El hijo de Robocop
Hay que reconocerlo: es un tipo de una pieza. Sus gestos, tal vez algo rudos para el registro de un verdadero crack, se corresponden con su f¨ªsico de bracero. Su figura es el esplendor de la prote¨ªna, Visto de cerca parece convexo como un canto rodado: su cabeza es una bala reci¨¦n salida del molde, su silueta tambi¨¦n se ampl¨ªa en redondo por las hombreras y, en efecto, curva sobre curva, tiene un inconfundible acabado, al cuarzo. Quienes han sido atropellados por ¨¦l dicen que se oye un rumor de trituradora cuando camina, que tiembla el pavimento cuando comprueba las botas y, en fin, que al pajar de largo deja en el aire un inequ¨ªvoco, vac¨ªo de locomotora. Bajo el efecto de los nuevos dise?os por ordenador, quiz¨¢ est¨¦n un poco impresionados por la aparici¨®n de este jugador cibern¨¦tico. Pero hay que reconocerles un fondo de raz¨®n; ahora mismo est¨¢n convencidos de que para tumbar a este chico no basta un rev¨®lver: hay que acertarle con un bazuca.Aunque la tentaci¨®n de encumbrarle como quinto rey es muy fuerte, acaso sea un poco prematuro proclamarle delf¨ªn de Pel¨¦. Es un hecho que con s¨®lo 20 a?os hace locuras ante nuestras acad¨¦micas defensas en l¨ªnea; pero Pel¨¦ se consagr¨® sin salir de la adolescencia. Con 17 a?os, apareci¨® en la final de un campeonato del mundo, se hizo interpretar por Coutinho, y le aguant¨® el plano a Man¨¦ Garrincha. Luego puso a arder la fr¨ªa Estocolmo: pis¨® el ¨¢rea, encaden¨® dos gorros y una volea, pint¨® la cara a los defensores suecos por riguroso turno, y se llev¨® la copa y la magia a los calveros de Minas Gerais.
Sobre Ronaldo hay, por supuesto, algunas evidencias muy prometedoras. Reci¨¦n llegado, comenz¨® a tratar a centrales, laterales y dem¨¢s Jaur¨ªa como si fuesen los maderos de una talanquera: recortaba, culebreaba, aceleraba y se la llevaba. Sin embargo, ahora parece. inclinado por la segunda opci¨®n: tratarlos como si fueran bolos. Toma carrerilla, se acomoda el bal¨®n junto al empeine, se inventa una tarima verde, se lanza contra la pila de forzudos, la deshace como si estuviera hueca, sigue su camino hacia el primer palo y hace un boquete en el segundo. ?Qu¨¦ es esto? ?Una infiltraci¨®n del f¨²tbol americano? ?Material nuclear transformado en Holanda? ?El hijo de Robocop?
Por el momento s¨®lo importa saber que ha puesto a pensar a nuestra n¨®mina de entrenadores. Al parecer, lo s desertores de la defensa en zona ya est¨¢n buscando sicarios en las sentinas.
Si la historia de Maradona se repite, uno de ellos recibir¨¢ el encargo de matarlo por la espalda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.