Juan Pablo II se va de Francia sin pronunciarse sobre las relaciones entre Iglesia y sociedad laica
PERU EGURBIDE ENVIADOESPECIAL Cuantos esperaban que Juan Pablo II aclarara ayer su pensamiento acerca de c¨®mo deben desarrollarse las relaciones entre la sociedad laica y la Iglesia quedaron frustrados. El Pont¨ªfice celebr¨® el XV centenario de? bautismo de Clodoveo, efem¨¦rides considerada como el bautismo de Francia, con un discurso pastoral sobre "la historia espiritual del alma francesa" dirigido a los "cat¨®licos franceses". Su tono qued¨® muy lejos de la pol¨¦mica intervenci¨®n que tuvo en 1980, cuando, al visitar por primera vez este pa¨ªs, clam¨®: "Francia, hija mayor de la Iglesia, ?eres fiel a las promesas del bautismo?".
El Papa -y probablemente el episcopado franc¨¦s- ha querido mantenerse al margen de los debates suscitados por el viaje. Su tono ha sido siempre moderado, no ha mencionado siquiera problemas como el aborto, que pueden desembocar f¨¢cilmente en interferencias de la autoridad eclesi¨¢stica con los poderes civiles, y ha hablado francamente de las cuestiones sociales, en un tono que puede resultar aceptable para la izquierda que critica la visita.Al final, opt¨® por no entrar siquiera en el tema del debate. ?nicamente, tendi¨® a atenuar la identificaci¨®n entre un Estado y una religi¨®n, cuando dijo que, as¨ª como antes de Cristo "el Pueblo de Dios era Israel, el Pueblo de la Nueva Alianza son todos los bautizados, provenientes de todas las naciones y cada una de estas naciones tiene su propia historia". Pero dej¨® flotando un punto de duda, un interrogante ambiguo sobre lo que le hubiera gustado decir realmente, porque, terminada la lectura del texto de la homil¨ªa, preparado y consultado con los obispos locales, a?adi¨® de propio coleto: "De, todos modos, estamos aqu¨ª para celebrar el XV centenario del bautismo del rey Clodoveo".
Le oyeron unas 150.000 personas congregadas en el aeropuerto de Reims -la ciudad donde el rey franco conmemorado fue bautizado- escenario de la mayor de las tres celebraciones masivas que el Papa ha presidido en este viaje. Para evitar nuevas cr¨ªticas de quienes piensan que est¨¢ en peligro la separaci¨®n entre el Estado y la Iglesia, garantizada por una ley de 1905, ninguna autoridad civil nacional particip¨® en el acto. Ni siquiera estuvo en Reims Bernadette Chirac, la esposa del presidente de la Rep¨²blica, que pensaba haber asistido a la misa.
Destac¨®, en cambio, la presencia de Jacques Gaillot. El obispo de los marginados, privado de su sede por el Vaticano, acept¨® la invitaci¨®n cursada a todo el episcopado del pa¨ªs, pero apoy¨® tambi¨¦n de palabra la manifestaci¨®n celebrada en Par¨ªs para protestar contra, los intentos de imponer un "orden moral" cat¨®lico y pedir garant¨ªas de separaci¨®n entre Iglesia y Estado. Juan Pablo II hab¨ªa expresado con anterioridad su opini¨®n sobre estos temas, especialmente en su discurso ante el Parlamento Europeo de 1988, cuando afirm¨® que el integrismo religioso y el deseo de imponer la fe a cada sociedad fue un error b¨¢sico del medioevo que hoy no tendr¨ªa sentido. No obstante, el Papa hace frecuentes reflexiones que casan mal con ese principio.
"El Papa es un hombre con ideas medievales. La base de la legalidad es el laicismo. El Vaticano no hizo nunca la paz con los grandes objetivos de la Revoluci¨®n Francesa. El Vaticano es enemigo de la libertad, la igualdad y la fratemidad", dijo, por otra parte, un joven alem¨¢n, presidente de una llamada Uni¨®n Internacional de Librepensadores, que habl¨® ayer en Reims ante unas 1.500 personas. La modesta manifestaci¨®n local, promovida por el Partido de los Trabajadores, fue relegada por la autoridades a un centro deportivo perif¨¦rico de la ciudad. Cortes de tr¨¢fico, calles acotadas y desiertas, pusieron una nota irreal en los movimiento de un Pont¨ªfice que, pese a los problemas de salud, logr¨® desarrollar su cometido sin recortes de un programa bastante m¨¢s exigente que el de sus ¨²ltimos viajes. Los cardenales franceses hablaron ayer con gran franqueza sobre el estado de salud del Pont¨ªfice. "Llegar¨¢ un d¨ªa en el que yacer¨¢, pero ser¨¢ el Se?or el que lo indique. Se puede ejercitar la propia libertad renunc¨ªando al cargo, pero tambi¨¦n realizando la propia tarea hasta el final. Es lo que ha decidido hacer Juan Pablo II y eso es un gran ejemplo para todos", dijo Pierre Eyt, arzobispo de Burdeos.
El cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de Par¨ªs, a?adi¨® que en privado "el Papa habla de la muerte con naturalidad y con la sonrisa e
n los labios". Eyt afirm¨® que el Papa duerme bien y come con apetito.
S¨®lo un 25% de creyentes
Francia es "la hija mayor de la Iglesia" por ser la adelantada entre los pueblos b¨¢rbaros en la conversi¨®n de su monarca ' pero apenas el 75% de la poblaci¨®n, unos 45 millones de personas, est¨¢ hoy bautizada. Y el n¨²mero va a bajar. La ¨²ltimas estad¨ªsticas hablan de un 58% de bautizos infantiles, frente al 62% de promedio en la pasada d¨¦cada. Y de esos 45 millones, s¨®lo uno de cada cuatro se reconoce como creyente. Otros tantos se dicen cat¨®licos por tradici¨®n. En 1993, el 5 1 % de la bodas se reaflzaron por la iglesia. En 1980, el 65%.La crisis de fe se refleja en el n¨²mero de sacerdotes, que no deja de descender en Francia: los 40.000 de hace 10 a?os son ahora 28.000. En 1995, s¨®lo hubo 96 ordenaciones. Hay tambi¨¦n 55.000 monjas y 13.400 religiosos.
La mayor¨ªa de los franceses tiene una buena o muy buena opini¨®n sobre Juan Pablo II, seg¨²n una encuesta del semanario Le Point. Pero s¨®lo el 26% le considera un Papa moderno.
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