El hombre que lee a Baudelaire a los franceses
Las curiosas t¨¢cticas de Miguel Moreno, ausente este Tour, para motivar al Festina
Miguel Moreno no est¨¢ en este Tour. Puede que se haya corrido la voz. El director cordob¨¦s, veterano de mil batallas, ha hecho suya la cuesti¨®n de las relaciones diplom¨¢ticas, especialidad asuntos franco-espa?oles. Y lo hace con una curiosa medicina que saca todas las noches de un malet¨ªn negro."Cuando el asno iba a torcer por la esquina de una acera, un caballerete enguantado, acharolado, cruelmente encorbatado y aprisionado en un traje completamente nuevo, se inclin¨® ceremoniosamente ante el humilde animal y le dijo, quit¨¢ndose el sombrero: 'Le deseo pr¨®spero y feliz a?o'. Luego se volvi¨® con aire fatuo hacia no se qu¨¦ camaradas, como para rogarles que aprobaran su contento. El asno, sin reparar en el gracioso, continu¨® corriendo con celo hacia donde lo llamaba su deber. En cuanto a m¨ª, fui presa, s¨²bitamente, de una inconmesurable rabia contra aquel soberano imb¨¦cil, quien me pareci¨® concentrar en s¨ª todo el esp¨ªritu de Francia". Es un p¨¢rrafo sacado de El Splen de Par¨ªs. Su autor, el poeta maldito, Charles Baudelaire.
"Yo me pongo a leerlo", cuenta Moreno, "y cuando me acerco a los p¨¢rrafos finales, los franceses del equipo me saltan con que Baudelaire era un borracho y que no hay que hacerle ning¨²n caso. Pero yo les respondo que, borracho o no, es una de sus glorias nacionales y que algo sabr¨ªa de los franceses". La intenci¨®n de Moreno es, sin embargo, did¨¢ctica y obligada por su papel: segundo director del Festina, un equipo de capital espa?ol y nacionalidad francesa. "Mi intenci¨®n es decirles que ni son los mejores en todo ni los m¨¢s completos porque tienen tambi¨¦n unos compatriotas ilustres que piensan. lo contrario".
No deja de ser chocante para quien lo conozca que Moreno le d¨¦ a Baudelaire, pero su descubrimiento es fruto de una curiosidad literaria que poca gente le pod¨ªa suponer. "Yo compro libros donde puedo, y me encanta leerlos porque en las vueltas largas hay que desintoxicarse un poco de tanto pensar en ciclismo y en los problemas del equipo", dice mientras saca de su maleta libros de B¨¦cquer, Alfonsina Storni y Juan Ram¨®n. Jim¨¦nez. "A Baudelaire le descubr¨ª porque un d¨ªa cay¨® en mis manos Cartas a mi madre y me encontr¨¦ con un hombre con pensamientos extra?os, un hombre que escrib¨ªa cosas como 'me voy de Par¨ªs porque estoy harto de los parisinos', y se iba a B¨¦lgica y le pasaba lo mismo, acababa harto de los belgas".No hay, sin embargo, ning¨²n rastro de antifrancesismo en Moreno. Lo suyo es recuperar hombres. "Los ciclistas que vienen conmigo al lado espa?ol del equipo se cre¨ªan castigados, pensaban que eran los malos y que les mandaban al equipo de segunda"
"Me acuerdo del caso del franc¨¦s Robin. Le llevamos a la Vuelta a Chile y se puso enseguida enfermo. Estaba en su habitaci¨®n, en la cama, con la cara contra la pared, dando la espalda a todo. Lo que ten¨ªa era unos nervios tremendos, porque no quer¨ªa estar con nosotros, y se le hab¨ªan agarrado al est¨®mago. Entonces fue Palmero, el masajista, y le dio unas friegas y se puso bien. Y ahora no se quiere separar de nosotros. Hasta ha empezado a hablar espa?ol".No hay personaje m¨¢s contrario a la verbal gracia de Moreno que el otro director del Festina, el franco-cient¨ªfico Bruno Roussel, a quien Moreno llama cari?osamente Napole¨®n. "?l mete datos y yo trato a los hombres, les doy un trato de familia. 21 d¨ªas no se aguantan con el l¨¢tigo. Y no creo que yo est¨¦ pasado de moda. No necesit¨¦ un ordenador para dirigir a Agostinho, o para ganar la Mil¨¢n-San Remo con Kelly".
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