?A quien le importa la democracia argelina?
GEMA MART?N MU?OZEl r¨¦gimen argelino se apresta a adoptar un nuevo texto constitucional que suprime los principios m¨¢s democratizadores de la Constituci¨®n de 1989.
El refer¨¦ndum que se celebrar¨¢ ma?ana en Argelia para aprobar la reforma constitucional viene a culminar la segunda etapa de la pol¨ªtica inaugurada por el poder argelino hace un a?o con los comicios presidenciales, basada en la no aceptaci¨®n del di¨¢logo con el Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (FIS) y en la neutralizaci¨®n de la plataforma de Roma.Las elecciones presidenciales lograron un ¨ªndice de participaci¨®n que convirti¨® los comicios en un ¨¦xito para el r¨¦gimen, si bien ¨¦sta se logr¨® transmitiendo a la poblaci¨®n que era la ¨²nica soluci¨®n contra la violencia y para lanzar la reconciliaci¨®n nacional, lo que, sin embargo, no ha tenido lugar. Por el contrario, el tiempo ha mostrado que las elecciones, m¨¢s que significar el punto de arranque de un nuevo proceso, cumplieron una funci¨®n per se a trav¨¦s de la cual el r¨¦gimen militar argelino consigui¨® transmitir credibilidad a la comunidad internacional; desembarazarse de la losa de las elecciones legislativas interrumpidas en enero de 1992, haciendo caducos sus resultados; recuperar al FLN (Frente de Liberaci¨®n Nacional) en su papel tradicional de partido gubernamental; consolidar a Ham¨¢s en su funci¨®n de conquistador del electorado del FIS, y favorecer la divisi¨®n en el seno del FPS (Frente de Fuerzas Socialistas) de Ait Ahmed.
La reintegraci¨®n del FLN en el r¨¦gimen bajo el liderazgo de Bualen Benhamuda, m¨²ltiples veces ministro entre 1965 y 1986 y poco afecto al pluralismo, es una prueba m¨¢s de la actual din¨¢mica de recuperaci¨®n del bumedianismo y de la reintegraci¨®n en el aparato del Estado de ¨¦lites sociales y pol¨ªticas que fueron marginadas durante el periodo de Bendjedid. Esta reestructuraci¨®n se ha realizado en contra de la l¨ªnea rupturista, representada por Abdelhamid Mehri y Mulud Hamruch, partidaria de un consenso nacional amplio que, sin excluir al FIS, permita pacificar al pa¨ªs.
Asimismo, la estrategia de debilitaci¨®n del FIS por parte del r¨¦gimen militar se ha organizado en tomo a tres ejes. Por un lado, con medidas econ¨®micas destinadas a sustraerles el apoyo econ¨®mico de ciertos sectores de la burgues¨ªa urbana, favoreciendo, gracias a la liberalizaci¨®n del comercio desde 1994, sus inversiones en ¨¢mbitos de gran rentabilidad como el sector inmobiliario y el de la exportaci¨®n e importaci¨®n; y creando para los j¨®venes empleos pol¨ªticos que, si bien son improductivos, buscan sustraerlos de la tentaci¨®n de unirse a la guerrilla. Por otro lado, en t¨¦rminos pol¨ªticos, dentro del espectro islamista Ham¨¢s y el GIA (Grupo Isl¨¢mico Armado) sirven al r¨¦gimen militar para debilitar y fragmentar al FIS y a su brazo armado, el Ej¨¦rcito Isl¨¢mico de Salvaci¨®n (AIS). Permitiendo la expansi¨®n del islamismo "moderado" de Ham¨¢s se busca que ¨¦ste absorba el caudal de apoyo del que goza el islamismo, en importantes sectores de la sociedad. Ham¨¢s, con su l¨ªder Mahfuz Nahmah, representa lo que podr¨ªamos denominar como una "oposici¨®n constructiva", cuando no de compromiso con el poder.El GIA, desde su emergencia en 1993, ha supuesto una enorme concurrencia para el FIS, rompiendo la hegemon¨ªa de que ¨¦ste goz¨® en el seno de la tendencia islamista hasta el golpe de Estado de 1992. Las disensiones entre el AIS y el GIA han emergido en numerosas ocasiones, sobre todo cada vez que se apunta una iniciativa de di¨¢logo pol¨ªtico por parte del FIS o bien cuando el AIS critica las fatwas y las excomuniones pronunciadas por el GIA en su bolet¨ªn Al-Ansar. Por otro lado, las sanguinarias acciones del GIA y sus proclamas incendiarias de la guerra santa permiten al