Funcionarios
Los funcionarios estar¨¢n ma?ana en huelga, si Dios no lo remedia o salvo que les suban el sueldo (lo cual, si bien se mira, viene a ser lo mismo). En consecuencia, dice la l¨®gica, no funcionar¨¢ la Administraci¨®n. Pero una cosa es la l¨®gica, otra la realidad de la vida. Puede que los funcionarios est¨¦n en huelga y la Administraci¨®n funcione. Depende de cu¨¢ntos sean los que se acojen a ¨¦ste derecho constitucional de rebelarse contra los atropellos. Si la mitad, la huelga ser¨¢ irrelevante porque en la Administraci¨®n los funcionarios que trabajan son, de com¨²n, aproximadamente la mitad del escalaf¨®n.
No se trata de una actitud exclusiva del funcionariado. Antes al contrario, es lo habitual en muchas plantillas: la mitad (m¨¢s-menos un cuarto arriba o abajo) trabaja; el resto se cuida el cuerpo. O dicho de distinta manera: la mitad gana el sueldo de la otra mitad. De donde una mitad ha de trabajar el doble para que la empresa p¨²blica o privada no se vaya al garete y se queden sin cobrar todos.
El fen¨®meno debe de ser mundial y tan propio de la naturaleza humana que trasciende razas, naciones, reg¨ªmenes, credos e ideolog¨ªas. Poco despu¨¦s de aposentarse en la Silla de San Pedro y tras observar desde all¨ª el panorama dom¨¦stico, Juan XXIII ya se estaba preguntando qui¨¦n demonios (con perd¨®n) trabajaba en el Vaticano. No hay constancia de que la mitad de los cardenales hubieran de decir dos misas para compensar que la otra mitad amanec¨ªa para el aperitivo y no dec¨ªa ninguna, pero por ah¨ª deber¨ªa andar la vaina.
No pocos empleados de las empresas privadas reprochan a los de las p¨²blicas que cobren con cargo a los presupuestos del Estado, los cuales se nutren de los impuestos. "Que trabajen o a la calle", suelen decir, "porque les pago yo". Tienen raz¨®n: trabajar y dar servicio es obligaci¨®n del empleado p¨²blico. Ahora bien, no deber¨ªa olvidarse que ¨¦l paga iguales impuestos y que en los presupuestos del Estado hay partidas -cr¨¦ditos, subvenciones, inversiones- dedicadas a fomentar sectores donde las empresas privadas desarrollan sus actividades mercantiles.
El principal argumento que se emplea contra los funcionarios cuando reivindican una parva subida salarial es, sin embargo, su estabilidad en el empleo. Se suele o¨ªr estos d¨ªas ante el anuncio de la huelga, y la verdad es que ser¨ªa dif¨ªcil imaginar mayor sarcasmo. En un pa¨ªs donde la aspiraci¨®n m¨¢xima de los trabajadores es tener estabilidad en el empleo, los propios trabajadores critican a los que tienen un empleo estable.
La manifestaci¨®n tiene connotaciones peligrosas. El gran capital podr¨ªa haber tomado nota de esa cr¨ªtica al empleado estable y quiz¨¢ est¨¦ obrando en consecuencia... A lo mejor hemos hecho un pan como unas hostias, que dijo el padre Coloma.
Protestan asimismo de que los funcionarios constituyan una casta privilegiada. Y tampoco es eso. Funcionario puede ser quien quiera. El candidato ha de superar una oposici¨®n libre -re?ida y farragosa al tiempo-, para una determinada categor¨ªa. Y, si aprueba, tomar¨¢ posesi¨®n de su plaza, mas de ah¨ª no pasa. Si, por ejemplo, oposit¨® a auxiliar, ah¨ª se quedar¨¢ indefinidamente, pues el ascenso a categor¨ªa superior exige asimismo oposici¨®n. El desempe?o del trabajo ser¨¢ el que le marquen sus superiores. Seg¨²n etapas, unos organismos funcionan bien, otros mal; unos trabajan duro, en otros no dan golpe. Todo depende de quien los dirija en cada momento, que ya no es un funcionario sino un pol¨ªtico designado por el Gobierno. Y a ese Gobierno -a ese pol¨ªtico, en consecuencia- no lo eligen los funcionarios sino los ciudadanos mediante su voto en las urnas.
Uno de los efectos positivos de la estabilidad de los funcionarios es que la Administraci¨®n no se para como consecuencia de los cambios pol¨ªticos. La maquinaria administrativa, bien o mal, sigue su marcha porque los funcionarios, gente preparada-e independiente, curtida en m¨²ltiples avatares-, tira de ella.
Tira, por un sueldo que no es precisamente glorioso. Y, encima, van y se lo congelan. Y, adem¨¢s, ni siquiera les quieren reconocer el recurso al pataleo. Tiene bemoles el asunto.
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