Bill Cliton recorre Estados Unidos entre signos de amor y odio
Fue un d¨ªa tan largo como otro en la vida del presidente de EE UU, pero un poco m¨¢s amargo. Bill Clinton terminaba el jueves su carrera por la playa de San Diego y regresaba acalorado hacia su hotel, cuando una mujer que le esperaba desde hac¨ªa horas se lanz¨® a gritarle lo que, un d¨ªa antes, Bob Dole seguramente ten¨ªa en la cabeza pero no se hab¨ªa atrevido a decir: "Es usted una desgracia para la presidencia, para su sexo y para esta naci¨®n. Es usted un cobarde que huy¨® de la guerra, un barrigudo y un mentiroso. Presume usted de ser un feminista, y todo lo que ha hecho ha sido acosar a las mujeres".
Clinton trat¨® de ignorar los insultos. Pero Valerie Parker, de 32 a?os, volvi¨® a la carga: "Es usted un idiota y un acosador de mujeres. ?C¨®mo puede usted dormir por las noches? ?Por qu¨¦ puede usted enviar a su hija a un colegio privado y yo no? ?No le da a usted pena de Dole, que es un pobre inv¨¢lido? ?Mentiroso gordinfl¨®n!".Valerie trat¨® de conseguir el respaldo de otras personas que miraban al presidente. Pero no lo consigui¨®. "Nosotros le queremos", dijo Renatte Adler. "Siga haciendo tan buen trabajo, se?or presidente. Le queremos", le gritaron los dem¨¢s, mientras Valerie se retiraba del lugar.
Mark Skousen hab¨ªa sido testigo de la escena al lado del presidente. Skousen hab¨ªa visto salir esa ma?ana del hotel a Clinton rodeado de sus guardaespaldas y le pregunt¨® si pod¨ªa correr junto a ¨¦l. El presidente lo invit¨® a la sesi¨®n de ejercicio, durante la que ambos conversaron de pol¨ªtica, de deporte y de los apuros de cualquier familia para salir adelante. Mark no ten¨ªa previsto votar por Clinton antes de la conversaci¨®n. Tampoco despu¨¦s. Pero qued¨® muy impresionado de la sencillez del presidente,. de su buena forma f¨ªsica y de la serenidad con que reaccion¨® a los insultos de Parker.
No es que cosas as¨ª ocurran frecuentemente en esta campa?a electoral, pero desde que apareci¨® en la escena pol¨ªtica nacional -incluso antes, durante su etapa de gobernador de Arkansas-, Bill Clinton ha sido siempre un personaje que despierta amores y odios extremos. Para una tercera parte del pa¨ªs, es un l¨ªder preocupado y c¨¢lido como no se ha conocido en d¨¦cadas. Para otra tercera parte, es un izquierdista seguido de todos los calificativos con que le obsequiaron en San Diego. Para el resto, es un presidente que lo ha hecho bien en sus primeros cuatro a?os, pero en quien no se puede confiar del todo.
Pese a que goza de enormes posibilidades de conseguir la reelecci¨®n, todav¨ªa no ha sido capaz de superar la barrera del 50% en la mayor¨ªa de las encuestas cuando se pregunta a los entrevistados sobre la integridad y la confianza que les inspira el presidente.Bob Dole trat¨® de sacar partido de esa realidad mencionando algunos de los esc¨¢ndalos de los que Clinton fue protagonista en el ¨²ltimo debate entre ambos. Pero la estrategia no ha funcionado, principalmente por una raz¨®n: los amigos y los enemigos del presidente est¨¢n ya claramente situados en sus bandos respectivos, y es muy d¨ªficil que esuchen algo nuevo que les haga cambiar de opini¨®n. Sobre todo, porque los amigos de Clinton lo son tan apasionadamente como sus enemigos, y con cada acusaci¨®n que oyen Contra ¨¦l, parecen quererlo m¨¢s a¨²n.
Aplausos
Eso fue evidente cuando pocas horas despu¨¦s Clinton fue aplaudido con entusiasmo en Santa Ana, en el coraz¨®n d¨¦ Orange County, considerado hasta hace poco el condado m¨¢s republicano de EE UU. Orange County ha sido desde hace a?os un ¨¢rea de emprendedoras clases medias y altas donde la principal ideolog¨ªa era la del progreso, y el mayor enemigo, los impuestos. Ronald Reagan convirti¨® esa regi¨®n, a unos cincuenta kil¨®metros de Los ?ngeles, en el centro de su revoluci¨®n conservadora. Pero Orange County cambi¨® con la crisis econ¨®mica de finales de los 80 y la ola de inmigraci¨®n. La plaza en la que habl¨® Clinton estaba repleta de latinos, y los anglosajones presentes se mostraban m¨¢s preocupados por sus empleos que por los problemas de car¨¢cter atribuidos a Clinton.Todos ellos se ve¨ªan en apasionada sinton¨ªa con el presidente, unos porque creen en ¨¦l como ¨²nica garant¨ªa de conservar las escuelas p¨²blicas y los hospitales para sus hijos, otros porque le est¨¢n agradecidos por la mejora econ¨®mica experimentada en los ¨²ltimos cuatro a?os, y todos porque conf¨ªan en que Clinton cumplir¨¢ con su promesa de acabar con el d¨¦ficit sin recurrir a mayores cargas fiscales.Cuando Clinton pregunt¨®: "?Est¨¢n ustedes mejor hoy que en 1992?", todos contestaron con un rotundo s¨ª. En la salida del mitin, sendos grupos de activistas volv¨ªan, sin embargo, a poner en la campana una carga emocional infrecuente en la pol¨ªtica norteamericana. Unos vend¨ªan camisetas con el letrero "Susan McDougal, presa pol¨ªtica", en alusi¨®n a la socia de Clinton en Whitewater que fue encarcelada hace pocos meses por el juez que investiga ese esc¨¢ndalo. Otros activistas de signo opuesto ven d¨ªan otras camisetas con otra le yenda pol¨¦mica: "?Qui¨¦n mat¨® a Vicent Foster?", nombre del funcionario de la Casa Blanca, supuesto poseedor de los secretos de Whitewater, que se quit¨® la vida en Washington en 1993. Clinton termin¨® la jornada en territorio favorable, en los Estudios Universal de Los ?ngeles. La industria cinematogr¨¢fica est¨¢ volcada del lado del presidente, que esa noche vol¨® rumbo a la Casa Blanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.