r¨¦gimen legitimar su lucha antiislamista (en la que se identifica a toda la guerrilla islamista con los excesos del GIA) y le facilitan el apoyo de los organismos econ¨®micos internacionales, temerosos de ver caer en manos de estos sectores violentos a este enorme pa¨ªs norteafricano rico en hidrocarburos.Ello ha tra¨ªdo consigo un apoyo econ¨®mico al r¨¦gimen argelino sin precedentes, con el solo requisito de cumplir con las exigencias del ajuste estructural impuesto por el FMI que Argelia ha cumplido bastante rigurosamente. As¨ª, el pa¨ªs ha ido experimentando un proceso creciente de militarizaci¨®n tanto por el aumento de las fuerzas de seguridad como por el de sus efectivos, y mientras en 1991 Argelia estaba sumida en una quiebra financiera, en la actualidad cuenta con un aumento de las inversiones petroleras y recibe una ayuda nunca imaginada que supera los cinco mil millones de d¨®lares. Como afirman algunos analistas, el conflicto parece ser m¨¢s rentable que el reparto del poder con la oposici¨®n.
Sin embargo, este apoyo financiero no evita que la crisis social se agudice d¨ªa a d¨ªa. Seg¨²n el Informe Mundial sobre el Desarrollo Humano de la ONU, Argelia se sit¨²a en el puesto 73 de los 10 1 pa¨ªses en desarrollo estudiados, lo que pone de manifiesto un progresivo proceso de pauperizaci¨®n y una cada vez mayor demanda Social: la tasa de natalidad baja, pero el n¨²mero de nacimientos es a¨²n del 2,5%; el n¨²mero de ni?os en edad escolar aumenta anualmente en tomo a los 500.000; son m¨¢s de 250.000 los j¨®venes que anualmente llegan a la edad de integrarse en el mercado laboral. Frente a esto, las estad¨ªsticas oficiales indican una tasa de desempleo del 28,1 % y un descenso del 70% del poder adquisitivo en 1995. ?Puede en este marco social permitirse la econom¨ªa nacional destruir miles de puestos de trabajo a causa del ajuste estructural? ?Puede estabilizarse el pa¨ªs sin contar con un pacto social por medio del cual la sociedad consienta en asumir los costes del reajuste estructural sin explosiones sociales y acepte parte de la responsabilidad en la gesti¨®n de la crisis econ¨®mica y financiera? Y ?puede este pacto realizarse sin un pacto democr¨¢tico que integre a todas las fuerzas pol¨ªticas reales?
No obstante, la Plataforma del Consenso Nacional, creada en septiembre pasado para avalar la reforma constitucional, volvi¨® a reproducir una concepci¨®n del consenso que, sistem¨¢ticamente, fracasa a la hora de integrar a todas las fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs: convertirlo en una simple invitaci¨®n a adherirse a un texto en cuya elaboraci¨®n no se ha comprometido a las diferentes fuerzas pol¨ªticas. En respuesta, relevantes personalidades del pa¨ªs, entre las que destacan las del FFS de Ait Ahmed y el sector reformista del FLN (Mehri y Hamruch), publicaron recientemente un "Manifiesto por la Paz", al que se adhiri¨® el FIS, en el que ped¨ªan el fin de la violencia y rechazaban la reforma constitucional y afirmaban que el actual poder argelino "no ha sabido reabsorber fracturas y exclusiones, ni eliminar odios y rencores y a¨²n menos lograr la paz y la seguridad".
Todo ello no va a evitar, sin embargo, que, reafirmado por el apoyo internacional que recibe y por lo rentable que resulta la utilizaci¨®n del miedo islamista, el r¨¦gimen militar argelino se desprenda, como hace un a?o hizo con las legislativas de diciembre de 1991, del lastre de la Constituci¨®n de 1989, adoptando un nuevo texto constitucional que suprime los principios m¨¢s democratizadores de aqu¨¦lla para reforzar el presidencialismo del r¨¦gimen y cortapisar el pluralismo y la libertad de acci¨®n de la C¨¢mara legislativa. Pero, ?a qui¨¦n le importa la democracia argelina?Gema Marfin Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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