Apoteosis con Manolo Sanl¨²car
Esta edici¨®n del Cante de las Minas ya est¨¢ en todo su apogeo, desde el momento en que Manolo Sanl¨²car ocup¨® con su gente -Eva Dur¨¢n, gran cantaora, entre ellos- el escenario del Antiguo Mercado Unionense, ahora ya llamado oficialmente Catedral del Cante, presidido por una reproducci¨®n gigante del cartel que T¨¢pies ha realizado para el acontecimiento.En los dos d¨ªas anteriores hab¨ªamos visto unas excepcionales ilustraciones al preg¨®n inaugural, con el baile de Milagros Meng¨ªbar, la m¨²sica de Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez y el cante de Antonio Ayala El Rampa, y un recital de la joven Ni?a Pastori, quien anda en un cante aflamencado y descafeinado no de gran inter¨¦s, pero que evidentemente llena los recintos.
De Jerez a Sanl¨²car
Guitarra en concierto: Manolo Sanl¨²car. Cante: Charlo Lobato y Rancapino. Toque: Manuel de Palma. Baile: Juana Amaya. La Uni¨®n (Murcia), Catedral del Cante, 13 de agosto.
Sanl¨²car tuvo un triunfo clamoroso con Tauromagia, no s¨®lo su mejor obra sino una de las m¨¢s importantes de la m¨²sica flamenca contempor¨¢nea. Es un concierto perfectamente estructurado en que recorre a trav¨¦s de los estilos flamencos los diversos personajes, suertes y situaciones de la llamada Fiesta Nacional, desde los maletillas a la salida del torero triunfador por la Puerta del Pr¨ªncipe.
Sanl¨²car, quien confiesa ser un gran aficionado a los toros -y as¨ª, tiene que ser, porque de lo contrario jam¨¢s habr¨ªa escrito una obra como ¨¦sta-, ha creado una m¨²sica sensible, profunda, impregnada de flamencura y emotividad. Aqu¨ª la interpret¨® con delicadeza, recurriendo a ese toque intimista en el que los guitarristas suelen refugiarse cuando buscan en primer t¨¦rmino gustarse a s¨ª mismos; es decir, el mejor toque posible. No en vano era la noche del homenaje que se le rinde en este festival a ¨¦l dedicado, y hab¨ªa tensi¨®n, respeto, admiraci¨®n y afecto a raudales en el ambiente. Un p¨²blico que llen¨® el local, le escuch¨® con fervor y respondi¨® al arte de Manolo Sanl¨²car con entusiastas ovaciones.
La belleza no se hab¨ªa terminado. Chano Lobato y Rancapino, dos cantaores que gustan a Sanl¨²car, pusieron jondura y pasi¨®n en los cantes que hicieron. Son dos flamencos de cuerpo entero, de los pocos que van quedando. Chano brill¨® en todo lo que hizo, pero por soleares y por siguiriyas fue genial. Lo mismo que Rancapino en sus tarantos, un g¨¦nero de aqui, de Levante, al que este cantaor da unas personal¨ªsimas cadencias.
Por ¨²ltimo, Juana Amaya hizo un baile por sole¨¢ sin excesivos refinamientos, pero temperamental y lleno de garra.
Babelia
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