El hermano
En Espa?a es muy dif¨ªcil ser conservador y liberal a la vez y no estar loco. Quiz¨¢ es lo m¨¢s dificil. Ya lo dec¨ªa don Claudio S¨¢nchez Albornoz, al que zurraron los carcas por ser liberal. Es as¨ª, t¨ªo. No se puede ser skin head y skin red durante mucho tiempo sin que se te fundan las neuronas.Hay un gran equ¨ªvoco en el ambiente. Hist¨®ricamente, la querencia espa?ola por el padrinazgo del Estado no es un sentimiento popular. M¨¢s bien al contrario. El pueblo, cuando se le habla tanto de Estado, nota la amenaza de un t¨¢bano en la oreja. El pueblo es m¨¢s bien estilo Durruti. El pueblo, cuando pudo, vol¨® por encima del Estado como una bandada de cisnes por encima del desierto. Con sus escuelas racionalistas, sus ateneos, sus mutuas y sus socorros. El viejo campesino que dibuj¨® Castelao rezaba ante el crucifijo esta oraci¨®n: "?Dios nos libre de la justicia!". Como quien dice, "?Dios nos libre de los aparatos del Estado!".
Es probable que los descendientes de ese campesino cobren ahora una modesta pensi¨®n y que puedan operarse los ri?ones en un hospital p¨²blico. Reciben, o se les devuelve, algo que no sea un palo o un nuevo tributo. Todo esto es muy reciente. Una excepci¨®n hist¨®rica. Una rendija en el castillo copado por las ¨¦lites.
La revoluci¨®n del pueblo era ilusoria. C¨®mo no alegrarse, pues, de la revoluci¨®n de los de arriba, tan refrescante, tan liberal. ?Menos Estado, m¨¢s sociedad! Ya no se funde el ¨¢rbol geneal¨®gico con el de la Administraci¨®n, como ocurr¨ªa desde la Casa de Indias y la Santa Inquisici¨®n. Es una revoluci¨®n porque hasta ahora nadie en el poder le dec¨ªa a un, hermano: "Venga, Manolo, d¨¦jate de Estado y an¨ªmate en el sector productivo".
Tan revoluci¨®n es que Manuel Aznar ha decidido defender al pueblo.
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