El ONCE hace desistir a Dufaux
Recuperados, los compa?eros de Z¨¹lle conducen al suizo a la victoria final
El ONCE es el equipo de la desmesura. Pum, cero; pum 100. Nunca 50. Felices los meteor¨®logos: ante el mapa del tiempo s¨®lo tienen una posibilidad de equivocarse con ellos: o sequ¨ªa o tromba de agua. Al equipo que pasar¨¢ a la historia por su visi¨®n monote¨ªsta del asunto del pedal -ataque, ataque, victoria, victoria- le faltaba la flexibilidad no vociferante de los entresijos defensivos: la t¨¢ctica y el juego de entrel¨ªneas. Forzado por las circunstancias -la enfermedad y la debilidad casi global; el berenjenal en que se le hab¨ªa convertido la Vuelta; la amenaza pregonada de ataques demoledores por parte del insatisfecho Dufaux-, el equipo de Manolo S¨¢iz tuvo que aprender sobre la marcha las sutilezas del trabajo estrat¨¦gico, el de los partidos que solo se pueden ganar por 1-0. Y lo logr¨®, pero, claro, sin dejar impresa la marca de la casa: el exceso , la b¨²squeda de la imagen heroica en cada tarea. Viva el patetismo.La estampa de Herminio D¨ªaz Zabala reventado, abri¨¦ndose el maillot en busca de aire, despu¨¦s de tirar kil¨®metros y kil¨®metros en el falso llano entre la Morcuera y Navacerrada la disposici¨®n militar en la primera subida a Navacerrada de Rinc¨®n, Cuesta y Jalabert rodeando a Z¨¹lle. El aporte de trabajo de los dem¨¢s -Zarrabeitia y Mauri- en otros momentos; hasta el abandono de Stephens en los primeros kil¨®metros; el hundimiento de Jalabert en los ¨²ltimos metros.., No bastaba con mostrar que estaban ah¨ª: hab¨ªa que demostrarlo. Hab¨ªa que asustar a Dufaux, ense?arle la mano dici¨¦ndole: "No lo intentes que hoy Z¨¹lle no est¨¢ solo". Y se trataba de algo m¨¢s: "No s¨®lo estamos, tambi¨¦n sabemos meter miedo". La recuperaci¨®n de los enfermos como arma moral. El final de la tortura con otra salva de petardos. Ganaron la Vuelta.
Metieron miedo a Dufaux, que no ense?¨® su rueda trasera a nadie -desenga?ado tambi¨¦n por un terreno que no era tan duro como le hab¨ªan asegurado, prob¨® a mandar acelerar a los suyos para ver debilidades rivales y se conform¨® con el segundo lugar y pens¨® en la contrarreloj de hoy- y, v¨ªctimas de la exageraci¨®n, acabaron con la posibilidad de las escapadas intranscendentes. Atacantes hasta en la defensa. Cuando se escaparon Serrano y Konyshev bajando Navacerrada por primera vez -un momento de recuperaci¨®n y reorganizaci¨®n de fuerzas-, se les dej¨® hacer hueco con rapidez; cuando se les uni¨® Jim¨¦nez, se acab¨® la tregua. D¨ªaz Zabala, el heroico , se encarg¨® de que nunca pasara de dos minutos su ventaja, la distancia ideal para que se despertara el apetito de triunfo de etapa de los 26 o as¨ª que marchaban en su grupo. Todos conformes con la general, todos eran ayudantes en los designios de Z¨¹lle. Los tit¨¢nicos esfuerzos, el riesgo de la vida propia bajando a 90 por hora, de Jim¨¦nez, elegante escalador de estampa cl¨¢sica -el mejor espa?ol de la Vuelta-, y Escart¨ªn, ag¨®nico retorcimiento sobre el cuadro, se quedaron en impotencia ante la voracidad trasera. Y ante la clase de Gianni Bugno, el resucitado.Por la ma?ana, el italiano que ni se despeina en el momento de m¨¢ximo esfuerzo hab¨ªa llamado a su hijo: "Ya tengo aqu¨ª el maillot y el culotte de la ONCE que me hab¨ªas pedido", le dijo. "Muy bien", le respondi¨® el ni?o. "Ahora, ?por qu¨¦ no ganas una etapa?'. Bugno, el que terminar¨¢ la Vuelta para poder correr el Mundial, le dijo que quiz¨¢s. Aguant¨® el italiano siempre con los primeros, vio la victoria a su alcance y, a siete kil¨®metros de la meta, en el momento preciso, lanz¨® su ataque sin levantarse siquiera del sill¨ªn
.Nadie pudo cogerle. Ni siquiera el Rominger que llevaba d¨ªas anunciando que la de ayer iba a ser su etapa.
Le queda al corredor suizo del equipo Mapei la contrarreloj de hoy para lograr su otro objetivo, el podio. Nada m¨¢s queda ya en esta Vuelta: Z¨¹lle la ha ganado. Hace una semana que se sab¨ªa, pero no lo que le iba a costar.
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