El presidente de la televisi¨®n p¨²blica francesa dimite y reconoce errores
Las ganancias de los presentadores han acabado en esc¨¢ndalo
Jean-Pierre Elkabbach, presidente de France T¨¦l¨¦vision, grupo que re¨²ne dos canales de la televisi¨®n p¨²blica francesa, anunci¨® ayer su voluntad de dimitir del cargo, seis meses antes de que acabase su mandato. En una conferencia de prensa, Elkabbach admiti¨® haber cometido algunos errores, "sobre todo en relaci¨®n con los presentadores-productores", pero reivindic¨® su balance cultural y empresarial.
Su dimisi¨®n, dijo, ten¨ªa que servir para que cesasen los ataques que pon¨ªan en cuesti¨®n la continuidad de la TV p¨²blica.La realidad era menos desinteresada. Desde hace un mes Elkabbach luchaba por salvar su cabeza y mantenerse en el cargo. Hace apenas una semana, sacrific¨® a Patrick Clement, delegado general de la empresa y su hombre de confianza, as¨ª como al director de France 2, en un intento desesperado de ofrecer cabezas a cambio de guardar la suya. La oferta llegaba tarde y el comit¨¦ de empresa no se dio por satisfecho.
La ca¨ªda del presidente y director general de la televisi¨®n p¨²blica empez¨® a dibujarse cuando una comisi¨®n parlamentaria indag¨® sobre los contratos de prestaci¨®n de servicios firmados entre France T¨¦l¨¦vision y algunos presentadores estrella reconvertidos en productores. Esos profesionales de la televisi¨®n, en muchos casos s¨®lo c¨¦lebres porque salen en la peque?a pantalla pero sin m¨¦ritos profesionales anteriormente contra¨ªdos, lograban beneficios de m¨¢s de 1.000 millones de pesetas al a?o.
Beneficios del 50%
Emisiones sin especiales dificultades de producci¨®n, permit¨ªan m¨¢rgenes oficiales de un 30% de beneficio industrial que, en realidad, a veces superaba el 50%. Algunos productores-presentadores ten¨ªan cl¨¢usulas de exclusividad generosamente remuneradas aparte y France T¨¦l¨¦vision en ning¨²n caso ten¨ªa derecho a controlar los gastos reales de las empresas.Elkabbach, cuando se vio acosado por las revelaciones de la comisi¨®n de encuesta parlamentaria, opt¨® por una pol¨ªtica de defensa basada en un imprudente ataque a fondo. A trav¨¦s de los telediarios de la empresa que ¨¦l mismo presid¨ªa, dio a conocer a la opini¨®n p¨²blica que hab¨ªa pedido a la justicia que investigase los costes reales de los programas. De pronto, las cifras se dieron a conocer y las ganancias desmesuradas de gente que s¨®lo era famosa gracias a la propia televisi¨®n, se convirtieron en un esc¨¢ndalo. Los contratos los hab¨ªa firmado el propio Elkabbach, y, en varios casos, dejaban mucho que desear desde una ¨®ptica jur¨ªdica.
Algunos de los presentadores, como Nagui o Arthur, aceptaron una rebaja en sus contratos a cambio de contrapartidas. Lo malo es que esa operaci¨®n limpieza la quer¨ªa dirigir ¨¦l mismo y eso ya no fue del agrado de los sindicatos, que amenazaron con declarar una huelga. Y si en el plano social se le complicaron las cosas, en el judicial tampoco fueron mejores. Jean-Luc Delarue, el presentador-productor mimado, el preferido de Elkabbach, no se avino al mismo simulacro que sus colegas. Los tribunales le dieron la raz¨®n: France 2 no ten¨ªa ning¨²n derecho a opinar sobre los costes de las emisiones que compraba a precio de oro.
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