Los nuevos desaf¨ªos pol¨ªticos de Gaddafi
Aunque el r¨¦gimen del coronel Muammar el Gaddafi no parece en peligro inminente de ser derrocado, los problemas a los que se enfrenta son cada vez m¨¢s intensos. Libia sufre la crisis m¨¢s profunda desde que Gaddafi y sus colegas militares derrocaron al rey Idris, pro occidental, el 1 de septiembre de 1969, y establecieron un r¨¦gimen revolucionario basado en los esl¨®ganes naseristas de libertad, socialismo y unidad. Gracias a los ingresos del petr¨®leo, y a una distribuci¨®n m¨¢s equitativa de la riqueza, el pueblo libio ha disfrutado de la mejora del nivel de vida y bienestar. Pero, en los ¨²ltimos tiempos un n¨²mero creciente de ciudadanos se siente tan desilusionada con el r¨¦gimen como sus padres con la monarqu¨ªa.La popularidad de Gaddafi siempre ha dependido de su capacidad para proporcionar a cuatro millones de libios las ventajas materiales que se espera que aporte el petr¨®leo. Mala gesti¨®n, corrupci¨®n, desmesurada inversi¨®n en armamento y prestigiosos proyectos p¨²blicos de dudoso valor han contribuido a una disminuci¨®n del nivel de vida y a una devaluaci¨®n de entre el 5% y el 7% del dinar en la ¨²ltima d¨¦cada. El creciente aislamiento internacional del pa¨ªs, incluso dentro del mundo ¨¢rabe, ha exacerbado estos problemas.
El volumen de exportaciones alcanz¨® su punto culminante en 3,3 millones de barriles diarios (b/d) en 1970, mientras que los ingresos llegaron a los 22.000 millones de d¨®lares en 1980. La producci¨®n cada vez menor de los campos petrol¨ªferos mal gestionados, combinada con el fracaso a la hora de descubrir y explotar fuentes alternativas, significa que Libia satisface a duras penas su cuota de producci¨®n de 1,3 b/d en la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo. Con los precios actuales, los ingresos del petr¨®leo est¨¢n por debajo de los 7.000 millones de d¨®lares anuales. Aparte del petr¨®leo, la econom¨ªa libia no tiene pr¨¢cticamente nada m¨¢s que ofrecer.
En la actualidad hay una amenaza a¨²n m¨¢s inquietante para la producci¨®n y los ingresos procedentes del petr¨®leo. Durante meses, los trabajadores del sector, descontentos, han saboteado las instalaciones. En junio de 1996, una estaci¨®n del importante yacimiento petrol¨ªfero de Sarir fue saboteada y, a finales de julio, los 60.000 b/d de producci¨®n perdida todav¨ªa no se hab¨ªan recuperado. Si esto fue obra de militantes isl¨¢micos, la amenaza al bienestar econ¨®mico de la naci¨®n es efectivamente grave. Las industrias de exportaci¨®n de petr¨®leo y gas no han sido atacadas ni siquiera en Argelia por los extremistas isl¨¢micos.
Libia se ve todav¨ªa m¨¢s aislada por las sanciones impuestas por la ONU para garantizar la extradici¨®n de dos libios acusados de bombardear el vuelo 103 de Pan-Am. Estas. sanciones ya han interrumpido todo el tr¨¢fico a¨¦reo con destino a Libia y procedente de Libia y esto, combinado con la congelaci¨®n de los salarios p¨²blicos desde hace una d¨¦cada, genera dificultades econ¨®micas para la. mayor¨ªa de la poblaci¨®n. La sanci¨®n m¨¢s eficaz, un embargo total de petr¨®leo, no ser¨ªa aceptable para los principales clientes europeos de Libia: Italia, Francia, Alemania y Espa?a. Sin embargo, la firma por parte del presidente norteamericano Bill Clinton el 5 de agosto de 1996 de la llamada Ley D'Amato (en virtud de la cual EE UU impondr¨¢ sanciones a las empresas extranjeras que inviertan en los sectores energ¨¦ticos de Libia e Ir¨¢n) har¨¢ que los europeos sean m¨¢s cautelosos a la hora de invertir en esos pa¨ªses y tendr¨¢ un impacto negativo en su econom¨ªa.
Probablemente, el intento m¨¢s serio de derrocar a Gaddafi fue el golpe de Estado fallido de un grupo de oficiales en Bani Ulid en octubre de 1993. El apoyo popular local a los rebeldes en una regi¨®n con fuertes afinidades tribales con la propia tribu de Gaddafi, los Gadadfa, fue una clara advertencia de que ya no se pod¨ªa confiar en el apoyo de las familias en su d¨ªa leales.
