Ladr¨®n que roba a ladr¨®n
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar prometi¨® durante la campa?a electoral que su gobierno cortar¨ªa toda colaboraci¨®n con la dictadura cubana y, apenas asumido el poder, ha cumplido su palabra. Espa?a mantendr¨¢ el apoyo humanitario a la poblaci¨®n de la isla, a trav¨¦s de las ONG, pero pondr¨¢ fin al apoyo econ¨®mico, diplom¨¢tico y pol¨ªtico que ven¨ªa prestando a una de las ¨²ltimas tiran¨ªas totalitarias del planeta.Esta saludable medida introduce la coherencia y la decencia donde reinaban hasta ahora la duplicidad y la confusi¨®n. La pol¨ªtica hacia Cuba ser¨¢ siempre un bald¨®n en la historia del gobierno socialista de Felipe Gonz¨¢lez, que, en casi todos los otros aspectos de su conducta internacional, mostr¨® una sensatez y una vocaci¨®n democr¨¢tica que han sido provechosas para la imagen y los intereses de Espa?a en la escena internacional. El ingreso a la OTAN, la resuelta integraci¨®n en Europa, la solidaridad militante con las democracias de Occidente en todas las crisis de los ¨²ltimos a?os -como la guerra del Golfo, el conflicto palestino-israel¨ª o Bosnia- han ganado a Espa?a una presencia en los asuntos mundiales y un respeto que no tuvo antes y mucho menos, por supuesto, durante la dictadura de Franco.
?C¨®mo se explica que el mismo pa¨ªs que aparec¨ªa ante el mundo como un modelo de transici¨®n pac¨ªfica de la dictadura a la democracia, y de veloz aclimataci¨®n de sus instituciones, partidos pol¨ªticos y ciudadanos a la cultura de la libertad, practicara, en lo que concierne a Cuba, por obra de un gobierno socialista buen n¨²mero de cuyos dirigentes hab¨ªan padecido en carne propia las persecuciones, prisiones o censuras que conlleva un r¨¦gimen dictatorial, una pol¨ªtica tan abiertamente contradictoria? Esta pol¨ªtica consisti¨® en defender la democracia para Espa?a y el resto del mundo, con excepci¨®n de Cuba. En privilegiar al gobierno de Fidel Castro con una continua corriente de cr¨¦ditos, ayudas, pr¨¦stamos e inversiones destinada a apuntalar su desfalleciente econom¨ªa, y, de otra, en bloquear en todos los organismos internacionales o ante gobiernos amigos cualquier iniciativa eficaz contra la dictadura cubana o en defensa de sus v¨ªctimas. Este celestinazgo iba acompa?ado siempre, claro est¨¢, de fariseas declaraciones de los dignatarios del gobierno "a favor de la democratizaci¨®n de Cuba" y, a veces, de la exhibici¨®n triunfal de los pu?aditos de presos pol¨ªticos con que Fidel Castro suele gratificar a sus m¨¢s diligentes servidores.
La explicaci¨®n de esta esquizofrenia es todav¨ªa peor que el contubernio de un gobierno democr¨¢tico con una tiran¨ªa sin m¨¢scaras. El apoyo a Fidel Castro serv¨ªa para mantener la ficci¨®n ret¨®rica de "socialista" a un gobierno que -por fortuna para Espa?a, por lo dem¨¢s- hab¨ªa echado por la borda todos los principios b¨¢sicos del socialismo y optado, en vez de una econom¨ªa centralizada y de Estado, por una econom¨ªa abierta, por pol¨ªticas de mercado y de apoyo a la empresa privada, y, en una palabra, por el capitalismo en su versi¨®n social dem¨®crata, es decir mercantilista y antiliberal, pero capitalismo a fin de cuentas. A quienes le reprochaban su aburguesamiento o traici¨®n ideol¨®gica, el gobierno 'socialista' pod¨ªa mostrar su coartada: ?ten¨ªa acaso la Revoluci¨®n Cubana un amigo m¨¢s solidario y fraterno? As¨ª, la suerte de diez millones de cubanos esclavizados y hambreados desde hace 37 a?os era alegremente utilizada para que, bailando esa inconsecuente mojiganga con el compa?ero Fidel, el gobierno del PSOE camufLara su nueva identidad y aplacara a sus sectores radicales con una buena conciencia progresista, socialista y, por qu¨¦ no, incluso revolucionaria.
