Informe sobre abusos sexuales en 11 prisiones
"Me asust¨¦. Sab¨ªa que algo iba mal y no quer¨ªa mirar. Me quit¨® la manta y me desgarr¨® la camisa. Entonces me viol¨®. El otro funcionario le dijo que se tranquilizara y se fue. Yo lloraba y gritaba. Al otro lado del corredor, Martha se daba golpes contra su ventana. Cuando ¨¦l todav¨ªa estaba en la habitaci¨®n, fui a la ducha. Me sent¨ªa sucia". As¨ª cont¨® Uma M. su primera violaci¨®n en una prisi¨®n de California. Ser mujer y estar en la c¨¢rcel en EE UU es vivir una pesadilla en la que los guardianes de las prisiones "abusan sexualmente de las reclusas casi con total impunidad", seg¨²n el resultado de una investigaci¨®n en 11 c¨¢rceles llevada a cabo por la organizaci¨®n Human Rights Watch.De los cientos de entrevistas con presas, funcionarios, abogados y responsables del sistema penitenciario durante dos a?os y medio, Human Rights Watch concluye que las mujeres "no pueden escapar del cerco al que est¨¢n sometidas" y que, a pesar de las denuncias, los responsables de los abusos "contin¨²an actuando porque est¨¢n convencidos de que nadie les pedir¨¢ responsabilidades". El desolador estudio concluye afirmando que ', muy poca gente, fuera de los muros de las prisiones, sabe lo que est¨¢ ocurriendo o les importa, y todav¨ªa hay menos que sepan c¨®mo afrontar el problema".
Seg¨²n Dorothy Thomas, una de las autoras del informe, "la situaci¨®n de las mujeres en las c¨¢rceles de EE UU es intolerable. Los guardianes abusan sexualmente de las reclusas mientras que las autoridades de cada Estado y del Gobierno miran hacia otro lado". EE UU, que tiene el mayor porcentaje mundial de poblaci¨®n reclusa, ha visto incrementar el n¨²mero de presas en casi un 400% desde 1980. Igual que ocurre entre los hombres, las encarceladas son negras en un 52%, a pesar de que la poblaci¨®n negra del pa¨ªs es inferior al 14%.
Por razones, parad¨®jicamente, de no discriminaci¨®n en el empleo, en las 170 instituciones penitenciarias para mujeres que hay en EE UU es m¨¢s frecuente que haya guardianes masculinos que femeninos, a pesar de las normas internacionales que aconsejan que no haya hombres en empleos penitenciarios que impliquen el contacto f¨ªsico constante con las reclusas.
Las presas son violadas vaginal, anal y oralmente; los cacheos son utilizados para tocar todo el cuerpo. Cuando las reclusas quedan embarazadas, pueden sufrir presiones de diverso tipo para que guarden silencio, hasta la "sugerencia" de que aborten. Para conseguir los favores sexuales, los funcionarios de prisiones utilizan la fuerza f¨ªsica, las amenazas y los privilegios. Alimentos, tabaco o drogas se emplean habitualmente como recompensas, igual que la regulaci¨®n de visitas de hijos o familiares.
En otras ocasiones, no hay violencia f¨ªsica ni presi¨®n, sino aprovechamiento de la fragilidad mental y del aislamiento de las mujeres.
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