El Bundesbank: no a un Estado dentro del Estado
Carta abierta al presidente del Bundesbank, Hans Tietmeyer
En la primavera de este a?o me escribi¨® usted una carta (publica da en Die Zeit del 26 de abril) en la que pon¨ªa de manifiesto que no s¨®lo no se opone a la Uni¨®n Monetaria Europea, sino que es un infatigable defensor. Pero a?adi¨®, limitando el alcance de - sus palabras en aspectos esencia les: "... en todo caso, considero, sin embargo, imprescindible la creaci¨®n de un s¨®lido fundamento econ¨®mico y pol¨ªtico". Por eso, yo le repliqu¨¦: "Le seguir¨¦ considerando como el principal opositor a la Uni¨®n Monetaria, lo que a mis ojos, por otra parte, no es deshonroso, aunque testimonia una falta de visi¨®n estrat¨¦gica".
Entretanto, en sus discursos p¨²blicos -lo he escuchado dos veces- y en entrevistas no s¨®lo ha subrayado, sino incluso ampliado, la limitaci¨®n arriba citada. Es evidente que usted no considera suficientes los fundamentos pol¨ªticos hoy existentes ni los fundamentos econ¨®micos establecidos en el Tratado de Maastricht.
Usted insiste en la "observancia estricta" de los cinco criterios contenidos en el Tratado de Maastricht, de acuerdo con los cuales debe medirse la idoneidad de un Estado para participar en la futura moneda com¨²n. Pero habitualmente silencia el art¨ªculo 104c -incorporado a la UE mediante el Tratado de Maastricht- y el amplio margen de decisi¨®n que dicho art¨ªculo otorga al Consejo Europeo, superior a cualquier criterio. M¨¢s bien suscita la err¨®nea impresi¨®n de que los criterios contenidos en los protocolos al Tratado de Maastricht son absolutamente vinculantes.
No obstante, dicho art¨ªculo se encuentra en el tratado de la UE desde Maastricht: si un Estado miembro no cumple "ninguno o s¨®lo alguno de estos criterios, debe tenerse en cuenta el resto de los factores relevantes, incluyendo la situaci¨®n econ¨®mica y presupuestaria a medio plazo del Estado miembro".
Adem¨¢s, usted ha manifestado reiterada y p¨²blicamente que sin haber creado previamente una uni¨®n pol¨ªtica europea queda amenazado el funcionamiento eficaz de una moneda com¨²n. El p¨²blico alem¨¢n ha tenido que entender sus observaciones y declaraciones de igual signo de algunos de sus colegas en el Bundesbank, en el sentido de que, dadas las actuales circunstancias, usted preferir¨ªa que la moneda ¨²nica europea no llegara a ser una realidad. Por positiva que sea en teor¨ªa su visi¨®n del proceso de integraci¨®n europea, su influencia real sobre la opini¨®n p¨²blica alemana es negativa.
Su influencia en el resto de Europa se sit¨²a en otro plano. Como sus apariciones en los peri¨®dicos extranjeros son claramente m¨¢s frecuentes y tienen claramente m¨¢s relieve que, por ejemplo, las del ministro de Exteriores alem¨¢n, Klaus Kinkel, en Francia, Italia, Reino Unido y otros pa¨ªses, se crea la impresi¨®n de que usted es el due?o del proceso europeo. Y la insistencia e influencia de sus discursos no s¨®lo le hacen a usted mismo impopular -cosa que puede soportar-, sino tambi¨¦n a Alemania en su conjunto, cosa que no merecemos y que malamente podemos soportar. A muchos de nuestros vecinos, la Alemania que usted representa les parece ansiosa de dominio y poderosa en demas¨ªa.
Si la Uni¨®n Monetaria no es una realidad el 1 de enero de 1999, probablemente no llegue a serlo nunca; porque, entretanto, una parte considerable de la poblaci¨®n de todos los pa¨ªses se habr¨¢ rebelado contra el Tratado de Maastricht y los recortes presupuestarios, de los- que se culpa a Alemania. La consecuencia ser¨ªa la m¨¢s grave crisis del proceso de integraci¨®n europeo, y posiblemente su final. Alemania, entonces, quedar¨ªa aislada; justo lo contrario de esa integraci¨®n perseguida por todos los cancilleres, de Adenauer a Kohl, como meta estrat¨¦gica primordial en inter¨¦s vital de Alemania.
Estimado se?or Tietmeyer:
ya en el pasado ha cometido usted errores econ¨®micos y pol¨ªticos. Errar es humano, y no hay nadie que no se haya equivoca do. Sin embargo, tres de sus errores deber¨ªan moverle a examinar sus posiciones:
En primer lugar, en 1982 usted desarroll¨® el denominado plan Lambsdorff, que ten¨ªa como finalidad poner fin a la coalici¨®n de Gobierno mediante una aguda controversia econ¨®mica en el seno de la misma y llevar al Gobierno a la CDU-CSU. En realidad, desde entonces la deuda p¨²blica se ha cuadruplicado, la presi¨®n de Impuestos y tasas es m¨¢s alta que nunca, y, sobre todo, el desempleo ha alcanzado una magnitud inaudita; s¨®lo el ¨ªndice de inflaci¨®n es m¨¢s reducido que en 1982, cuando, como consecuecia de las dos explosiones de precio del, petr¨®leo, fue m¨¢s elevada transitoriamente. ?No deber¨ªa reconocer que sus esperanzas y las de Lambsdorff no se han cumplido en absoluto?
En segundo lugar, en la primavera de 1990, como asesor personal del canciller en materia de unificaci¨®n econ¨®mica y monetaria con la RDA, usted fue en alto grado corresponsable de cometer graves errores y hacer promesas ut¨®picas. ?No deber¨ªa admitir hoy que la revaluaci¨®n en m¨¢s del 100% del marco oriental fue una de las causas principales del colapso de la antigua industria de la RDA? ?Y que la promesa de que no ser¨ªa necesario ning¨²n tipo de aumento fiscal era una tonter¨ªa abismal, as¨ª como las promesas de "paisajes florecientes" y salarios en la ex RDA como los de la Alemania occidental en el plazo de cuatro a?os?
En tercer lugar, usted tuvo una responsabilidad destacada en el aumento de los tipos de inter¨¦s del Bundesbank que ten¨ªan como finalidad reducir la masa monetaria depu¨¦s de 1990. Particip¨® en la irregular negativa a incrementar el tipo de cambio del marco dentro del Sistema Monetario Europeo (SME), que se hab¨ªa hecho necesario como consecuencia de la primera decisi¨®n, y en la total disoluci¨®n del SME, al ampliar en m¨¢s de seis veces la banda de oscilaci¨®n permitida de los tipos de cambio. Con ello, comparte la responsabilidad de que el reci¨¦n establecido criterio de Maastricht, referido a la "observancia de las bandas de oscilaci¨®n normales del SME", perdiera su base. ?No deber¨ªa reconocer hoy que por esa raz¨®n el ecu qued¨® de facto suprimido, u n ecu que hab¨ªa sido bien recibido en los mercados financieros mundiales y que era excelente para la Uni¨®n Monetaria? ?Grave error!
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