Un novillero que torea
Un novillero que torea, ?al fin! Y c¨®mo torea. Torea con la hondura y la naturalidad que demanda el arte.El novillero, nuevo en esta plaza, se llama Alvaro Acevedo, es hijo de Madrid si bien taurinamente se ha formado por tierras sevillanas, y se le nota. Alguno dec¨ªa despu¨¦s de verle torear que le recordaba a Manolo V¨¢zquez. Un servidor tambi¨¦n crey¨® ver la escuela de Pepe Luis. Pero seguramente no hab¨ªa ni de lo uno ni de lo otro: s¨®lo toreo, toreo nada menos, que arrebata siempre, no importa qui¨¦n lo haga, aunque cada artista guste darle su personal interpretaci¨®n.
Torea... pero no mata.
En efecto: matando, ?lvaro Acevedo es un dolor. Al quinto, lo mech¨®; al segundo lo revent¨® de un bajonazo y encima le dieron la oreja. Los presidentes deber¨ªan ser menos ligeros en estas concesiones de orejas cuando las espadas se van a los bajos. Una oreja es el galard¨®n a la obra bien hecha, un certificado de garant¨ªa si lo expende la c¨¢tedra de Madrid, y por tanto falsea la verdad en el caso de que premie faenas coronadas con bajonazos.
Sorando / Muriel, Acevedo, Bl¨¢zquez
Novillos de Rom¨¢n Sorando (uno rechazado en el reconocimiento, dos devueltos por. inv¨¢lidos), muy flojos, manejables. 5? de Alejandro V¨¢zquez, manso. 4? y 6? sobreros de Conde de Mayalde, inv¨¢lidos. Todos bien presentados. Juan Muriel: pinchazo y bajonazo (silencio); pinchazo hondo y bajonazo descarado (algunas palmas). Alvaro Acevedo, de Madrid, nuevo en esta plaza: bajonazo (oreja); pinchazo a paso banderillas, dos pinchazos, otro hondo ca¨ªdo -aviso- y cuatro descabellos (silencio). Ra¨²l Bl¨¢zquez: pinchazo y estocada trasera ladeada (silencio); pinchazo y bajonazo descarado (palmas). Plaza de Las Ventas, 15 de septiembre. Media entrada.
Las figuras modernas, amparadas en la frivolidad de los presidentes, han convertido esta manera tabernaria de matar en epidemia y la emplea la generalidad de los coletudos. Juan Muriel peg¨® unos bajonazos horrendos en este festejo y el de Ra¨²l Bl¨¢zquez al sexto alcanz¨® proporciones escandalosas. Y se fueron tan anchos. No tiene importancia, dir¨ªan para s¨ª; al nuevo, por lo mismo, le han dado una oreja.
No exactamente: el toreo no era el mismo. El toreo que desgran¨® ?lvaro Acevedo en el segundo novillo de la tarde fue una verdadera delicia. Esa muleta en la derecha templando y ligando dos tandas de redondos abrochadas con el de pecho; esa muleta en la izquierda embarcando con naturalidad y ligaz¨®n; esos pases de pecho obligados, esos ayudados a dos manos, esa trincherilla garbosa, ese apunte de kikirik¨ª y ese muletazo de la firma final que compendiaba toda la t¨¦cnica y la hermosura del arte de torear: as¨ª tore¨® Alvaro Acevedo en su presentaci¨®n ante la c¨¢tedra madrile?a.
Juan Muriel hab¨ªa ensayado asimismo el toreo bueno con dos novillos no tan boyantes como el de su compa?ero. El primero de ellos se vino abajo mediada la faena, el segundo padec¨ªa invalidez absoluta. Y as¨ª no se puede torear.
Ra¨²l Bl¨¢zquez, que remat¨® un buen quite por chicuelinas con media ver¨®nica belmontina, se dio en su primera faena al toreo moderno, que no es toreo ni es nada. Quiere decirse que no ligaba los pases; quiere decirse que los compon¨ªa estupendamente y, al rematarlos, se quitaba de enmedio. Al sexto lo mulete¨® voluntarioso, mas sin inter¨¦s alguno porque el novillo se desplomaba a poco que le obligara el torero a embestir. Vino entonces el bajonazo escandaloso... Para bajonazos, sin embargo, los de Alvaro Acevedo, que al quinto le hab¨ªa instrumentado otra faena excelente. Construida de menos a m¨¢s, templando pase a pase al novillo medio top¨®n y soseras, consigui¨® encelarlo, sacarle redondos y naturales, y ya se dispon¨ªa la afici¨®n a celebrar la confirmaci¨®n del advenimiento, ?al fin!, de un novillero que torea, cuando, ante la general sorpresa, pinch¨® los bajos entrando a paso banderillas, sigui¨® pinchando con las mismas trazas, el pe¨®n Paco Lucena -cuya brega hab¨ªa sido excelente- se permiti¨® la fechor¨ªa de ahondar un estoque antes de sacarlo, y aquello no acab¨® como el rosario de la aurora de puro milagro. Torea pero no mata... La felicidad, siempre tan esquiva en la vida y en la fiesta.
Babelia
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