Genio y figura de Alberto M¨¦ndez
Ballet Nacional de Cuba
La Commedia ¨¦... danzatta: coreografia Alicia Alonso; Grand pas classique: V¨ªctor Gsovsky; Des-ahogo barroco: Alberto M¨¦ndez; Luz de luna: Marta Garc¨ªa; Tablada: Juan Carlos Santamar¨ªa; La bella durmiente: Petip¨¢-Alonso. Teatro Alb¨¦niz, Madrid. 12 de septiembre.
Los ¨²ltimos programas combinados del Ballet de Cuba est¨¢n resultando una sorpresa esperanzadora. Finalmente, tras a?os de dictadura esc¨¦nica, los j¨®venes pueden ocupar con bastante libertad la totalidad protag¨®nica de una funci¨®n de ballet. Para llegar a esto puede hablarse con propiedad y dolorosamente de aut¨¦nticas generaciones perdidas, aunque, como se ve, todo no est¨¢ perdido y el ballet cubano, zarandajas te¨®ricas y pol¨ªticas aparte, sobrevive y pervivir¨¢ en un inter¨¦s art¨ªstico honesto.El programa a tratar mostr¨® el genio vivo y actuante del mejor de los core¨®grafos cubanos: Alberto M¨¦ndez, que deb¨ªa estar en Madrid recogiendo merecidos laureles. Su coreograf¨ªa Des-ahogo barroco es un valiente y humor¨ªstico ejercicio de libertad expresiva, donde no hay deseos de complacer al ballet¨®mano, sino de ponerle en su sitio.
Alberto M¨¦ndez sabe lo que hace, siempre brillante con el tempo barroco, exprimiendo el zumo precioso de esos j¨®venes que acuden al virtuosismo con una frescura que no choca y complace. Destaca el verde talento de un Nelson Madrigal y los primeros acentos de madurez de un V¨ªctor Gil¨ª.
Dest¨¢case tambi¨¦n un emotivo y sincero paso a dos de Marta Garc¨ªa donde hay hasta un acto visceral bien unido a la m¨²sica, donde se relata la noche moral de la primera bailarina al final de su carrera. Orlando Salgado le da una contrapartida no exenta de amor y de drama. Al hilo de los partenaires, tambi¨¦n Jorge Vega mostr¨® su nervio en una obra que no lo tiene en s¨ª misma: Tablada sin ser un buen ballet lleno de ajenos y prestados, es salvado por ¨¦l y una excelente y resuelta Galina ?lvarez.Juventud y sonrisas
Lorna Feij¨® hizo lo que pudo con un Pas clasique al que le han malense?ado con una ausencia de rigor en el estilo, mientras el espa?ol ?scar Torrado sigue mostr¨¢ndose cada vez peor e inseguro, lo que es de lamentar. El programa lo cerr¨® la suite de La bella durmiente, con una Alihayd¨¦e Carre?o, muy mejorada y resuelta con respecto a su Lago de los cisnes. Su variaci¨®n fue hermosa y musical, de alta correcci¨®n.
Y como apertura fue olvidado r¨¢pidamente un intento de Alonso por coreografiar a Lecuona y remedar de manera mediocre la escena de Arlequina y Pierrot, que ya coreografiaran brillantemente a principios de siglo los hermanos Legat, para injertar en esa joya hist¨®rica que se llama El hada de las mu?ecas. Se impuso finalmente el br¨ªo, la juventud y las sonrisas.
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