El Camp Nou abronca a un Bar?a mudo
Un gol de Nadal puso a salvo un partido presidido por el desgobierno
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Ya no sirve de nada remitirse al marcador: el Bar?a gan¨® al Celta por la m¨ªnima como en su d¨ªa despach¨® por un gol de m¨¢s al Espanyol a la Real o al Valencia y entonces no hubo quejas. Ni vale tampoco mostrar la clasificaci¨®n: ni el traspi¨¦s del Madrid, que le del a el liderato a tiro de piedra, sirvi¨® de tila. Ni Ronaldo se salva ya del cabreo del hincha ante la arenga de la junta, la monserga del entrenador y la discusi¨®n del vestuario. Presa de la histeria de unos y del absentismo de otros, el equipo camina a tientas por la Liga.El fin ya no justifica los medios. No valen m¨¢s privilegios que el ir primero y, mientras, cada uno que aguante su vela. El aficionado revent¨® ante tanto embuste y le mostr¨® el pa?uelo a N¨²?ez, pit¨® a Robson y abronc¨® a Ronaldo. No hubo clemencia para nadie.
Lleg¨® el socio al campo muy educado -nada de pancartas-, aguant¨® con reproches un partido tan malo que fue m¨¢s largo que un d¨ªa sin pan -hubo silbidos para los que se sal¨ªan del campo y aplausos para los que entraban- y acab¨® mandando a paseo desde el presidente al entrenador pasando por el capit¨¢n y la estrella que, en el cas¨® azulgrana, no son la misma persona. El estadio fue presa de la mala leche acumulada en dos semanas sin una pu?etera buena noticia. Ni la llegada del f¨²tbol, del partido, acab¨® con irritaci¨®n, pues el equipo, hablador en el camerino, no tuvo nada que decir en el campo. Fue mudo.
Inutilizado por el nerviosismo que sacude al club desde la puerta de entrada a la de salida, el grupo se refugi¨® en un gol de Nadal para sobrevivir a un d¨ªa de perros. La irritaci¨®n del en tomo se reflej¨® en el equipo, presa del desgobierno y del miedo. Fue el azulgrana un colectivo desorientado. Pareci¨® sordo al jolgorio con que la grada celebr¨® los goles de la Real en el Calder¨®n y el del Sporting frente al Deportivo y se mostr¨® ciego de media cancha hacia el marco contrario. El suyo, result¨® un discurso de impotencia ante un rival que jam¨¢s dio un paso adelante sin antes mirar a la banda a su entrenador.
La recuperaci¨®n del cuero fue mejor que la conducci¨®n y a¨²n m¨¢s acertada que la definici¨®n. No estuvo atento Giovanni, se encall¨® Figo y Guardiola, retrasado a la fuerza por las correrias de Popescu, s¨®lo particip¨® en ataque en los libres indirectos. Qued¨® el partido bajo la tutela de Popescu y Luis Enrique y a la espera del despertar de Ronaldo. El brasile?o no es todav¨ªa el que se supone que. era a su llegada. Ha dejado de ser infalible.
Ni el gol de Nadal seren¨® la impaciencia del colectivo por resolver en una s¨®la jornada las deficiencias de medio a?o. La hinchada se fue cabreando con el paso del choque ante el discurso de impotencia de su equipo, reflejado incluso en la estad¨ªstica, pues tard¨® casi 27 minutos en rematar en el segundo tiempo.El partido, adem¨¢s, se alarg¨® m¨¢s de lo, que acostumbra. No estaba Iv¨¢n de la Pe?a para aligerar el ¨²ltimo cuarto de hora. La ausencia de Lo Pelat la cubri¨® ?scar, quien, en tres minutos, se trabaj¨® m¨¢s opciones de gol que cualquier otro en una hora. Otro que puso su pellejo a salvo fue Amunike. El interior zurdo no desenton¨® en un equipo en que prima el juego primitivo. La hinchada, al fin y al cabo, estuvo condescendiente con quienes no han tenido nada que ver en el fregado de los ¨²ltimos quince d¨ªas. Lo ¨²nico que hizo el aficionado fue advertir que ya no vale referirse al Madrid para justificar al Bar?a. ?Qu¨¦ espabilen o el reencuentro ser¨¢ peor!
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