La huida comenz¨® a prepararse hace m¨¢s de un a?o
Mar¨ªa Ufkir ven¨ªa preparando su huida desde hace m¨¢s de un a?o, y se lo hab¨ªa dicho a conocidos y amigos. A?os atr¨¢s, una de sus hermanas hab¨ªa intentado realizar el mismo trayecto, aunque sin ¨¦xito, ya que fue detenida.Para Mar¨ªa Ufkir y los dem¨¢s miembros de su familia, salir de Marruecos se convirti¨® en una obsesi¨®n. As¨ª se desprende de las declaraciones efectuadas en marzo de 1991, cuando todos los Ufkir fueron oficialmente liberados y se les dio permiso para instalarse en Rabat, pero se les deneg¨® el permiso para conseguir un pasaporte y marcharse a Canad¨¢.
Por aquella ¨¦poca, los Ufkir viv¨ªan sus primeros d¨ªas en libertad en el domicilio de un hermano de la viuda, en un lujoso chal¨¦ del barrio residencial del Suissi. Al principio fue dif¨ªcil, ya que las autoridades parec¨ªan no tener instrucciones claras, y sometieron a la familia a un asedio o arresto domiciliario, similar al vivido los dos a?os anteriores en Marraquech. Estaban vigilados por las fuerzas de seguridad, que controlaban sus movimientos por la ciudad.
En estos ¨²ltimos cuatro a?os, la situaci¨®n de la familia Ufkir, sin embargo, hab¨ªa ido mejorando considerablemente, hasta alcanzar una cierta libertad de movimientos. El pistoletazo de salida hacia una vida normal lo dio un equipo de la televisi¨®n francesa que, "inexplicablemente", logr¨® "robar unas im¨¢genes" de una de las familias m¨¢s odiadas del r¨¦gimen marroqu¨ª en su domicilio, entonces, del barrio de Mabela.
Vida casi normal
Semanas m¨¢s tarde de que se difundieran por todo el mundo aquellas primeras im¨¢genes de la familia Ufkir, ¨¦stos se mudaron a un nuevo domicilio, en un barrio m¨¢s anodino, pero m¨¢s residencial, el de Agdal, a las espaldas del palacio real de Rabat, donde se encuentran las escuelas, los institutos, los liceos y la vida universitaria. La vida de los Ufkir -la viuda (F¨¢tima), seis hijos y la fiel pariente de Ufkir Achura Chena- empez¨® a confundirse con la vida mon¨®tona y aburrida de los rabat¨ªes. Los encierros voluntarios se alternaban ya con salidas. A veces, se pod¨ªa ver a los Ufkir, en solitario o con amigos, en actos sociales, casi como otros ciudadanos.
Durante estos a?os la vida de los Ufkir ha tenido una frontera: la de Marruecos. M¨¢s all¨¢ estaba prohibido pasar. Mar¨ªa se quejaba de esta falta de libertad total. As¨ª lo hizo la ¨²ltima vez que la vi en Rabat, hace unos dos meses. Por eso el pasado jueves a nadie le extra?¨® ese rumor que anunciaba la huida de una de las hijas de Ufkir, y que incluso se la situara en una habitaci¨®n de un lujoso hotel de una ciudad andaluza.
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