'Mix'

Lo llaman mix y es una peste. Habr¨¢n visto los spots televisivos con los que nos han machacado todo el verano, llenos de culitos prietos de muchachas y de m¨²sculos masculinos amorcillados y repulsivos (est¨¢ claro que los creadores de esta publicidad casposa son varones). Unos anuncios feos hasta la n¨¢usea con los que pretenden vendernos la tortura auditiva del mix como si fuera m¨²sica.El mix es una chundarata de la peor especie. Una cre¨ªa que la culminaci¨®n del horterismo se hab¨ªa alcanzado con aquel bonito cl¨¢sico titulado No me gusta que en los toros te pongas la minifarda, pero el mal gusto, como el sufrimiento, es insondable. En comparaci¨®n con el grado c¨®smico de macarrez del mix, Manolo Escobar parece Von Karajan, y Macarena, El Mes¨ªas de Haendel. La especial perversidad del mix reside en su naturaleza fragmentaria: la cosa consiste en mezclar trocitos de canciones. Como todas estas canciones eran previamente espantosas en s¨ª mismas, el resultado final es una especie de, horror tartajeante, una groser¨ªa musical en clave de interruptus.

?Comprar¨¢ alguien estos discos atroces? Pues s¨ª, por supuesto. Si me irrita tanto el mix es porque creo que es un buen espejo de lo que somos. De esta sociedad devorada por el zapping, en la que ya no existe la continuidad, ni intelectual ni emocional; de esta realidad tambi¨¦n interruptus en donde ya casi nadie aspira a entender el mundo, sino a atocinarse para soportarlo. La forma est¨¢ entra?ada con el fondo y la ¨¦tica con cierta est¨¦tica. Una forma tan fea y aberrante como la del mix s¨®lo puede desembocar en un fondo mostrenco. Vamos, que el mix es a la m¨²sica lo que Gil y Gil a la vida p¨²blica. Puro aturdimiento, gritos estent¨®reos y vac¨ªos, fragmentaci¨®n total del pensamiento y una progresi¨®n imparable hacia la burricie.