Micr¨®fonos para o¨ªr a vida submarina
Los cient¨ªficos utilizan para fines civiles una red militar de EE UU
Una red global de micr¨®fonos submarinos, montada por el Gobierno estadounidense para espiar los barcos y submarinos enemigos, con un coste de 16.000 millones de d¨®lares (unos dos billones de pesetas), est¨¢ empezando a escuchar las canciones de las ballenas, los movimientos del fondo del mar, las erupciones volc¨¢nicas e incluso las explosiones nucleares.Las orejas subacu¨¢ticas pueden registrar sonidos que reverberan en el agua del mar a distancias de cientos e incluso miles de kil¨®metros. Su sensibilidad es tal que se ha logrado seguir con esta red de micr¨®fonos los desplazamientos de una ballena azul durante semanas.
La red oculta de micr¨®fonos, llamada Sosus (Sound Surveillance System), se ha venido utilizando cada vez menos por la Armada estadounidense desde el final de la guerra fr¨ªa. A pricipios de los noventa se empez¨® a permitir a algunos cient¨ªficos usar algunos equipos para investigaciones oceanogr¨¢ficas. El acceso para los civiles ha ido aumentando y los expertos afirman que esto promete nuevos conocimientos de las profundidades marinas, as¨ª como nuevas formas ayuda a la, protecci¨®n ambiental de los oc¨¦anos.
Tecnolog¨ªa punta
"Es un avance clave en la aplicaci¨®n de tecnolog¨ªa de vanguardia desarrollada por los militares para solucionar problemas cotidianos de recursos", afirma Amos S. Ello, director de la National Fish and Wildlife Foundation, una instituci¨®n privada que ha presionado mucho para la apertura de la red a usos civiles.Escuchar en el mar con los micr¨®fonos "es como apuntar el telescopio espacial Hubble a las estrellas", dice Chris Miller, director del sistema de California. "El sonido en el oc¨¦ano es el equivalente a la luz en el espacio, que se transmite a miles de kil¨®metros". Pero un telescopio en las aguas californianas no ver¨ªa m¨¢s all¨¢ de 10 metros.
Sosus est¨¢ formada por miles de micr¨®fonos conectados por cables y filbra ¨®ptica en una red global de estaciones que procesan la informaci¨®n, ubicadas en ambas costas estadounidenses, el Caribe, Islandia, Reino Unido, Hawai, Azores y las islas de Guam (en el Pac¨ªfico) y Digo Garc¨ªa (Indico). Las estaciones env¨ªan los datos a un centro en Dam Neck, en la costa de Virginia.
En la zona atl¨¢ntica, un grupo privado est¨¢ preparando la reactivaci¨®n de micr¨®fonos situados a profundidades superiores al kil¨®metro y medio alrededor de las islas Bermudas. La Marina estadounidense abandon¨® la red hace m¨¢s de un a?o. El grupo planea ahora dar acceso a ella, con unas tarifas, a las universidades y equipos de investigaci¨®n dedicados a ballenas, maremotos, as¨ª como a organismos encargados de controlar las pesquerias y vigilar el cumplimiento de regulaciones marinas.
En los a?os cincuenta a medida que la guerra fr¨ªa se intensificaba, la Armada estadounidense empez¨® a montar u?a red global de orejas submarinas, que aprovechaban la capacidad del oc¨¦ano para transmitir el sonido a grandes distancias como una v¨ªa para seguir los movimientos de los barcos y submarinos sovi¨¦ticos.
En su momento ¨¢lgido, en los a?os ochenta, el mantenimiento del sistema costaba 300 millones de d¨®lares al a?o y ocupaba a 2.400 oficiales y t¨¦cnicos dice Dennis M, Conlon, ocean¨®grafo jefe de los servicios de inteligencia de la Armada. Ahora, con parte del sistema cerrado y con mayor automatizaci¨®n, el mantenimiento del sistema se ha reducido mucho en coste y personal.
Aunque los militares est¨¢n dispuestos a compartir la red con los civiles, recuerdan que no se divulgar¨¢ informaci¨®n que pueda ser ¨²til para enemigos potenciales. Por ejemplo, para la reactivaci¨®n de la red de Bermud¨¢s, con m¨¢s de cien micr¨®fonos, se ha desarrollado un plan para filtrar todos los datos referente a submarinos. Hasta ahora se han conseguido tres millones de d¨®lares para esta reactivaci¨®n, procedentes de la citada fundaci¨®n, de un programa de medio ambiente del Pent¨¢gono y de la empresa Lockheed Martin, que gestiona la red para la Armada. El objetivo es que la red de Bermudas funcione para el oto?o, con el objetivo de vigilar las migraciones anuales de las ballenas.
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