Gran noche de Chailly

Precedido de gran artiller¨ªa informativa, comenz¨® el ciclo de Iberm¨²sica. Vino la Sinf¨®nica de Londres con Riccardo Chailly para interpretar un programa - denso y excesivamente largo: la Sinfon¨ªa de r¨¦quiem de Britten (1940) y la siempre problem¨¢tica D¨¦cima sinfon¨ªa de Mahler en la recoilistrucci¨®n del music¨®logo brit¨¢nico Derry Cook (Leicester, 1919-Croydon, 1-976).La obra de Britten cuenta sus mejores y m¨¢s intensas creaciones. Obediente a una po¨¦tica de gran espiritualidad y realizada con primor detakkista, alcanzan cimas tan bellas como el Requiem aeternam. S¨®lo la feliz idea del tema en las flautas vale, todo un mundo por su quietud serena y doliente. Chailly, m¨²sico por naturaleza y profunda formaci¨®n, logr¨® del conjunto londinense una versi¨®n de alta categor¨ªa y sutil comunicabilidad.Sobre los avatares de la D¨¦cima sinfon¨ªa, iniciada por Mahler el a?o anterior a su muerte, se ha, escrito todo sin que jam¨¢s pueda resolverse una verdad incomnovible: el genio ni se lega ni, se hereda, y el m¨¢s amoroso continuador de un gran, maestro nunca ser¨¢ capaz de asumir un protagonismo de, condici¨®n intransferible. Mahler de abocetados dos movimientos de la obra -el adagio y el primer scherzo- que se conocieron en 1924. Luego vino ¨¦l concienzudo trabajo de Derry Cook que dio como resultado una versi¨®n completa de la inmensa obra, que ¨¦l mismo revis¨® en 1972.Habitualmente se interpreta s¨®lo el angustioso adagio, por ser el fragmento de mayor autor¨ªa mahletiana. El resto y a¨²n el mismo adagio nos sit¨²an ante el enigma de lo que habr¨ªa sido esta obra monumental si el compositor no hubiera muerto en Viena, el 18 de mayo de 1911. No hay solucion.Para muchos, Chailly ha ingresado en el olimpo de los grandes, mahlerianos. No comparto la idea por lo que tiene de reduccionista, ya que el criterio y la inquietud del director milan¨¦s son de muy amplias miras. Lo cierto es que o¨ªmos una versi¨®n re¨¢ponsable, bien narrada, expresada y matizada, y que el maestro y la orquesta londinense recibieron muy largos y justos aplausos.