Tormenta a tres bandas
Coincidiendo con el ¨¦xito de Fidelio se han producido dos nuevos conflictos en el Festival de Salzburgo, que han culminado, con la ruptura de relaciones del director musical, Riccardo Muti, y del director esc¨¦nico, Peter Stein, con el festival, mientras su director, Gerard Mortier, permanezca al frente del mismo. Ello, unido a la de Harnoncourt la pasada primavera, saca de nuevo la pol¨¦mica a la superficie.Lo de Muti se ve¨ªa venir. Desde La clemencia de Tito, en 1992, las relaciones de Mortier y Muti nunca han sido fluidas y su punto m¨¢ximo de tensi¨®n lleg¨® el pasado a?o con el montaje de La traviata que dirigi¨® Llu¨ªs Pasqual. A Mortier no le gusta el conservadurismo, que Muti defiende en los planteamientos est¨¦ticos, mientras que el director italiano no consiente que nadie le ponga en cuesti¨®n lo que tiene. que hacer. En una cena celebrada en casa de Solti despu¨¦s de la premiere de Fidelio, varios comensales comentaban que si echan un pulso Mortier y Muti el italiano tiene todas las de perder. "Basta con que sigan dirigiendo en Salzburgo Abbado, Maazel, Solti o Salonen, y se incorporen Chailly, Rattle u otros", dec¨ªan algunos destacados miembros de la familia musical.
En el caso de Stein y Harnoncourt, la situaci¨®n es distinta, porque las relaciones de ambos con Mortier han sido tradicionalmente correctas y hasta amistosas, habi¨¦ndose producido el conflicto por un problema de celos.
Aunque Mortier aluda a algunas malas cr¨ªticas que Harnoncourt tuvo el a?o pasado en Las bodas de F¨ªgaro, hasta el ¨²ltimo mono de Salzburgo sabe que el problema viene por la direcci¨®n de las sinfon¨ªas de Schubert el pr¨®ximo a?o. El elegido ha sido Abbado (ahora a partir un pi?¨®n con Mortier despu¨¦s del terremoto de Elektra) y esto Harnoncourt no lo ha podido soportar. Claro que ya est¨¢ preparando Aida en su cuartel general de Z¨²rich para el pr¨®ximo invierno.
La rivalidad con un colega ha hecho estallar el caso Stein Mortier no consult¨® a Stein sobre la programaci¨®n de En la soledad de los campos de algod¨®n, de Kolt¨¦s, con direcci¨®n de Ch¨¦regu, obra y montaje que no son del agrado de Stein. Ello, unido a la dedicaci¨®n berlinesa de Stein, con un monumental Fausto, ha propiciado el alejamiento.
Los enfrentamientos no se limitan ¨²nicamente a los artistas individuales. La Filarm¨®nica de Berl¨ªn no act¨²a este a?o en el festival porque quer¨ªa hacer la Segunda de Mahler y el festival ya se lo hab¨ªa encargado a la Philharmonia inglesa con Kaplan, algo que a los berlineses les ha parecido una aut¨¦ntica humillaci¨®n.
Aunque el vencedor de estas historias es el propio festival, una m¨¢quina asombrosa de generar dinero y publicidad, capaz de sacar partido no solamente de los ¨¦xitos art¨ªsticos, sino de las disputas por la gloria de estar en lo m¨¢s alto del escalaf¨®n.
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