El profundo resentimiento social se ha puesto de manifiesto en revueltas ocasionales en Bengazi, Dema, Tobruk y Agedabia, as¨ª como en los campamentos de trabajadores de los campos petrol¨ªferos de la cuenca de Sirte. Tambi¨¦n se ha dicho que hay islamistas armados operando en las mesetas de Yebel el Ajdar, en Cirenaica (centro de la resistencia libia al Gobierno colonial italiano en los a?os veinte).
A principios de este a?o, un veterano del Ej¨¦rcito, el coronel Mif tah al Biaou, jefe de lo que se conoce oficialmente como la fuerza "anti-herej¨ªa", una unidad creada por Gaddafi. para combatir la amenaza islamista, fue asesinado en Bengazi. Las implicaciones de los disturbios son terribles, tanto para el r¨¦gimen como para todo el pa¨ªs.
Dos incidentes ocurridos este verano indican que el r¨¦gimen se enfrenta a un desaf¨ªo cada vez mayor. Seg¨²n algunas fuentes, varios cientos de personas fueron asesinadas en junio durante la supresi¨®n de una revuelta en la famosa prisi¨®n Bu Salim de Tr¨ªpoli. Adem¨¢s, al menos 30 personas murieron violentamente el 9 de julio en un extra?o incidente durante un partido de f¨²tbol y en el que se vieron implicados los dos hijos del coronel Gaddafi, Saadi y Mohamed. El hecho fue significativo porque era la primera vez en a?os que los libios, especialmente los j¨®venes, atacaban p¨²blicamente al l¨ªder y tambi¨¦n porque confirm¨® la rivalidad abierta entre los dos sucesores potenciales de Gaddafi. El propio Gaddafi parece haber fomentado la rivalidad entre los dos hermanastros. Mientras Mohamed controla la industria petrol¨ªfera, a Saadi, el menor, le han sido asignados nada menos que 80 nuevos comit¨¦s establecidos para aliviar la corrupci¨®n y reforzar la seguridad.
Gaddafl conf¨ªa en una mezcla de represi¨®n y cooptaci¨®n para superar estos nuevos desaf¨ªos. Los medios de comunicaci¨®n, bajo completo control estatal, sirven para presentar a los enemigos reales o imaginarios del Estado como marionetas del imperialismo y el sionismo. Gaddafi tambi¨¦n ha actuado astutamente para mejorar las relaciones con vecinos como Egipto, Sud¨¢n y T¨²nez con el fin de privar a sus rivales nacionales de cualquier apoyo procedente del exterior.
El l¨ªder libio tiene la ventaja de enfrentarse a una oposici¨®n profundamente dividida tanto dentro como fuera del pa¨ªs. Los militantes isl¨¢micos que pertenecen a peque?as organizaciones secretas como el Grupo Isl¨¢mico de Combate y los M¨¢rtires del Islam se han visto influidos por la experiencia de la lucha en Afganist¨¢n durante los a?os 80. Al parecer, al igual que sus colegas en otros pa¨ªses ¨¢rabes, muchos "afganos libios" han regresado del conflicto resueltos a utilizar las mismas t¨¦cnicas contra r¨¦gimenes que consideran no isl¨¢micos.
Entre los 50.000 libios que se calcula viven en el exilio, la organizaci¨®n mayor y m¨¢s conocida es el Frente Nacional para la Salvaci¨®n de Libia. Fundado en 1981, sus objetivos son la eliminaci¨®n del r¨¦gimen y la reconstrucci¨®n nacional. En el interior del pa¨ªs, los islamistas se perfilan como la oposici¨®n al r¨¦gimen m¨¢s seria a largo plazo. Su desaf¨ªio al r¨¦gimen tambi¨¦n garantiza a Gaddafi. un residuo de credibilidad y apoyo ¨¢rabe. Como sus hom¨®logos en Egipto, T¨²nez y Argelia, Gaddafi puede presentarse como un baluarte frente al creciente desaf¨ªo isl¨¢mico regional.
Aunque desorientada y fragmentada la sociedad libia sigue siendo esencialmente cerrada y homog¨¦nea. Libia desconoce casi completamente las profundas divisiones pol¨ªticas o religiosas de otros Estados ¨¢rabes. Se dice que Gaddafi ha disfrutado durante mucho tiempo del apoyo sin reservas de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n libia porque, con la mitad de ¨¦sta menor de 15 a?os, pocos recuerdan condiciones mejores. Pero la juventud desilusionada, como demostr¨® Gaddafi. en 1969, puede a veces actuar decisivamente para enmendar lo que en su opini¨®n anda mal. En vista de los pocos indicios de recuperaci¨®n econ¨®mica, el descontento social y pol¨ªtico con el r¨¦gimen del coronel Muammar el Gaddafi parece condenado a aumentar. Sin embargo, a¨²n no parece haber llegado la hora de un posible derrocamiento.
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