Buen final de temporada

Termina la temporada oper¨ªstica en la Zarzuela y lo hace con Mozart y la colaboraci¨®n del Festival Cajamadrid-Scherzo. La obra elegida, Idomeneo (M¨²nich, 1781). Es f¨¢cil leer que todav¨ªa en esta obra "Mozart no era Mozart", lo que es mucho afirmar, sobre todo cuando, dada la vida breve del salzburgu¨¦s, le quedaban tan s¨®lo 10 a?os de vida y ten¨ªa una larga producci¨®n, en la que hab¨ªa dado la medida de su genio.Salvo una longitud un poco excesiva, en Idomeneo no cesamos de o¨ªr a Mozart, y en ocasiones, del mejor. Lo que resulta m¨¢s evidente si la versi¨®n est¨¢ en manos de un maestro como Peter Maag, director de talento y especialmente ducho y sensible en el repertorio mozartiano. Todo discurri¨® en un continuo fluir, pues la gravedad y el dramatismo de esta "¨®pera seria" no est¨¢n re?idos con una buena y bien sonante continuidad, ni tampoco con una matizaci¨®n que haga del foso y la escena una gran unidad.

Para esta coproducci¨®n de la Zarzuela y el Liceo (1991), Gerardo Trotti ide¨® unos escenarios brillantes, realistas y contrastados, mientras Julio Gal¨¢n les contrapuso unos figurines dieciochescos. Esto es, uno se inclin¨® hacia el argumento y otro hacia el estilo de la rnusicalizaci¨®n- mozartiana. La escena estuvo, bien movida por Emilio Sagi, dentro de lo que cabe en este g¨¦nero de argumentos m¨ªticos, solemnes y est¨¢ticos, y si Neptuno se enfada y provoc¨® una peque?a aver¨ªa en la mesa de control de luces, es accidente que no resta m¨¦ritos al plan luminot¨¦cnico de Eduardo Bravo.

Tuvimos unos protagonistas de gran clase: B¨¢rbara Bonney, la soprano norteamericana, hizo una Ilia tan preciosa en lo musical como en lo teatral; su voz es extensa, bella y luminosa, y su expresividad resulta faseinante; nuestra Lola Casariego, en Idamante, volvi¨® a turbarnos con el color, la densidad y el temple emocional de sus medios y de su musicalidad, tan noble y comunicativa; Kurt Streit, norteamericano como Bonney, venci¨® con toda brillantez las dificultades de Idomeneo, hasta el punto de que casi parec¨ªan no existir. Con sobriedad y espectacular t¨¦cnica vocal humaniz¨® un personaje de los que hoy parecen de cart¨®n piedra; se sum¨® a la t¨®nica general la georgiana Jano Tamar, una Electra fuertemente caracterizada. El coro, al que Mozart encomend¨® una importante intervenci¨®n, se gan¨® muy justas ovaciones, recibidas por su director, Antonio Fauro, y la orquesta sirvi¨® al maestro Maag cuanto le demandaba con presteza y vitalidad. En resumen, una excelente clausura.