IU, diez a?os despu¨¦s
El azar tuvo su parte en el curso de los acontecimientos. Sin la campa?a del refer¨¦ndum sobre la OTAN no hubiera sido f¨¢cil para el PCE de Gerardo Iglesias sacar adelante el proyecto de una concentraci¨®n de izquierdas que remediase en lo posible el enorme destrozo causado por la crisis de 1981-82. Es cierto que esa idea fue muy pronto asumida por el sucesor de Carrillo y para hacerla realidad se celebraron algunas reuniones en un chal¨¦ de la sierra, en las que a¨²n participaron personajes corno Jos¨¦ Mar¨ªa Mohedano y Jordi Sol¨¦ Tura, y tambi¨¦n entre otros Diego L¨®pez Garrido. Nicolas Sartorius pensaba ya que el papel hist¨®rico del Partido Comunista consist¨ªa ¨²nicamente en servir de plataforma a una nueva izquierda. Pero el proyecto se desplom¨® ante la ofensiva de Santiago Carrillo y la situaci¨®n subsiguiente de un PCE dividido en tres. Todo parec¨ªa acabado.Fueron las movilizaciones de 1986 en torno a la OTAN, con -el relativo ¨¦xito de la Plataforma C¨ªvica impulsada desde el PCE y el regreso al activismo pol¨ªtico de muchos desencantados del 82, las que crearon el ambiente del que surgi¨® casi espont¨¢neamente la convergencia. Claro que las cosas resultaron bastante atropelladas. De la campa?a proced¨ªan unos compa?eros de viaje bastante extra?os y poco aprovechables: los carlistas, los "humanistas", un grupo de republicanos, el partido unipersonal de Ram¨®n Tamames, independientes poco representativos. El resultado fue que en las elecciones, el reci¨¦n nacido grupo de Izquierda Unida mejor¨® muy poco los resultados del PCE. Y que con tanta sopa de letras no hubo tiempo para aclararse si aquello iba a ser el escenario cl¨¢sico de un pec¨¦ rodeado de micropartidos -incluido uno socialista que nunca llegar¨ªa a adquirir personalidad propia-, o el esbozo de un movimiento pol¨ªtico m¨¢s amplio en el cual los fundadores aportaran sus fuerzas para un relanzamiento de la izquierda.
Los diez a?os de historia de Izquierda Unida han inclinado claramente la balanza hacia la primera opci¨®n. No s¨®lo en el plano org¨¢nico sino en el ideol¨®gico. Casi hoy lo peor no es que el PCE controle y se beneficie de IU, o que haya preferido integrarse en la categor¨ªa de superviviente al desastre comunista de 1989-91. Lo terrible es que Julio Anguita y sus segundos han renunciado a la exigencia que se derivaba de su supuesta condici¨®n de seguidores de Marx, de escapar al "clase contra clase" al afrontar el capitalismo de fin de siglo. Tampoco han debido enterarse de la catarata de informaciones producida en estos ¨²ltimos a?os sobre el funcionamiento de los llamados "sistemas socialistas" y se mantienen tan felices, cantando las excelencias de Lenin, "gran revolucionario", y proclamando, Anguita dixit en la estela de Lenin, que "la revoluci¨®n es posible". Vietnam y Cuba siguen siendo entra?ables modelos y aun les cr¨ªmenes contra la humanidad en China son parangonables al problema del empleo en Occidente.
Es obvio que nada tiene que hacer Izquierda Unida si su estrategia pol¨ªtica es trazada por quienes as¨ª piensan y con tanta energ¨ªa defienden su peque?o reducto del malestar. Este es el problema para el PDNI, el partido de los renovadores, que inicia ahora su singladura al comprobar que el status de coalici¨®n en torno al PCE resulta inamovible. Tampoco les favorece para su perspectiva de unidad de acci¨®n un PSOE empe?ado en rehacerse una imagen dorada y en promocionar ante la opini¨®n a sus dirigentes m¨¢s alcanzados por la corrupci¨®n y el terrorismo de Estado. As¨ª, entre Scila y Caribdis, la ¨²nica salida hubiera consistido en disparar por elevaci¨®n promoviendo planteamientos generales atractivos y buscando la movilizaci¨®n de la izquierda silenciosa, si es que existe. La acci¨®n desde el v¨¦rtice, el cuidadoso control del proceso constituyente y, en definitiva, el reclutamiento elitista pueden llevar s¨®lo a la reproducci¨®n de fracasos anteriores.
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