100 obras forman la primera antol¨®gica de Domenichino en la capital italiana
Domenico Zampleri, Domenichino, fue pol¨¦mico en su tiempo por mantenerse clasicista mientras la pintura italiana derivaba hacia el barroco, y, de alg¨²n modo, ha seguido si¨¦ndolo. Hasta la semana pasada, era el ¨²nico sin una exposici¨®n antol¨®gica entre los representantes destacados de la generaci¨®n de pintores crecida en Bolonia, emigrada a Roma y eventualmente a N¨¢poles, que marc¨® la evoluci¨®n del arte italiano del siglo XVII. M¨¢s de 100 obras de 44 colecciones o museos han confluido en el Palazzo Venecia de Roma en esta primera gran muestra, que no esconde los aspectos pol¨¦micos del pintor.Dos grandes cuadros centran el debate hist¨®rico sobre Domenichino. Uno es La Comuni¨®n de san Jer¨®nimo, pintada por Zampieri, propiedad de los museos vaticanos y valorada por Nicol¨® Poussin al nivel de la Transfiguraci¨®n de Raffaelo di Sanzio. El otro es el mismo tema pintado a?os antes por Agostino Carracci. Giovanni Lanfranco, contempor¨¢neo de Domenichino y alumno como ¨¦ste de la academia de los Carraci, afirm¨® en su d¨ªa que el San Jer¨®nimo de Domenichino era un plagio vil del maestro.
Otras series de cuadros permiten comparar el primer estilo de Domenichino con el de sus contempor¨¢neos, incluido el gran Guido Reni, que tampoco fue amigo de Zampieri. La primera pintura de ¨¦ste, al comienzo del siglo, respeta patrones formales y crom¨¢ticos que recuerdan a la pintura v¨¦neta de Jacopo Bassano, seg¨²n se ve en la Adoraci¨®n de los Pastores, de la Galer¨ªa Nacional de Edimburgo, tal y como le hab¨ªan sido trasmitidos por Annibale Carracci. Hubo plena identidad entre ¨¦ste y su disc¨ªpulo. La Piedad de Domenichino da r¨¦plica muy cercana a otras dos cl¨¢sicas del segundo Carracci, una enviada por el Louvre y otra de la National Gallery de Londres. Otra Piedad remitida por un banco de Cesena indica que, en la misma ¨¦poca, Giovanni Lanfranco se asomaba al tenebrismo de Caravaggio.
El periodo de madurez est¨¢ representado por tres Sibilas y por cuadros c¨¦lebres como La Magdalena en gloria, del Ermitage; Rinaldo y Armide, del Louvre, o La caza de Diana, de la Pinacoteca
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