Sin despeinarse
El Atl¨¦tico supera con enorme facilidad a un H¨¦rcules demasiado apocado
Sin historia, pero con tres goles. El Atl¨¦tico no necesit¨® del juego ni del hero¨ªsmo para superar al H¨¦rcules, que sali¨® derrotado al partido. Nadie recordar¨¢ este partido, que pas¨® desapercibido para los jugadores y para el p¨²blico. Un encuentro deca¨ªdo que se resolvi¨® con un tiro libre, como lo ordena el manual del Atl¨¦tico, con una excelente acci¨®n de Pantic y con un cabezazo de Caminero en su regreso, un gol de repertorio: lleg¨® desde la mediapunta y sorprendi¨® a los defensores.En t¨¦rminos f¨²tbol¨ªsticos, el partido serv¨ªa para emitir un diagn¨®stico sobre el H¨¦rcules. Sobre el Atl¨¦tico ya se sabe casi todo: un equipo bien armado, combativo, directo, autoritario en su juego. Y si est¨¢ Kiko, mejor. Con Kiko, el juego del Atl¨¦tico se vuelve m¨¢s agradecido, como si pasara por un filtro purificador. Sin Kiko, el f¨²tbol depende m¨¢s de la persistencia del equipo, que busca el ¨¢rea con una tenacidad obsesiva, pero con menos estilo. La trascendencia de Kiko en el equipo es un lugar com¨²n. Es una tesis que a estas alturas no necesita demostraci¨®n. Se dir¨ªa que pertenece al mundo de las verdades teol¨®gicas: se acepta y ya est¨¢.
Mientras del Al¨¦tico se sabe casi todo, del H¨¦rcules apenas se tienen noticias. Lo ¨²ltimo que sab¨ªamos es que estaba en el tr¨¢nsito de Segunda a Primera Divisi¨®n. Al menos durante su visita a Chamart¨ªn. Ha pasado por el Manzanares y la cosa sigue igual. El H¨¦rcules dej¨® la Segunda, pero no ha llegado a la Primera. Contin¨²a en alg¨²n lugar indeterminado, en el limbo de los justos, donde por lo visto no se juega al f¨²tbol. Su situaci¨®n es tan equ¨ªvoca que ni los ¨¢rbitros le tienen en cuenta. PavIicic se dispon¨ªa a marcar el gol del empate y fue empujado por Santi en el ¨¢rea. La gente enmudeci¨® porque nadie dudaba del penalti, pero el ¨¢rbitro dijo que no, como si el H¨¦rcules no le mereciera ninguna estima. Para hacer un poco m¨¢s de sangre, expuls¨® a Ant¨®n con una decisi¨®n excesiva. Cuando los ¨¢rbitros se deciden a protagonizar los partidos, se ponen pesad¨ªsimos.
Entre las deficiencias del H¨¦rcules y la tendencia al atasco del Atl¨¦tico, el encuentro se decidi¨® con un tiro libre, como suele ocurrir. La ¨²nica novedad es que el autor del gol no fue Pantic, que dispone del monopolio en estas situaciones. Esta vez se atrevi¨® Toni, que record¨® sus viejos tiempos de lanzador y meti¨® su zurdazo por la escuadra. El tiro fue excelente, aunque se abrieron dudas sobre la colocaci¨®n del portero. Ah¨ª tiene otro problema el H¨¦rcules. No sali¨® Huard, un portero tan extravagante que convierte a Grobbelaar en un se?or circunspecto. Mar¨ª, su sustituto, tampoco estuvo a la altura del cargo. Juega muy atr¨¢s, abandona la porter¨ªa tarde y da la impresi¨®n de depender de la fortuna.
El efecto del gol pes¨® durante toda la primera parte. El Atl¨¦tico, que maniobr¨® con pocas ideas, utiliz¨® el tanto como un colch¨®n de seguridad, como si dudara de la capacidad del H¨¦rcules para marcar alg¨²n gol. Razones ten¨ªa, porque el H¨¦rcules andaba escaso en todo. Defend¨ªa mal, perd¨ªa la pelota inmediatamente y daba la sensaci¨®n de pedir perd¨®n por estar en el estadio del campe¨®n.
El Atl¨¦tico sufri¨® una reacci¨®n por contagio. Ten¨ªa un gol de ventaja y no ten¨ªa a Kiko para inventar. Progresivamente se dej¨® llevar por la debilidad del H¨¦rcules. Perdi¨® juego e inter¨¦s por el partido, como si aburriera. El H¨¦rcules no le motivaba. El partido se fue a pique. All¨ª, en el c¨¦sped, se produc¨ªa un ir y venir tontorr¨®n. Y la gente miraba aquello con despreocupaci¨®n.
Por si acaso, el Atl¨¦tico le dio el finiquito al partido en el comienzo del segundo tiempo. M¨¢s que nada para prevenirse de cualquier sorpresa, por improbable que pareciera. Fue una buena jugada de Pantic, que regate¨® a un defensa y meti¨® el centro. Es decir, un gran centro, porque Pantic los tira con potencia y precisi¨®n. A Geli le bast¨® con poner la cabeza y cruzar, la pelota. El segundo gol y la expulsi¨®n de Ant¨®n pusieron fin al partido. El resto sirvi¨® para dar la bienvenida a Caminero, para certificar la pobre calidad del juego y mantener al H¨¦rcules en su condici¨®n. Todav¨ªa no ha llegada a Primera Cualquier d¨ªas de estos se persona y le da un susto a alg¨²n equipo confiado.
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