La nueva pol¨ªtica hacia Cuba anunciada por el gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar desagravia al pueblo cubano de esa c¨ªnica manipulaci¨®n y hace llegar un mensaje de esperanza y de aliento a quienes, detr¨¢s de las alambradas o en las mazmorras del Gulag tropical, o mordiendo en silencio su protesta y su miedo ante el terror represivo -la inmensa mayor¨ªa de los cubanos-, resisten, esperan su liberaci¨®n y se sintieron todos estos a?os apu?alados por la espalda desde Madrid.
Esta nueva pol¨ªtica tiene, como es sabido, un l¨ªmite: la llamada 'ley Helms-Burton', que el gobierno espa?ol desaprueba y rechaza, al igual que sus aliados de la Uni¨®n Europea, Canad¨¢ y los pa¨ªses latinoamericanos, que acaban de aprobar una resoluci¨®n en este sentido en la reciente reuni¨®n de la OEA (Organizaci¨®n de Estados Americanos) en Panam¨¢, con la sola abstenci¨®n de la Rep¨²blica Dominicana. Pese a tama?a oposici¨®n, y a que la administraci¨®n Clinton la aprob¨® a rega?adientes y s¨®lo porque Castro derrib¨® las dos avionetas civiles de Hermanos al Rescate, no es f¨¢cil que el Congreso revoque la controvertida ley luego de la campa?a electoral estadounidense en curso.
Si ella llega a aplicarse, ella puede asestar un golpe acaso mortal a la dictadura castrista y obligarla a abrir negociaciones con miras a una genuina democratizaci¨®n de la isla. Quienes alegan que las presiones econ¨®micas son inefectivas y s¨®lo servir¨¢n para endurecer el r¨¦gimen (?todav¨ªa m¨¢s?), olvidan que en dos casos muy recientes -los de ?frica del Sur y de Hait¨ª- aqu¨¦llas fueron determinantes en el ablandamiento de los dos reg¨ªmenes, oblig¨¢ndolos a ceder posiciones y, finalmente, autoinmolarse. En el caso de Cuba, esta pol¨ªtica no ha funcionado por una raz¨®n muy sencilla: porque nunca se aplic¨®. El cacareado embargo norteamericano contra la isla no ha tenido el menor efecto, porque s¨®lo lo realizaba Estados Unidos y lo saboteaba alegremente todo el resto de los pa¨ªses del mundo, subsidiando a Cuba como lo hac¨ªa la Uni¨®n Sovi¨¦tica o vendi¨¦ndole todo lo que pod¨ªa pagar, como Canad¨¢, Espa?a y M¨¦xico entre otros.
La 'ley Helms-Burton' pretende, en su superficie, poner fin a la moral de Iadr¨®n que roba a ladr¨®n tiene cien a?os de perd¨®n", penalizando a las empresas extranjeras que se lucran con los bienes o propiedades de ciudadanos norteamericanos expropiados por la Revoluci¨®n. Aqu¨¦llas podr¨¢n ser enjuiciadas ante tribunales de Estados Unidos por dichos tr¨¢ficos y sus directivos y familiares verse privados de visados a ese pa¨ªs. Pero, en verdad, su objetivo es impedir que el r¨¦gimen castrista sea salvado in extremis por el capitalismo, as¨ª como est¨¢ siendo salvado y tonificado por este sistema (con el entusiasta apoyo de Estados Unidos, por lo dem¨¢s) la dictadura comunista de China Popular. Por eso, quienes acusan al go
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bierno norteamericano de hipocres¨ªa y duplicidad en este asunto, tienen mucha raz¨®n. Pero de ello yo no concluyo, como estos objetores, que el capitalismo debe ayudar a sobrevivir a Fidel Castro, sino que un equivalente de la 'ley Helms-Burton' deber¨ªa ser impuesta tambi¨¦n a China y a todas las dictaduras o semidictaduras del mundo, sin una sola excepci¨®n.
El capitalismo es el sistema m¨¢s eficiente para la creaci¨®n de la riqueza y el gran instrumento de modernizaci¨®n de un pa¨ªs, y por eso los liberales lo defendemos sin el menor rubor. Eso s¨ª, nos apresuramos a precisar que el capitalismo es un sistema amoral y que por ello un r¨¦gimen de empresa privada y econom¨ªa de mercado no basta por s¨ª s¨®lo para impulsar el verdadero progreso, que es inseparable de la legalidad y de la libertad, es decir, de una eficiente democracia pol¨ªtica, de gobiernos representativos que obliguen a las empresas a actuar dentro de la ley, compitiendo entre s¨ª por los favores del consumidor.
