El sentimiento constitucional
El importante papel que el "sentimiento constitucional" desempe?a en el proceso pol¨ªtico no es un descubrimiento de la moderna teor¨ªa de la Constituci¨®n. Como la mayor parte de los problemas relacionados con el car¨¢cter esencialmente social del hombre, fue planteado ya por los pensadores griegos hace 25 siglos. Arist¨®teles dej¨® escrito: "Es preciso que todos los ciudadanos sean tan adictos como sea posible a la Constituci¨®n".Sentir significa estar implicado en algo. El sentimiento constitucional consiste en estar implicado en la Constituci¨®n. Podr¨ªamos definirlo como la adhesi¨®n ¨ªntima a las normas e instituciones fundamentales de un pa¨ªs, experimentada con intensidad, m¨¢s o menos consciente, porque se estiman (sin que sea necesario un conocimiento exacto de sus peculiaridades y funcionamiento que son buenas y convenientes para la integraci¨®n, mantenimiento y desarrollo de una justa convivencia (Lucas Verd¨²). La intensidad de este sentimiento en una sociedad dada es un buen criterio para medir su madurez c¨ªvica y el nivel de su cultura pol¨ªtica.
El sentimiento constitucional existe y su actuaci¨®n se percibe en los pa¨ªses con larga tradici¨®n democr¨¢tica. Su existencia es la prueba m¨¢s significativa de la consonancia entre norma y realidad. La crisis del sentimiento constitucional, por el contrario, pone de manifiesto la falta de integraci¨®n pol¨ªtica. La falta de presencia activa del sentimiento constitucional en ordenamientos democr¨¢ticos reci¨¦n estrenados, o d¨¦biles, indica, precisamente, que todav¨ªa no han enraizado o que est¨¢n en crisis o amenazados por ella. Un ordenamiento constitucional sin suficiente adhesi¨®n sentida puede devenir fantasmag¨®rico, aunque se estudie y discuta en los libros y se explique en las aulas universitarias.
La importancia del tema que nos ocupa aumenta conforme se incrementa la ambici¨®n transformadora de un texto constitucional. Las constituciones que apuntan a metas sociales ambiciosas exigen a, los ciudadanos una elevada conciencia civil, una dedicaci¨®n a intereses superiores. Esto es algo que ya est¨¢ presente en nuestra historia constitucional desde sus inicios en C¨¢diz, en 1812. Con referencia a este texto, un autor de la ¨¦poca escrib¨ªa: "Lo que importa es que nuestro c¨®digo fundamental, tal cual es, mientras se perfecciona con el tiempo, la experiencia y el estudio, sea amado y respetado por los espa?oles con una especie de culto; no permita que se viole jam¨¢s, aun en el que parezca m¨¢s insignificante de sus art¨ªculos, y que todos los buenos espa?oles est¨¦n prontos a defenderle aunque sea arriesgando su sangre. La Constituci¨®n, toda la Constituci¨®n sin excepci¨®n, debe ser la voz de guerra de los ciudadanos de Espa?a siempre que se ataque su ley fundamental". En este sentido, la Constituci¨®n de 1812 dispon¨ªa en su art¨ªculo 368: "El plan general de ense?anza ser¨¢ uniforme en todo el Reino, debiendo explicarse la Constituci¨®n pol¨ªtica de la Monarqu¨ªa en todas las universidades y establecimientos literarios donde se ense?an las ciencias eclesi¨¢sticas y pol¨ªticas".
Nunca se insistir¨¢ lo bastante en la necesidad de que la sociedad se adhiera a la Constituci¨®n, sinti¨¦ndola como cosa propia. Resulta imprescindible aproximar la ciudadan¨ªa a la Constituci¨®n y a lo que representa. En el d¨ªa en que conmemoramos la aprobaci¨®n por refer¨¦ndum nacional de nuestra Constituci¨®n de 1978 podemos preguntamos: ?en qu¨¦ medida la Constituci¨®n suscita la adhesi¨®n de los ciudadanos? ?Qu¨¦ hacer para que el v¨ªnculo moral entre los ciudadanos y las instituciones no decaiga?
La importancia hist¨®rica de la Constituci¨®n espa?ola vigente reside en que, junto con la de 1931, son las dos ¨²nicas Constituciones democr¨¢ticas que ha tenido Espa?a en toda su historia. La historia del constitucionalismo, que es tanto como decir la historia de la libertad, ha sido en nuestro pa¨ªs la historia de un fracaso. En 1978 el pueblo reconquista sus libertades, y el significado de esa victoria debe estar siempre presente en la conciencia popular. En este sentido, hay que decir que, si alguien afirma hoy que en alguna otra ¨¦poca hist¨®rica el pueblo espa?ol disfrut¨® de unos niveles de libertad superiores a los actuales, est¨¢ idealizando un pasado que nunca existi¨®.
Subrayar la importancia de la vinculaci¨®n moral de los ciudadanos a las instituciones dise?adas por la Constituci¨®n y a los derechos y libertades que reconoce y garantiza resulta fundamental en unos momentos de cierto desencanto pol¨ªtico. Hoy, esta labor exige una defensa activa del principio democr¨¢tico frente a los dos peligros que se ciernen sobre ¨¦l: la corrupci¨®n y la demagogia. La lucha en uno solo de los frentes puede llevar a la democracia al abismo. Los medios de comunicaci¨®n pueden jugar un important¨ªsimo papel en esta doble confrontaci¨®n. Lo peor que podr¨ªa ocurrir ser¨ªa que la encomiable labor de denuncia de la corrupci¨®n pol¨ªtico-econ¨®mica no fuera acompa?ada de la necesaria actitud beligerante frente a todo tipo de demagogias que reclaman legitimidades distintas de la que las urnas proporcionan. Ello conducir¨ªa a la ciudadan¨ªa a desentenderse de la suerte del r¨¦gimen, a no sentirse implicada en su Constituci¨®n. Sin sentimiento constitucional, la Constituci¨®n', como realidad integradora, corre el riesgo de perecer. La identificaci¨®n de la sociedad con el esp¨ªritu de su norma suprema, el esp¨ªritu democr¨¢tico informado por los valores de igualdad y libertad es un requisito imprescindible para el mantenimiento y buen funcionamiento del r¨¦gimen constitucional. Recordar esto, aunque pueda parecer obvio, y obrar en consecuencia parece una buena forma de conmemorar el d¨ªa de la Constituci¨®n.
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