Piezas de primer orden
A partir del 9 de julio, el visitante de la exposici¨®n De Canaletto a Kandinsky. Obras maestras de la colecci¨®n Carmen Thyssen-Bornemisza, que, inaugurada el pasado 21 de marzo, permanecer¨¢ abierta en el Museo Thyssen-Bornernisza, de Madrid, hasta el 8 de septiembre, la ver¨¢ incrementada con ocho nuevos cuadros, adquiridos recientemente por la baronesa y que, desde luego, aumentan el ya muy significativo valor de la colecci¨®n (comentar¨¦ s¨®lo cinco de ellos porque los tres ¨²ltimos, comprados hace d¨ªas, no ha habido oportunidad de verlos). Los autores de tres de estos cuadros apenas si necesitan presentaci¨®n, pues se trata del veneciano Canaletto (1697-1768), el m¨¢s importante pintor de vedute del siglo XVIII; el franc¨¦s Claude Monet (1840-1926), la figura capital del impresionismo, y, en fin, el espa?ol Jos¨¦ Guti¨¦rrez Solana (1886-1945), una de nuestras broncas aportaciones exc¨¦ntricas al arte contempor¨¢neo sin pasar por la trivialidad de lo folcl¨®rico.Uno de los otros dos pintores, comparativamente menos populares, es, a mi modo de ver, un interesant¨ªsimo artista, que dista mucho de haber alcanzado su valoraci¨®n cr¨ªtica adecuada. Me refiero a Emile Bernard (1868-1941), el cual, por lo menos, s¨ª est¨¢ siempre citado en los manuales como uno de los protagonistas destacados de la Escuela de Pont-Aven, cuya estrella fue Paul Gauguin. El otro es Maximilien Luce (1858-1941), uno de los seguidores del estilo neoimpresionista.
De todas formas, sin restar importancia a la relevancia hist¨®rica de estos pintores, lo que aqu¨ª interesa son las obras que los representan. En este sentido, creo que todos los cuadros poseen una calidad notable, que, en alg¨²n caso, merece el calificativo de excepcional. El Canaletto, por ejemplo, representa una peculiar vista de los muelles del Brenta en Padua, tan poco habitual en el maestro que, durante un tiempo, se crey¨® de Bellotto.
Respecto del cuadro de Monet, El puente de Charing Cross a la altura del Parlamento, est¨¢ firmado y fechado en 1899, y es uno de los motivos recurrentes de su etapa final, cuando estaba obsesionado por los contraluces con niebla que le proporcionaron unos efectos sordos de una intensa belleza. Monet llevaba ya algunos a?os instalado en Giverny y, s¨®lo de vez en cuando, hac¨ªa viajes, como los de Londres entre 1899 y 1904. Se trata, adem¨¢s, de un cuadro que se expone por primera vez.
En lo que afecta a Bernard, pintor sensible y un muy fino te¨®rico y cr¨ªtico, ya se ha dicho que es una figura en proceso de positiva reivindicaci¨®n cr¨ªtica. El cuadro suyo, ahora adquirido, creo que avala lo que estamos sugiriendo: se trata de una pieza muy significativa desde el punto de vista hist¨®rico, ya que se pinta en 1887, en pleno desarrollo del n¨²cleo art¨ªstico de Breta?a, que no s¨®lo produjo la pintura llamada sintetista, sino que reelabor¨® ¨¦l sentido simbolista en arte. En cierta manera, este delicado cuadro, La rueca, es casi un bello manifiesto de las preocupaciones est¨¦ticas que acabamos de citar.
En cuanto al Solana, Las coristas, de 1927, representa uno de los asuntos caracter¨ªsticos del pintor espa?ol y est¨¢ pintado en uno de sus mejores momentos de madurez. Por ¨²ltimo, la F¨¢brica a la luz de la luna, de Luce, debe hacernos pensar en este mismo tema tratado por Regoyos.
En fin, nos hallamos ante cinco adquisiciones de primera magnitud, engarzadas en las l¨ªneas matriciales de la colecci¨®n de la baronesa, la cual est¨¢ dando pruebas de un apasionamiento por enriquecer su colecci¨®n no s¨®lo muy encomiable, sino tambi¨¦n la v¨ªa m¨¢s segura para que ¨¦sta se convierta en poco tiempo en un conjunto formidable. Prueba de ello es que, adem¨¢s de los cinco cuadros anunciados hace unas semanas, se incorporan a ¨²ltima hora Molino de agua en Gennep, de Van Gogh, Naturaleza muerta con papagayo, de Robert Delaunay, y El Sena en el puente de Sevres, de Stanislas Lepine.
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