En los pa¨ªses donde ello ocurre, como Estados Unidos, Inglaterra, Australia o Suiza, el capitalismo beneficia a las empresas m¨¢s eficientes, cuyos ¨¦xitos revierten sobre el conjunto de toda la sociedad, creando empleo, abriendo oportunidades y elevando los niveles de vida. En los pa¨ªses donde las democracias son defectuosas o una mera farsa, impera esa forma bastarda del capitalismo que es el mercantilismo, un sistema que premia no a las empresas que producen los mejores servicios o bienes, sino a las que tienen m¨¢s influencia o, mayor capacidad de corrupci¨®n con los gobiernos, cuyas prebendas o concesiones monop¨®licas otorgadas arbitrariamente son las que deciden el fracaso o el ¨¦xito de los negocios. El capitalismo se adapta maravillosamente a estas reglas de juego fijadas por el poder pol¨ªtico, y as¨ª ocurre que un banco o industria que, en Estados Unidos, act¨²a rigurosamente dentro de la ley, cuando opera en M¨¦xico paga mordidas y no vacila en -por ejemplo- contribuir generosamente a incrementar la fabulosa fortuna de la conocida familia Salinas de Gortari (que, hasta las ¨²ltimas noticias, sac¨® fraudulentamente del pa¨ªs, durante la presidencia del hermano Carlos, m¨¢s de trescientos millones de d¨®lares). Esa misma empresa, en Cuba (o Birmania, China, Vietnam y cong¨¦neres), no tiene el menor empacho en sacar provecho de las ventajas comparativas que el lugar ofrece: trabajo esclavo, mano de obra infantil, prohibici¨®n de sindicatos, salarios de hambre a los trabajadores y jugosas primas y comisiones a la burocracia estatal.
Los gobiernos democr¨¢ticos que, como Canad¨¢ o Inglaterra (no incluyo entre ellos, desde luego, a la putrefacci¨®n pri¨ªsta) combaten a la 'ley Helms-Burton', alegan que las inversiones extranjeras terminar¨¢n por ablandar a la dictadura cubana, mostr¨¢ndole, de una manera pr¨¢ctica, las ventajas de la empresa privada en la creaci¨®n de la riqueza y, de rebote, la superioridad de la democracia, la que, poco a poco, ir¨ªa seduciendo al Jefe M¨¢ximo. No pongo en duda que haya en esos gobiernos algunos cacasenos angelicales que se crean semejante fantas¨ªa, aunque no haya un solo caso concreto que la respalde. Ella est¨¢ contradicha por todos los ejemplos de transici¨®n a un r¨¦gimen libre de las peores dictaduras contempor¨¢neas. Ni la Uni¨®n Sovi¨¦tica, ni las llamadas 'democracias populares', ni Filipinas, ni ?frica del Sur, ni el Chile de Pinochet, ni Hait¨ª, ni una sola de las dictaduras militares latinoamericanas, se desplomaron seg¨²n semejante esquema. Y, en todas ellas, las crisis econ¨®micas internas o externamente provocadas fueron un factor decisivo en su desintegraci¨®n. Por el contrario, las inversiones capitalistas han robustecido extraordinariamente a China Popular o, en el polo opuesto ideol¨®gico, a pa¨ªses como Indonesia o Birmania que, amparados en la cota de malla de sus ¨¦xitos econ¨®micos, subyugan ahora a sus pueblos priv¨¢ndolos de todos los derechos humanos b¨¢sicos sin que la comunidad internacional mueva un dedo para impedirlo. Esa ser¨¢ tambi¨¦n la condici¨®n del martirizado pueblo cubano si prevalece la tesis de quienes creen que la primera lealtad de los gobiernos democr¨¢ticos es con las empresas que van a hacer negocios al extranjero -como sea y donde sea- y no con los millones de seres humanos que, all¨¢, pagan en sangre, sudor y l¨¢grimas -?por cu¨¢ntos a?os m¨¢s?- ese pragmatismo c¨ªnico.
Copyright Mar¨ªo Vargas Llosa, 1996.
Copyright Derechos mundiales de prensa en todas las lengua! reservados a Diario El Pa¨ªs, SA, 1996.
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