El novelista va al cine
Hace m¨¢s de cuatro a?os, el productor Q y la directora Q propusieron al novelista M realizar la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de su novela Todas las almas, que transcurre en Oxford. M contest¨® que no cre¨ªa que ¨¦sa ni ninguna otra obra suya reciente fueran adecuadas para su traslaci¨®n a la pantalla, pero Q y Q, como era preceptivo, se mostraron confiados, entusiastas y aun zalameros. En una de las conversaciones previas a la aquiescencia le M, Q el Mayor le habl¨® de la relaci¨®n hmosexual entre dos personajes del libro, Toby Rylands y P. E. Cromer-Blake. "No ay nada de eso, ni la menor insinuaci¨®n", respondi¨® M at¨®nito. ?No? ?No han sido amantes? Se dice que Cromer-Blake es homosexual, y no se descarta que Rylands tambi¨¦n lo sea". "Y qu¨¦", dijo el novelista, "se trata de una relaci¨®n de maestro y disc¨ªpulo, paterno-filial a lo sumo, nada m¨¢s". Aun as¨ª Q insisti¨® con una pregunta en verdad genialoide:?Est¨¢s seguro?". M pudo haber sido sarc¨¢stico pero no lo fue, e limit¨® a contestar o obvio: "?C¨®mo no voy a estar seguro, si el libro lo he escrito yo?". M, ingenuo, respir¨® con alivio creyendo haber atajado a tiempo un grave malentendido de lectura.
Se acord¨® que el novelista no intervendr¨ªa en el proyecto, pero tambi¨¦n que la productora Q le mantendr¨ªa informado de las diferentes fases del proceso de gui¨®n y realizaci¨®n, "de forma que se garantice el respeto de la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica al esp¨ªritu de la obra". Pas¨® el tiempo, y M fue discreto: no anduvo inquiriendo, esperaba siempre a ser informado. No lo fue mucho, y sobre todo lo fue cada vez menos. Cuando supo de la existencia de un gui¨®n, lo solicit¨® varias veces sin ¨¦xito, hasta que se impacient¨® y por fin le fue enviado. Lo ley¨® y qued¨® perplejo, pero como M es muy aficionado al cine y sabe que un gui¨®n no es una pel¨ªcula en mayor medida que los planes de un arquitecto son el edificio o una partitura es la m¨²sica interpretada, call¨® y esper¨® a ver si los guionistas Q y Q mostraban inter¨¦s por conocer su opini¨®n. No mostraron ninguno, ni volvieron a dar se?ales de vida en mucho tiempo. M sigui¨® algunas vicisitudes del rodaje en Oxford s¨®lo por la prensa, o a trav¨¦s de un conocido suyo oxoniense que intervino en ¨¦l como extra. Por la prensa se enter¨® del t¨¦rmino de ese rodaje, y por ella supo, meses m¨¢s tarde, que "la adaptaci¨®n" de su novela se presentaba a concurso en el Festival de San Sebasti¨¢n. En declaraciones de Q o de Q, ley¨® que El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands trataba "de la homosexualidad y la eutanasia". Algo milagroso, dado que en su novela no hay ninguna eutanasia y la homosexualidad aparece como algo lateral y anecd¨®tico. Nunca vio un cartel ni un folleto, nunca fue consultado respecto a c¨®mo deb¨ªa aparecer su nombre en los t¨ªtulos de cr¨¦dito. Tuvo que ser ¨¦l quien, ante la inminencia del estreno, se dirigiese al productor Q para que le dejaran ver la pel¨ªcula antes, y por fin la vio el lunes 14 de octubre de este a?o. En los t¨ªtulos de la versi¨®n original en ingl¨¦s ley¨®: "Una adaptaci¨®n libre de Todas las almas..." Pens¨® que, como adaptaci¨®n, m¨¢s que libre era loca, lo pens¨® seg¨²n transcurr¨ªa el metraje.
