'El libro vivo'
Seg¨²n Al-Sari Al-Siqti, el amor s¨®lo logra la perfecci¨®n cuando el amante le dice al amado: "?Oh yo!". Y decirle al otro lo impropio, reconocerse confundido y hasta dejar de ser por lo visto, fue alg¨²n d¨ªa milagro natural salido de los libros, de esos libros que luego se empe?aron en construirnos un sentido: retazos de realidad, calorcillo de advertimiento, teor¨ªas comparables, delirios ejemplares y ve4untad de estilo. Sin embargo, sigue suelto por ah¨ª un libro d¨¦ los de antes que, dado que se niega a construir nuevas trarmpas en tal sentido, ni se deja comprar ni se da a ver. Dicen que suele aparecerse al principio de cada nuevo, siglo (est¨¢ en puertas) y que, en cuanto es le¨ªdo por el solo lector al que va destinado, vuelve a esconderse y a dejamos con esa razonable sensaci¨®n de que, en verdad, nunca tuvo real existir.?Estamos seguros? Aunque no se encuentre en las librer¨ªas ni tampoco en las bibliotecas, sabemos que un viajero de la ant¨ªg¨¹edad dio con ¨¦l, pues, antes de ser v¨ªctima de una enfermedad misteriosa, dej¨® escrita una ep¨ªstola titulada Palabras elementales en respuesta a aquellos que ponen en duda la existencia del manuscrito. Muerto el viajero, es cierto, tanto. la ep¨ªstola como el manuscrito se volatilizaron. Pero a¨²n sabemos que aquel libro ten¨ªa 49 p¨¢ginas In octavo, cada una de las, cuales conten¨ªa siete l¨ªneas de siete palabras. En buena l¨®gica, algunos lo han llamado El libro de los siete, si bien es conocido, as¨ªmismo, como El libro del tiempo, El libro de la eternidad o El libro vivo.
En cualquier caso, el t¨ªtulo que figura en la cubierta siempre est¨¢ muy borroso y no revela nada sobre el contenido del libro, a menudo evocado como muy pr¨®ximo a Las mil y una noches. La p¨¢gina de guarda, sin par, lleva id¨¦ntico t¨ªtulo, dibujado en caligrafia thuluth, en forma de pir¨¢mide invertida. Debajo de ese t¨ªtulo, hay una frase de rasgos temblorosos, a buen seguro escrita a toda prisa, con pluma fina y tinta roja: "Este libro maldito me ha matado". Otros comentarios, ya p¨¢lidos, dejan adivinar un desconsuelo parecido en diferentes lectores. Una vez abierto el libro, lo que aparece no es distinto de lo que ocurre en muchos-cuentos, pues la que habla es una princesa que se ha olvidado de su propio nombre. Ahora bien, el lector que prosigue la lectura se ve, de pronto, envuelto en las perturbadoras preguntas que le hace la princesa confiada. Y se ve respondiendo que s¨ª, que no faltaba m¨¢s, que eso est¨¢ hecho.
No, no lo est¨¢ todav¨ªa, hasta que, al fin, el lector se estremece cuando observa que, entre las l¨ªneas del manuscrito, empieza a brotar un agua tibia, que ¨¦l limpia con presteza para evitar que las palabras se emborronen. Entonces la princesa contin¨²a: "Has enjugado con tu suave mano el raudal de mis l¨¢grimas. ?Qu¨¦ atento eres! ?Todav¨ªa dudas de que mis palabras se dirigen tan s¨®lo a ti? Que sepas, amor m¨ªo, que ahora este manuscrito es lo que es: t¨² y yo solos".
Y descubre el lector, asustado, que su nombre, con todos los apellidos, ya estaba escrito all¨ª. El escritor egipcio Khayri Abdeljaouad, autor de la novela El amante y el amado
(Ediciones Sharqiy¨¢t, El Cairo, 1995), no ha esperado al comienzo de un nuevo siglo para, adentrarse en la lectura arriesgada de tan singular libro, donde acaba de versu nombre escrito y de escuchar la voz, la voz de la princesa de todas las princesas que se olvidan de su propio nombre para poder decir: "Cada uno de nosotros, a partir de ahora, ser¨¢ el amante y el amado, t¨² me dir¨¢s y yo te dir¨¦: '?Oh yo"
Disponte, pues, a conocer la verdadera historia de todas las
cosas". Al decir de Khayri Abdeljaouad, esa historia sola mente se acaba para recomenzar en otro lugar, en un lugar que nada m¨¢s conoce la princesa del cuento. De ah¨ª que ¨¦sta siempre empiece la historia de la historia as¨ª: "?rase. una vez y no ¨¦rase una vez". Para que ya, a rengl¨®n seguido, sepa el lector que no es lector, sino el, coraz¨®n vivo de ese relato en marcha, de ese libro eternamente dispuesto a desaparecer.
Khayri Abdeljaouad acaba de perder El libro vivo. Cuando alguien vuelva a encontarrlo, que sepa que esta historia fue y no fue alguna vez.
Babelia
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