La est¨¦tica y la manoletina en El Almac¨¦n
En la reciente haza?a narrativa de Jos¨¦ ?ngel Ma?as, Soy un escritor frustrado, se lee en la p¨¢gina 59: "Con el valor irracional de quien se juega la vida en el acto tom¨¦ una decisi¨®n irrevocable: matarla. Y a Mozart, si se impon¨ªa, tambi¨¦n". Le¨ªa yo estas l¨ªneas justo cuando, en la cadena SER, la inenarrable y excelsa torturadora Gemma Nierga, en su espacio, Hablar por hablar, atend¨ªa a sus almas en salsa vinagreta, a sus diosesillos de la noche. Uno de ellos, gimoteando, cont¨® que le hab¨ªan tocado en una loter¨ªa cerca de 700 millones de pesetas y que atravesaba el momento m¨¢s parapl¨¦jico de su pu?etera existencia. Otra individua telefone¨® para socorrerlo a trav¨¦s de las ondas e intentar sanar su infortunio: "Lo mejor es la calma", le recomend¨®. Otro individuo m¨¢s se rasg¨® las vestiduras y se enganch¨® a la moral y al pragmatismo: "Vaya usted a un banco".Es de esperar que, a estas horas, el se?or desafortunado ya se habr¨¢ suicidado, inspirado por las indicaciones dr¨¢sticas y curativas de Ma?as. Esa misma noche recordaba yo una cena bonita en El Almac¨¦n, el mejor restaurante de ?vila: es una bombonera, una p¨¢gina de la est¨¦tica de las formas, la manoletina m¨¢s seria, y graciosa al tiempo, si se examina y degusta alguna de sus creaciones. Le voy a insinuar un men¨² breve, posible hoy mismo, al llor¨®n / multimillonario.... por si a¨²n vive: un lenguado al horno con mantequilla de anchoas, h¨ªgado de pato con manzana caramelizada al calvados y, a modo de postre, un helado de tofe. Y para completar redondamente, una botella de Gran Vos, esos nuevos vinos del Somontano que dan que hablar desde hace pocos a?os por ser, se cree, un milagro. Y lo son, casi (El Almac¨¦n es premio nariz de oro, lo que dice de la milagrer¨ªa aut¨¦ntica de su bodega). La lujuria en El Almac¨¦n es limpieza deslumbrante, el buen gusto de la belleza, el amor de sus due?os y ayudantes. Y todo, por 5.000 pesetas, m¨¢s o menos.
Al d¨ªa siguiente trasnoch¨¦ en Barcelona. Y, en este tiempo en que las interrogaciones sobre el futuro de la gastronom¨ªa se venden por toneladas, reencontr¨¦ un remanso de paz en Las Ramblas, n¨²mero 20, en el bistr¨® / restaurante / comedor de siempre Amaya: la cocina catalana de toda la vida es intocable. Y dato singular: su bodega puede alegrar a los mustios y ense?ar a quienes sufren de exceso de liquidez (3.500 pesetas sin desbarajustes vin¨ªcolas).
Para cerrar las puertas de la noche, en la capital pujolista-pujoliana hay que tomar una copa en el Ideal-Bar. Es un milagro eterno en el espacio modernista, moderno y cl¨¢sico Barcelona. El Ideal (esquina Aribau con Mallorca), es joven desde que naci¨®, va para un siglo. El terciopelo rojo de sus butacones y sof¨¢s, su luz tenue, su distribuci¨®n simple, pero oportuna para hablar sin que nadie escuche, es un relajante que inspira la sensatez, alocada por dentro, de las parejas o grupitos que restauran su esp¨ªritu. El creador del Ideal fue quien, por primera vez, sirvi¨® cava por copas. Y hace ya un cuarto de siglo tambi¨¦n se lanz¨® a la venta de champa?a por copas. Son dos s¨ªntomas de civilizaci¨®n que, en Madrid, por ejemplo, andan a gatas a¨²n. Y no digamos en Palencia.
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