Milicianos hutus mataron a los cuatro maristas
"Los cuatro hermanos est¨¢n muertos". La confirmaci¨®n lleg¨® desde Madrid: Servando Mayor, Miguel ?ngel Isla, Fernando de la Fuente y Julio Rodr¨ªguez, que atend¨ªan a los refugiados ruandeses del campo de Nyamirangwe, hab¨ªan sido asesinados, seguramente a golpes de machete, la noche del d¨ªa 31. Y todos los indicios apuntan a los interhamwe, las milicias hutus ruandesas que en abril de 994 se convirtieron en brazo ejecutor del genocidio contra los tutsis y los hutus partidarios de compartir el poder con la minor¨ªa, como responsables del crimen.
El temor del primer d¨ªa se ha ido abriendo paso como la luz en el bosque tropical. Los maristas se hab¨ªan abrazado a la esperanza de que al menos dos de sus compa?eros de Bukavu, una hermosa localidad tur¨ªstica ba?ada por el lago Kivu, en la provincia oriental zaire?a de Kivu sur, hab¨ªan escapado a la violencia que devora la regi¨®n de los Grandes Lagos.En la capital cultural de Ruanda, Butare, 160 kil¨®metros al oeste del lugar de los hechos, dos hermanos maristas, amigos de los asesinados, Eugenio Sanz, de 50 a?os, y Juanjo Luj¨¢n, de 28, terminan sus clases en el instituto de Save y reconstruyen paso a paso los antecedentes del asesinato con informaciones que han ido recabando desde la casa central en Roma, la provincial de Madrid y retazos de otros hermanos dispersos en el interior del torbellino sangriento en que se ha convertido Zaire.
Los misioneros maristas viv¨ªan a unos 15 kil¨®metros al noroeste de Bukavu, en una colina llamada Bugobe. Justo enfrente, en otra colina, se levantaba el campamento de Nyamirangwe, donde viv¨ªan precariamente 20.000 refugiados hutus huidos de Ruanda en 1994, cuando, tras el genocidio, el derrotado Ej¨¦rcito hutu y los interhamwe organizaron una gigantesca campa?a de propaganda e intimidaci¨®n y se llevaron un escudo humano de m¨¢s de un mill¨®n de personas.
Eugenio Sanz, toledano de Talavera de la Reina y profesor de Matem¨¢ticas, Qu¨ªmica, Biolog¨ªa, Religi¨®n y lo que le echen, recuerda que vio por ¨²ltima vez a los cuatro asesinados el pasado mes de febrero en un encuentro que celebraron en Nairobi, la, capital keniana. "Me contaron que la situaci¨®n en el campo era todo lo normal que ha sido la vida en los campos durante estos dos a?os y medio, con robos espor¨¢dicos". Nada parec¨ªa prever el estallido de septiembre, cuando los banyamulenge (tutsis residentes en Zaire desde hace generaciones) se levantaron en armas contra el corrupto Ej¨¦rcito zaire?o.
El gobernador de Kivu sur hab¨ªa anunciado que los banyamulenge -unos 400.000- ten¨ªan una semana para abandonar la regi¨®n o "ser cazados como rebeldes". Los combates en la zona provocaron en octubre un ¨¦xodo de refugiados y poblaci¨®n local que pronto puso a merced del hambre, la sed y la muerte a cerca de 400.000 personas. Las primeras decenas de miles acaban de llegar a Kisangani, casi 500 kil¨®metros al oeste. El campo de Nyamirangwe multiplic¨® su poblaci¨®n por cinco en unos d¨ªas: de 20.000 pas¨® a 100.000 personas. Y entre los reci¨¦n llegados, numerosos interhamwe (los que hacen cosas juntos, sea cortar un ¨¢rbol o matar) cargados de armas.
En Bugobe, los hermanos rehabilitaron unas viejas instalaciones y abrieron una escuela en la que ense?aban a m¨¢s de mil ni?os. Mientras Miguel ?ngel Isla, burgal¨¦s de 53 a?os, y Fernando de la Fuente, tambi¨¦n burgal¨¦s, de 50, daban clases en la escuela a los hijos de los refugiados, Servando Mayor, el tercer burgal¨¦s del grupo, de 40 a?os, y Julio Rodr¨ªguez, vallisoletano de 40, que llevaba apenas unas semanas en la provincia de Kivu sur, bajaban todos los d¨ªas a Nyamirangwe para repartir comida, atender un peque?o dispensario o hacer labor pastoral.
"Las cosas se empezaron a poner muy dif¨ªciles a finales de octubre. No sabemos exactamente qu¨¦ ocurri¨®. Pero el caso es que fueron asesinados".
Tras la muerte, el posterior ensa?amiento con el cad¨¢ver y la mayor humillaci¨®n: mezclarlo con las heces. Un odio que se prolonga m¨¢s all¨¢ del asesinato. El provincial de los maristas en Madrid, Adolfo Vara, se quej¨® ayer de la pasividad de la comunidad internacional. El embajador de Espa?a en Tanzania, Jos¨¦ Mar¨ªa Sanz Pastor, encargado de "rescatar vivos y recuperar cad¨¢veres, si es posible", sigue en Kigali.
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