servicios (sic), pero entonces su preferencia es tener un Estado centralista y su incomodidad es con la Constituci¨®n de l978". As¨ª, el actual modelo auton¨®mico garantizar¨ªa la igualdad s¨®lo en un "m¨ªnimo de salida". Despu¨¦s, las comunidades aut¨®nomas m¨¢s ricas tendr¨¢n m¨¢s y mejores servicios garantizados (mejores sanidad y ense?anza, mejores sueldos a sus funcionarios, m¨¢s infraestructuras, etc¨¦tera) y las m¨¢s pobres menos; y adem¨¢s las comunidades aut¨®nomas pobres deber¨¢n estar agradecidas, porque este m¨ªnimo s¨®lo lo consiguen despu¨¦s de que las ricas hayan ejercido su solidaridad interregional. Y para que no quede duda, los ricos dar¨¢n cuantificada su "solidaridad" a fin de que los pobres sepan "de qu¨¦ estamos hablando". Es decir, un mecanismo perfecto para desintegrar la cohesi¨®n social y la convivencia en cualquier pa¨ªs. ?Conocen esto los espa?oles? Me temo que no, y alguien deber¨ªa explic¨¢rselo con claridad.
Termino; consideran "falaz" mi contraposici¨®n o autonom¨ªas o Estado de bienestar: ?con qu¨¦ se puede comparar si no, cuando el Estado de bienestar constituye el grueso de nuestro gasto p¨²blico?; "los ciudadanos (afirman) pueden preferir gastarse su dinero, en ver partidos de f¨²tbol o pagar a sus parlamentarios en vez de en comprar dos aviones de combate m¨¢s"; cuando el Ej¨¦rcito o la Guardia Civil carecen ya de los medios materiales m¨ªnimos para realizar sus funiones, dudo que una mayor¨ªa de ciudadanos prefieran ver un partido de f¨²tbol, que, adem¨¢s, pueden ver gratis en un canal privado. Lo esencial es que hay muy poco donde recortar significativamente sin da?o grave para el funcionamiento del pa¨ªs, ni en Defensa, ni en infraestructuras, ni en los exiguos sueldos de los funcionarios de la Administraci¨®n central; s¨®lo queda el gasto extra de un sistema auton¨®mico disparatado, que corre el peligr0 de acentuar gravemente la desigualdad y romper nuestra cohesi¨®n social, algo contrario a la Constituci¨®n de 1978.-
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