Un cambio deseable
Que las prestaciones actuales del sistema de Seguridad Social no son financiables a medio plazo es una opini¨®n compartida no s¨®lo por la pr¨¢ctica totalidad de los especialistas en la materia, sino tambi¨¦n por sectores cada vez m¨¢s amplios de la opini¨®n p¨²blica. El envejecimiento de la poblaci¨®n y la ca¨ªda de la productividad generan un aumento del gasto en pensiones y una reducci¨®n de los ingresos que hacen insostenibles las prestaciones sociales en sus niveles presente. Ante este hecho s¨®lo caben dos tipos de medidas alternativas capaces de garantizar el cobro futuro de alg¨²n tipo de pensi¨®n por parte de los trabajado res. Un primer tipo de medidas estar¨ªa encaminado a garantizar el equilibrio financiero del sistema p¨²blico de pensiones a trav¨¦s de un aumento de las cotizaciones, de una reducci¨®n de las prestaciones, o una combinaci¨®n de ambas cosas. Este tipo de medidas ha sido propuesto por el Pacto de Toledo, y consisten b¨¢sicamente en lograr el equilibrio de la Seguridad Social mediante reducciones reales de las pensiones futuras que oscilan entre el 20 y el 30%. Alternativamente, una reforma m¨¢s profunda consistir¨ªa en una sustituci¨®n progresiva del sistema actual. de reparto, en el que las pensiones son financiadas por las cotizaciones de los trabajadores activos, por un sistema de capitalizaci¨®n, en el que cada trabajador financia su pensi¨®n futura a trav¨¦s de los ahorros acumulados y capitalizados en planes de pensiones. El sistema ha sido implantado con notable ¨¦xito en Chile.Dadas estas dos alternativas para la continuidad del sistema de pensiones -Pacto de Toledo o capitalizaci¨®n- cabe preguntarse cu¨¢l de las dos es m¨¢s deseable para la sociedad espa?ola. En un trabajo conjunto con el profesor Joan Gil, de la Universidad de Barcelona, se analiza esta deseabilidad utilizando tres criterios. El primero, y quiz¨¢s m¨¢s evidente, es qu¨¦ sistema ofrece pensiones m¨¢s elevadas a los trabajadores. El segundo es cu¨¢l genera unos mayores niveles de riqueza y empleo en nuestra econom¨ªa. El tercero, qu¨¦ costes representa cada alternativa para el Estado. Los dos primeros criterios son claros sobre la conveniencia del sistema de capitalizaci¨®n. Por un lado, bajo este sistema, todos los trabajadores (no s¨®lo los m¨¢s ricos) obtienen pensiones entre dos y tres veces m¨¢s altas que bajo la reforma prevista del sistema p¨²blico actual. Esto es debido a que la rentabilidad neta de los activos de capital es de un 6-7% anual, mientras que la rentabilidad impl¨ªcita de las contribuciones al sistema p¨²blico no llega al 1 %. Por otro lado, el cambio a un sistema de capitalizaci¨®n generar¨ªa unos mayores niveles de ahorro e inversi¨®n y de crecimiento econ¨®mico y de empleo. Bajo el cambio de sistema, nuestros niveles de renta ser¨ªan entre un 23,6 y un 31,5% m¨¢s altos en los pr¨®ximo 30 a?os, lo que implica que la econom¨ªa espa?ola ser¨ªa capaz de crear un promedio de 150.000 puestos de trabajo adicionales a los previstos cada a?o en ese per¨ªodo. Es evidente que el sistema de capitalizaci¨®n genera unas ganancias netas substanciales a largo plazo tanto para los trabajadores como para la econom¨ªa y la sociedad espa?ola. Sin embargo, el cambio de un sistema a otro no se produce sin ning¨²n tipo de inconvenientes. El m¨¢s importante se deriva del coste que para las arcas p¨²blicas tendr¨ªan dicha transici¨®n. Dado que el cambio en el sistema de pensiones no debe perjudicar los derechos de los pensionistas actuales -lo cual ser¨ªa tanto ¨¦tica como pol¨ªticamente inaceptable- una transici¨®n progresiva como la prevista, en la que los trabajadores que ahora cuentan con menos de 40 a?os pasan al sistema de capitalizaci¨®n mientras que los mayores de esa edad permanecen en el p¨²blico, supondr¨ªa unos costes para el Estado algo superiores al 4% del PIB. Por tanto, el cambio del sistema, de pensiones requerir¨ªa un ajuste fiscal equivalente a esa cantidad. ?Es posible este ajuste? La experiencia reciente de numerosos pa¨ªses de nuestro entorno demuestra que s¨ª. Este ajuste resultar¨ªa mucho m¨¢s efectivo y f¨¢cil de sostener en el largo plazo si se lleva a cabo fundamentalmente a trav¨¦s de reducciones del gasto p¨²blico, en lugar de aumentos de impuestos.
Por tanto, el cambio del sistema actual de pensiones no s¨®lo es factible desde el punto de vista presupuestario, sino que es evidentemente deseable dados sus efectos tanto sobre las pensiones como sobre nuestros niveles de riqueza y empleo. Una ¨²ltima e importante cuesti¨®n es la factibilidad pol¨ªtica de dicho cambio. A pesar de sus efectos netamente positivos, es previsible que el cambio a un sistema de capitalizaci¨®n se enfrente a la oposici¨®n de ciertos agentes y grupos sociales afectados por la inercia y el inmovilismo. Esta oposici¨®n podr¨ªa ser contrarrestada a trav¨¦s de una adecuada informaci¨®n a los ciudadanos de los beneficios netos que acarrear¨ªa el paso al nuevo sistema de pensiones. Es, por tanto, del inter¨¦s de Espa?a y de los trabajadores espa?oles que el Gobierno explique claramente los costes de mantener el sistema p¨²blico actual, los beneficios y sacrificios que implicar¨ªa un cambio a un sistema de capitalizaci¨®n, y la conveniencia ¨²ltima de iniciar esta transici¨®n en el per¨ªodo m¨¢s corto posible.Jos¨¦ M. Bail¨¦n es miembro del departamento de Econom¨ªa de la Universidad de Chicago.
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