?Agua!
A la sequ¨ªa oto?al o al verano desplazado dos meses, es decir, a la en¨¦sima crispaci¨®n del clima, parece corresponder el ambiente pol¨ªtico de lo ambiental. Contagiados por esa renuncia a cumplir los compromisos que de nuevo exhiben las nubes y los term¨®metros, la ministra Tocino da buenos titulares, pero deja para nadie sabe cu¨¢ndo unas m¨ªnimas consecuencias con lo declarado. Aplaudimos los gestos sobre las Hoces de Cabriel, Anchuras o el Plan Hidrol¨®gico. Se han detenido as¨ª algunas llamativas aberraciones heredadas, pero se hace muy poco m¨¢s. Parece claro que est¨¢n empantanados, y mucho con temas pantanosos. Por desgracia, se han confirmado los peores. presagios en cuanto a presupuestos se refiere. Dedicarle el 1,1% del total del Estado al medio ambiente es condenar al raquitismo a un reci¨¦n nacido. Es cierto que se han mejorado algunas partidas, como las destinadas a parques nacionales, aunque sin llegar a lo que dispusieron hace a?os. Lo grave es que con ser el agua lo que vertebra, y bien est¨¢, al nuevo ministerio, parece descabellado no adjudicar un necesario incremento de recursos destinados a seguir. mejorando su calidad, ahorro y reutilizaci¨®n. Ha quedado mal parado el activo disponible para saneamiento cuando, entre los compromisos europeos, no s¨®lo est¨¢ el que la inflaci¨®n o la deuda se queden en determinadas cotas, sino que deber¨ªamos depurar la casi totalidad de nuestros flujos h¨ªdricos para el 2000. El casi 50% que nos falta obviamente no ser¨¢ alcanzado.
Seguro que entramos en la moneda ¨²nica pero dejando fuera la transparencia del l¨ªquido vital, base y no marginalidad de la riqueza.
Esta Administraci¨®n sigue sin encarar el dise?o de la base principal de todo desarrollo. Ahora mismo carece de horizonte m¨ªnimamente racional el paliar no ya la demanda sino la sed del sudeste. Cuando continuamos sin poder trasvasar lo demandado por los receptores levantinos y murcianos resulta que de las mismas fuentes se pretende abastecer tambi¨¦n a buena parte de los manchegos. Lo cierto es que el disparate de crear una red artificial de tuber¨ªas para el suministro de varias comarcas de La Mancha ligadas al Guadiana a partir del Tajo contraviene las m¨¢s elementales reglas de respeto al entorno. La argumentaci¨®n tantas veces exhibida contra los trasvases se olvida cuando la tuber¨ªa va hacia casa. Y eso supone abandonar directrices europeas, la responsabilidad de regenerar los ac¨²¨ªferos y de preservar la potabilidad de los mismos. Poco es lo que encaja con las declaraciones del secretario de Estado de que el Plan Hidrol¨®gico, tal y como estaba contemplado -a base de, nuevos embalses y trasvases- no, es soluci¨®n aceptable para la enorme crisis del agua en nuestro pa¨ªs. Por tanto, habr¨ªa que hacer algo con esos proyectos o los de Itoiz, Castrovido III o Alqueva. Los navarros de all¨¢ o los heroicos y casi olvidados burgaleses de Palacios de la Sierra, siguen peleando por un Irati y un Arlanza menos encarcelados ante la incomprensi¨®n del Ministerio de Medio Ambiente. .
No menos a encarar, y con m¨¢xima urgencia, es nuestra postura sobre Alqueva, la mayor presa de Europa, a no construir o al menos a minimizar. El proyectado embalse del Guadiana portugu¨¦s y espa?ol es probablemente el mayor desprop¨®sito ambiental y econ¨®mico de los ¨²ltimos lustros. Es el diagn¨®stico que ha hecho el Colegio Oficial de Ingenieros de Caminos. Que el colectivo m¨¢s beneficiado por la obra p¨²blica haga una enmienda a la totalidad de un proyecto, como el de Alqueva demuestra que cabe la coherencia ambiental. ?ptima, pues, la argumentaci¨®n de esos profesionales. S¨®lo queda que, la acepten los responsables de las dos naciones ib¨¦ricas.
Puede decirse que de momento en esto de lo hidrol¨®gicolos actuales responsables est¨¢n dando casi todas en el agua, como en el juego d¨¦ los barcos. Sobre todo cuando rescatan del necesario olvido el imposible e injusto mercado hidrol¨®gico. Nada tan patrimonio, com¨²n como el agua, nada tan necesitado de solidaridad y gesti¨®n altruista como la base de toda vida. En consecuencia, nada resultar¨ªa tan empobrecedor como la privatizaci¨®n de la misma.
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