Y como M no era otro que quien esto firma, paso sin dificultades a la primera persona. No hace falta decir que una de las bases de la cinta es la relaci¨®n homosexual de Ryland (que ya no se llama Toby) y Cromer-Blake (que se llama Alfred ahora, quiz¨¢ por Hitchcock): no hab¨ªa malentendido hace cuatro a?os. Como en la novela, hay un profesor espa?ol, y quiero creer que el literario no es tan p¨¢nfilo como el cinematogr¨¢fico. Cromer-Blake, sigue enfermo. Como en la novela, hay un aya hind¨², pero no es la misma, en la pantalla vemos al t¨®pico personaje ex¨®tico, sapiente y casi adivino, un clich¨¦. El Ryland viajero s¨®lo tiene que ver con Toby en lo externo: aqu¨ª es un tipo insoportable y borde que se pasa hora y media soltando imperteinencias sin cuento en el mismo tono y con el mismo gesto, un personaje plano que no se entiende por qu¨¦ despierta variadas pasiones multisexuales cuando lo natural ser¨ªa cruzar la calle nada m¨¢s verlo. Tuvo un amor intenso -se nos dice, no lo notamos- con Cromer-Blake, pero una tarde se acost¨® con la hermana de ¨¦ste, Jill, con tanta punter¨ªa que le hizo una hija, la cual, con 10 a?os, ignora qui¨¦n es su padre. Es Jill, que no existe en la novela, es casualmente enfermera para que pueda enterarse de la enfermedad mortal de su hermano sin ning¨²n problema. Aparece un estudiante negro que nunca habr¨ªa sido admitido en Oxford: no por su raza, sino por sus absurdos modales m¨¢s bien propios de Berkeley en los a?os sesenta y por su p¨¦simo e incomprensible acento en la lengua que estudia, el espa?ol. Todo es melodram¨¢tico y m¨¢s bien solemne, la historia parece salida de un culebr¨®n de sobremesa, con sus paternidades secretas, sus sexualidades triangulares y su viril eutanasia. El humor y la iron¨ªa de la novela est¨¢n ausentes.
La direcci¨®n es mucho mejor que el gui¨®n y trata con sobriedad bu liada sobrio material. La m¨²sica es excelente, y buena la fotograf¨ªa. El actor Ben Cross hace un Cromer Blake convincente, y el veterano secundario Maurice Denham est¨¢ magn¨ªfico en sus breves apariciones. Hay un exceso de travellings que no logran su prop¨®sito de emocionar, y a veces tuve la impresi¨®n de estar viendo una serie televisiva de la BBC: cuidada, decorosa, academicista, sin atrevimiento ni inspiraci¨®n. Los di¨¢logos son inveros¨ªmiles a menudo, pero no me parecieron tan "estupefacientes " como a la revista inglesa Time Out. En algunas escenas me descubr¨ª impacientado, dando golpecitos con un pie en el suelo, y en alg¨²n momento abochornado, pensando: "Santo cielo, habr¨¢ gente que creer¨¢ que esto est¨¢ en mi novela". Sal¨ª de la proyecci¨®n ... Bueno, dej¨¦moslo.
Los cr¨ªticos espa?oles han encontrado la pel¨ªcula estupenda y el gui¨®n perfecto. Puede ser, a mi juicio no tiene especial valor a ese respecto. Pero s¨ª lo tiene a la hora de juzgar, pues qui¨¦n podr¨ªa si no, "el respeto al esp¨ªritu de la obra", nulo seg¨²n mi juicio. Tanto si El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands es una obra maestra como si es espantosa, en todo caso tiene muy poco de la letra y nada del esp¨ªritu de Todas las almas. Yo, por otra parte, estaba convencido de que los artistas trataban bien a sus fuentes de inspiraci¨®n. Despu¨¦s de esta primera experiencia, dudo que permita que ninguna otra obra m¨ªa sea "adaptada" al cine: nadie me asegurar¨ªa que el padre y el hijo de Coraz¨®n tan blanco no fueran a cometer incesto o que el narrador de Ma?ana en la batalla piensa en m¨ª no fuera a querer acostarse con el ni?o de dos a?os en vez de con su madre, Marta, y quedara convertido en un ped¨®filo. Demasiado riesgo para estos tiempos.
Javier Mar¨ªas es escritor.
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