China y Greenpeace
GREENPEACE PERDI? ayer la pen¨²ltima batalla de una guerra que es probable que est¨¦ a punto de ganar. Patrulleras chinas impidieron que un buque de la organizaci¨®n internacional se aproximara a Shanghai, donde los ecologistas pensaban protestar por la continuidad de las pruebas nucleares chinas. No hubo, al parecer, excesiva violencia: la demostraci¨®n de fuerza china bast¨® para que el buque de Greenpeace diera media vuelta. Y es que las dos partes sab¨ªan que la hora de este tipo de enfrentamientos puede estar tocando a su fin.Tras la prueba realizada la pasada semana en la zona de Lop Nor, China ha anunciado que tiene previsto culminar su actual programa de ensayos este mismo verano, y que, a partir de septiembre, estar¨¢ lista para suscribir la moratoria que ya aplican las otras cuatro potencias nucleares oficiales: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido y Francia. La misma f¨®rmula que emple¨® Chirac con ocasi¨®n de la ¨²ltima y muy criticada serie de pruebas en el atol¨®n de Mururoa, y, en principio, no hay razones para dudar de que, como hicieron los franceses, los chinos cumplir¨¢n su palabra. Las negociaciones en curso en Ginebra para aprobar un tratado de prohibici¨®n de todo tipo de explosiones nucleares reciben as¨ª un decisivo impulso, que permite imaginar que la Asamblea de Naciones Unidas podr¨¢ proclamarlo solemnemente el pr¨®ximo oto?o.
La buena noticia que supone el cambio de postura de China se debe al hecho de haber conseguido -de Rusia- la tecnolog¨ªa necesaria para poder sirnular en ordenador sus futuros experimentos con este tipo de armas de destrucci¨®n masiva. Ahora la atenci¨®n se concentra en aquellos pa¨ªses, como Israel, Pakist¨¢n y la India, considerados miembros oficiosos del club nuclear.
La erradicaci¨®n de las explosiones nucleares parece un sue?o al alcance de la mano.
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