Z¨¹lle gana la pr¨®logo televisiva
Indur¨¢in termin¨® por detr¨¢s de todos los aspirantes, a excepci¨®n de Jalabert
La televisi¨®n ha conseguido por fin secuestrar la pr¨®logo y nada hay que objetar. Ni es una etapa decisiva, ni tiene un valor espec¨ªfico. Era y es una ceremonia, un desfile de estrellas, una puesta en escena muy civilizada. Llevaba. el Tour alg¨²n tiempo intentando buscarle un formato televisivo y ya lo ha conseguido. Adem¨¢s de trasladar el evento a un horario pr¨®ximo al prime time, necesitaba un escenario que congeniara con un gran espect¨¢culo. La organizaci¨®n holandesa ha dado con la soluci¨®n y ayer se vivi¨® un brillante arranque del Tour, no exento de cierto tono revisteril con parte del p¨²blico presenciando la salida mientras daba cuenta de un entrecote a la luz de una vela. Todo fue luminot¨¦cnico, colorista y espectacular. No hubo el drama de hace un a?o, pero s¨ª la emoci¨®n necesaria para ver a las estrellas peleando por un pu?ado de segundos. La victoria sonri¨® a Z¨¹lle, que vuelve a tocar el amarillo por segunda vez en su carrera. Indur¨¢in se lo cedi¨® sin complejos: hizo una pr¨®logo digamos que relajada. La jornada fue un ¨¦xito porque los apellidos en, boca de los aficionados quedaron colocados entre los diez primeros de la general. Realmente, no lo se pod¨ªa pedir m¨¢s.A primera vista, la pr¨®logo excita la tentaci¨®n por echar cuentas. Mal negocio suele ser, porque la experiencia dicta que se extraen conclusiones equivocadas. En diez kil¨®metros no hay posibilidad de medir nada. Casi no hay sufrimiento en este sprint largo, s¨®lo explosi¨®n, puede que ambici¨®n y, naturalmente, riesgo. El resultado final sonri¨® a las nuevas generaciones, desde Z¨¹lle, que acaba de ingresar en la madurez (cumple los 28 a?os el 5 de julio) hasta Abraham Olano, que sube pelda?os d¨ªa tras d¨ªa. Les acompa?¨® Boardman, el verdadero superespecialista, ayer un tanto precavido ante el suelo mojado y la memoria todav¨ªa viva del trastazo que se peg¨® el pasado a?o. Y no falt¨® a la cita Berzin, perfectamente capacitado para este tipo de pruebas. No hay duda de que la general permite una lectura generacional. Bien est¨¢, pero sin excesos.
Miguel Indur¨¢in se limit¨® a cumplir con el protocolo. Ya no es un hombre que dispute la pr¨®logo como si le fuera algo en ello. El paso de los a?os le ha restado capacidad explosiva para las distancias cortas y la experiencia le ha demostrado la vacuidad de los segundos que se pierden en esta jornada. No tiene tampoco un excesivo inter¨¦s por alcanzar el amarillo fuera de lo que es su calendario habitual. Evita riesgos y agradece que el liderato quede en buenas manos, si lo toma alguien dispuesto a mantener el orden en el pelot¨®n. Y en manos de la ONCE est¨¢.
La ONCE vivi¨® una jornada festiva, digna de su dedicaci¨®n a este tipo de pruebas. Primero experiment¨® la buena actuaci¨®n de Melcior Mauri, a quien se le adjudic¨® una salida tempranera por si el capricho del tiempo (viento variable y lluvia intermitente) decid¨ªa hacer una jugarreta como la del a?o pasado, cuando los modestos disputaron la etapa con calma y a los jefes de fila les prepar¨® una encerrona en forma de borrasca. La estratagema sali¨® bien porque Mauri disfrut¨® de un largo liderato. Luego, para remate, Jalabert, que est¨¢ lejos de ser un especialista, hizo una buena carrera. Finalmente, Z¨¹lle consigui¨® lo que llevaba a?os persiguiendo.
El liderato de Mauri fue a Olano, de Olano a Boardman y de Boardman a Z¨¹lle. Los aspirantes' llegaron con prisas ara?ando segundos y la televisi¨®n pudo cerrar la fiesta con limpieza aprovechando un final no exento de cl¨ªmax. Indur¨¢in apareci¨® de amarillo majestuoso tras la pen¨²ltima curva, pero sin amenazar a nadie. Era una forma de crear suspense, dado que es el protagonista. Como los culebrones. Continuar¨¢.
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