Licor en el Gran Bazar y ley seca en Anatolia
Los islamistas son pragm¨¢ticos en las grandes ciudades desde 1994, pero van con mano dura en localidades menores
"El d¨ªa que gobiernen los islamistas en Turqu¨ªa, me vuelvo corriendo a Barcelona", dec¨ªa Montse, una joven profesora de espa?ol en Estambul, poco despu¨¦s de que el Partido del Bienestar se alzara con las principales alcald¨ªas turcas en las elecciones municipales de 1994. Pero ni ella ni su marido, un licenciado en Filolog¨ªa Espa?ola por la Universidad de Ankara, hicieron las maletas el lunes, cuando el Parlamento ratific¨® como primer ministro al islamista Necmettin Erbakan.Tras unos primeros meses pol¨¦micos en el poder municipal -intentaron acabar con las terrazas que serv¨ªan alcohol e incluso llegaron a hablar de derribar las murallas de la antigua Constantinopla-, los alcaldes islamistas de las grandes ciudades turcas se presentaron ante los ciudadanos como gestores pragm¨¢ticos que emprend¨ªan una cruzada contra la corrupci¨®n en los ayuntamientos. Su lema pol¨ªtico ha sido la eficacia: llevar el agua a las barriadas de chabolas, pavimentar hasta el ¨²ltimo rinc¨®n y distribuir ayuda (alimentos, asistencia sanitaria) entre los m¨¢s pobres. "Han copiado el modelo de justicia social de la izquierda turca de los a?os setenta, aunque tranform¨¢ndolo en caridad isl¨¢mica", explica un periodista.
Sin embargo, mientras el alcalde de Estambul, Tayyp Erdogan, se cuida de aparecer en p¨²blico como un mandatario moderno en la ciudad m¨¢s cosmopolita de Turqu¨ªa (12 millones de habitantes), el regidor de Ankara (con una poblaci¨®n de cuatro millones), Melih Gokcek, se ha ganado fama de intolerante en las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos, como cuando orden¨® retirar de las calles de la capital turca las estatuas de arte contempor¨¢neo que, seg¨²n dijo, s¨®lo serv¨ªan "para escupir en ellas". Ambos representan los dos sectores que se aglutinan en tomo al liderazgo de Erbakan. Una vieja guardia integrista que eleva al Cor¨¢n por encima de la Constituci¨®n y una nueva generaci¨®n de t¨¦cnicos formados en las universidades occidentales que aspira a ser un calco de la democracia cristiana en un sistema musulm¨¢n. Unos miran hacia la teocracia iran¨ª, los otros admiran la eficiencia democr¨¢tica de Alemania o Suiza.
Pero si se observa el mapa electoral de Turqu¨ªa, la mancha verde (el color del islam) se intensifica hacia el centro y el este de Anatolia. En ciudades del interior como Konia o Sivas, el Partido del Bienestar acapara m¨¢s del 50% de los votos, m¨¢s del doble de los que recibe en Ankara o Estambul. El Ayuntamiento de Konia, feudo de Erbakan desde 1969, cuando result¨® elegido diputado por primera vez, ha llegado incluso a experimentar con la separaci¨®n de sexos en el transporte p¨²blico. "Hay muchas mujeres que siguen la doctrina del Cor¨¢n que nos dijeron que prefer¨ªan no viajar con hombres en los mismos autobuses". As¨ª explicaba el a?o pasado la decisi¨®n municipal un alto cargo del Refah en el Parlamento de Ankara. Tras las elecciones generales celebradas la ¨²ltima Nochebuena, ninguna mujer se sienta tampoco hoy en el grupo parlamentario de su partido.
En Sivas, tambi¨¦n un basti¨®n islamista en el centro de Anatolia, la intolerancia de militantes extremistas isl¨¢micos provoc¨® una tragedia el 2 de julio de 1993. Al menos 37 personas murieron en el incendio intencionado de un hotel en el que se hab¨ªan dado cita intelectuales y artistas turcos para celebrar una fiesta en memoria de un poeta de la secta musulmana de los alevis, enfrentada hist¨®ricamente con la mayor¨ªa sun¨ª, hegem¨®nica en Turqu¨ªa. Entre los reunidos se encontraba el traductor al turco de Los versos sat¨¢nicos, de Salman Rushdie, una obra considerada sacr¨ªlega por los islamistas.
Ning¨²n bando obliga por ahora a las mujeres turcas a circular con la cabeza cubierta con un pa?uelo por la v¨ªa p¨²blica, pero la sociedad laica de Turqu¨ªa se inquieta cada Nochevieja al comprobar que los alcaldes islamistas prohiben que se celebre en la calle la llegada del nuevo a?o -una tradici¨®n occidental- bajo el pretexto de evitar des¨®rdenes.
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