Kemp, la esperanza de los republicanos
El aspirante a la vicepresidencia de EE UU se convierte en el hombre de moda en la Convenci¨®n de San Diego
La convenci¨®n de San Diego, aparte de ser excusa para una cadena de ataques contra la personalidad y la pol¨ªtica de Bill Clinton, ha servido como escenario de un silencioso -y quiz¨¢s temporal- relevo en el mando conservador: Newt Gingrich, el hombre que impuls¨® al Partido Republicano a su hist¨®rico triunfo de 1994, pas¨® la antorcha al candidato a la vicepresidencia, Jack Kemp, el personaje del momento, la figura que mejor recoge el optimismo de la era de Ronald Reagan y el l¨ªder en cuyas manos. han puesto los militantes republicanos sus esperanzas de triunfo.Gingrich acept¨® humildemente pronunciar su discurso en la noche del martes a una hora en la que las cadenas de televisi¨®n ni siquiera hab¨ªan conectado con San Diego. Evit¨® toda alusi¨®n a la revoluci¨®n conservadora de la que fue motor hasta hace pocos meses, y ni siquiera mencion¨® el Contrato con Am¨¦rica, el famoso programa que llev¨® a los republicanos a controlar el Congreso por primera vez en medio siglo. Gingrich, que ha pasado de la gloria a ser uno de los pol¨ªticos con m¨¢s baja aceptaci¨®n popular del pa¨ªs, entendi¨® que lo mejor que puede hacer en estos momentos por su partido es quedarse al margen y dejar que los focos se concentren en Kemp. Este, sentado en el palco de honor junto a Elizabeth Dole, la esposa del candidato presidencial, disfrut¨® de su posici¨®n de mando con ostensible satisfacci¨®n. Su popularidad se aprecia en cada fila de delegados.
"Con Kemp, tenemos el dream team", declar¨® una delegada de Oklahoma. Sin importar su origen social, ideol¨®gico o geogr¨¢fico, todos conf¨ªan en que ser¨¢ el hombre que acudir¨¢ en rescate de Dole, lo levantar¨¢ en las encuestas y lo llevar¨¢ hasta la Casa Blanca. Los ricos creen a Kemp porque representa la esencia de la pol¨ªtica antiimpuestos y crecimiento que domin¨® los a?os dorados de Reagan. Los pobres creen a Kemp por su pasado de activismo social en los barrios humildes. Los negros creen en ¨¦l porque defiende los programas de discriminaci¨®n positiva. Los latinos, porque se opuso a la propuesta para privar de servicios sociales a los inmigrantes ilegales. Los ultras religiosos le apoyan porque est¨¢ contra el aborto. Los californianos, porque naci¨® en Los Angeles. Y los neoyorquinos, porque jug¨® al f¨²tbol americano profesional en su Estado.
Kemp trata de responder con energ¨ªa a todas esas expectativas. "Este es un mensaje para el Partido Dem¨®crata: voy a estar en todos los lugares, desde el Bronx a Los ?ngeles, en las sinagogas, en las iglesias negras, en los barrios hispanos, en los guetos, en lugares en los que muy pocos republicanos han estado", asegura el candidato a la vicepresidencia, en una entrevista publicada.ayer por The. Washington Post.
Con 61 a?os cumplidos, Kemp ha hecho fama y dinero -35.000 d¨®lares (4,3 millones de pesetas) por discurso- como pol¨ªtico gracias a su oratoria franca y directa. "Nunca he renegado de mis ideas", afirma. Pero su inclusi¨®n en la candidatura republicana de 1996 le ha obligado, sin embargo, a hacer algunos ajustes en sus principios.
En otra entrevista publicada ayer por Los Angeles Times, Kemp afirma ahora, que la propuesta para excluir a los inmigrantes ilegales de las escuelas y hospitales p¨²blicas (la llamada Proposici¨®n 187) "puede ser factible sin convertir a Estados Unidos en un estado policial".
Tambi¨¦n ha reconsiderado su posicion sobre la discriminaci¨®n positiva. "Ahora estoy convencido de que con Dole podemos hacer algo mejor que crear ventajas basadas en las diferencias raciales", declara el candidato a la vicepresidencia. Para Kemp, como para los dem¨¢s participantes en esta convenci¨®n, el objetivo, por el momento, es batir a Clinton, no defender sus. ideas. Eso fue evidente en la sesi¨®n del martes, en la que, uno tras otro, todos los oradores retrataron al presidente como un mentiroso, un vi llano sin escr¨²pulos que ha llena do la Casa Blanca de izquierdistas e indeseables. "Un violador de promesas , un socialista de la asistencia m¨¦dica, un manipulador del FBI, un destructor de valores inmorales", dijo, entre otras cosas, la senadora de Tejas Kay Bailey Hutchison.
Este discurso se va a parecer mucho a una promesa de Clinton: "No va a durar mucho y va a sonar muy republicano", manifest¨® Susan Molinari, congresista de Nueva York, quien hizo una apasionada defensa del papel de la familia, y contribuy¨® a darle a esta Convenci¨®n la cara moderada que necesita el partido para borrar su imagen ultra.
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