Ravel y tres hisp¨¢nicos
Vino Rafael Fr¨¹hbeck de Burgos a Madrid para dirigir la Sinf¨®nica en un programa espa?ol casi por entero. El maestro se encuentra no ya en madurez, sino en plenitud y sus conceptos, igual que su t¨¦cnica gestual, han adquirido el sosiego que otorga el tiempo. En la bell¨ªsima Oraci¨®n del torero, en la que Turina evoca la plaza de Madrid y no la Maestranza, como podr¨ªa esperarse, logr¨® unas calidades po¨¦ticas, un equilibrio y una ejecuci¨®n de gran categor¨ªa. Y es que a lo largo de todo el concierto la Orquesta Sinf¨®nica rindi¨® en grado superlativo.Despu¨¦s pudimos seguir con inter¨¦s dos estrenos "nacionalistas" de los a?os noventa: Nocturnos de Andaluc¨ªa, de Lorenzo Palomo (C¨®rdoba, 1938) y Fantas¨ªa ib¨¦rica, de Claudio Prieto (Palencia, 1934). Los Nocturnos, escritos con una precisi¨®n que en muchos momentos se torna preciosismo, para guitarra concertada con una orquesta normal enriquecida por diversas percusiones, me parecen, en m¨²sica, lo que la prosa po¨¦tica es en literatura. Funciona junto a la l¨ªrica evocaci¨®n, la imaginaci¨®n, el misterio de La Noche o el chispazo de la R¨¢faga. El compositor elude el realismo, la cita textual y el efecto f¨¢cil. Dedicada a Pepe Romero (M¨¢laga,, 1944) que la estren¨® con Fr¨¹hbeck y la Orquesta de la Radio en Berl¨ªn, el gran guitarrista hace la partitura de manera prodigiosa; a su vez, Fr¨¹hbeck equilibr¨® la parte orquestal, para que ni un solo momento ocultase el sonido misterioso de la guitarra. Los, seis Nocturnos alcanzan una duraci¨®n casi de 40 minutos y yo no s¨¦ si con vistas a su mayor difusi¨®n no convendr¨ªa reducirla, tal y como han hecho en la historia tantos autores. En todo caso, el ¨¦xito fue tan grande como justo.
Orquesta Sinf¨®nica de Madrid
Director: R. F. de Burgos. Solista: P. Romero (guitarra). Obras de Turina, Palomo, Prieto y Ravel. Auditorio Nacional, Madrid, 11 de octubre.
El otro nacionalismo de los noventa fue la Fantas¨ªa ib¨¦rica de Claudio Prieto, dedicada a Fr¨¹hbeck, que la estren¨® en el Festival de Granada en 1995. Difiere de la obra de Palomo tanto como se diferencian lo castellano y lo andaluz. Prieto se acerca al universo tradicional de Castilla primero tenuemente y a trav¨¦s de un cantar identificativo que m¨¢s tarde se var¨ªa y desarrolla en todos los sentidos hasta lograr culminaciones de gran brillantez. En los pentagramas de la Fantas¨ªa, forma libre por naturaleza, se transparenta el ser y el sentir de Prieto, que maneja la orquesta con la destreza por todos reconocida. Como punto final, la imponderable segunda suite de Dafnis y Cloe, de Ravel, obtuvo la mejor versi¨®n que hasta la fecha hemos escuchado.
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