Paz por presos
?SER?A POSIBLE cerrar el cap¨ªtulo de los GRAPO mediante alguna f¨®rmula dialogada que favorezca su autodisoluci¨®n? Los propios terroristas lo hab¨ªan planteado algunas veces, pero siempre en t¨¦rminos que inclu¨ªan contrapartidas pol¨ªticas que ning¨²n Gobierno, podr¨ªa asumir. Ahora se ha sabido, sin embargo, de la existencia de alguna propuesta lo bastante realista como para ser tomada en cuenta. Sobre esa base el actual ministro del Interior, Mayor Oreja, ha autorizado que prosigan los contactos iniciados bajo el mandato de su predecesor Belloch. Agentes del Cesid han mantenido varios encuentros con presos de los GRAPO.La concentraci¨®n de varios antiguos dirigentes en la prisi¨®n de Sevilla ha sido una concesi¨®n preliminar de la administraci¨®n penitenciaria para favorecer el proceso. Las reivindicaciones que plantean a cambio del abandono de la violencia son la legalizaci¨®n de su brazo pol¨ªtico -el autodenominado PCE Reconstituido- y la concesi¨®n de indultos y otras medidas que permitan la paulatina salida de prisi¨®n de los 59 activistas que permanecen encarcelados. Un proceso, en resumen, similar al que hizo posible, hace 14 a?os, la autodisoluci¨®n pactada de ETA Pol¨ªtico-militar.
Es evidente, sin embargo, que ning¨²n acuerdo podr¨¢ concluirse sin aclarar el destino de Publio Cord¨®n, secuestrado por esa banda en junio de 1995 y que sigue en paradero desconocido. El Ministerio del Interior ha confirmado los contactos, precisando que cualquier eventual acuerdo se producir¨¢ en el marco de la legalidad. Pese a ello, algunas voces, como la de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo, han mostrado sus reticencias. Su posici¨®n es comprensible porque, ciertamente, a otros delincuentes no se les da la ocasi¨®n de salir de la c¨¢rcel s¨®lo por decir que no piensan reincidir. As¨ª y todo, si hubiera garant¨ªas de un efectivo abandono de la violencia, no habr¨ªa que descartar la b¨²squeda de f¨®rmulas que faciliten la autodisoluci¨®n. Si la voluntad de dejarlo es sincera, como lo era en el caso de los polimilis, esas f¨®rmulas, y su encaje m¨¢s o menos forzado en la legalidad, acaban encontr¨¢ndose.
Esa es de momento la diferencia con ETA: que nada indica que esta organizaci¨®n tenga voluntad de abandonar las armas. Por eso plantea contrapartidas pol¨ªticas que sabe inaceptables para cualquier Gobierno democr¨¢tico.
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