Placer capitalista al gusto chino
Resurge en Shanghai el Gran Mundo, un viejo emporio de los sentidos
Huang Chujiu construy¨® una vez en Shanghai un pabell¨®n para el placer m¨¢s suntuoso. Y casi 80 a?os m¨¢s tarde la casa de placeres Gran Mundo sigue ah¨ª, en una esquina de la plaza del Pueblo, con su torre en forma de pastel de bodas erguida como un monumento, a la tendencia social, inmutable a d¨¦cadas de conmociones pol¨ªticas: la b¨²squeda de una noche de diversi¨®n y juerga.Hoy como entonces las masas hacen cola ante este emporio de los sentidos. Desde la planta baja, donde los coches se agolpan y los acr¨®batas dan tumbos, se asciende por una escalinata a lo largo de seis pisos en los que se arraciman todas las atracciones imaginables. Un tren fantasma, funciones de ¨®pera china, un sal¨®n de video-juegos, cines que exhiben pel¨ªculas norteamericanas de serie B dobladas, e incluso un parque para ense?ar lo que es una bolsa de valores. El Gran Mundo ofrece hasta duchas, como atestigua la sucesi¨®n de jovencitas con el pelo mojado que emergen de un ascensor.
A millares cruzan las, puertas del edificio, sobre todo despu¨¦s de las 18.30 cuando la entrada baja de los 20 yuan a s¨®lo dos (unas 35 pesetas). Para los inmigrantes del campo circundante es la mejor diversi¨®n al mejor precio. Visitantes de m¨¢s alcurnia abonan 13 yuan m¨¢s para acceder al sal¨®n de baile.Es cierto que el quinto piso ya no es lo que era. Como escribi¨® en sus memorias el director de cine Josef von Sternberg, que conoci¨® estas salas en los a?os 30: "Las muchachas lucen vestidos con corte lateral hasta la axila, hay una ballena disecada, cuentistas de cuentos maravillosos, shows salaces, m¨¢scaras un juego de espejos, admin¨ªculos de caucho para todos los placeres, amanuenses que escriben cartas de amor con resultado garantizado y un templo repleto de dioses iracundos y palitos de incienso". El quinto piso alberga hoy una sala de juegos infantiles con estructuras met¨¢licas ¨²ltimo grito.
El viejo Shanghai
Pero visitemos el, cuarto piso y ah¨ª resurge el viejo Shanghai. L as herederas de las famosas cantantes de la casa galopan de nuevo ante un p¨²blico que no deja espacio ni para estar de pie. La troupe no es gran cosa para la entonaci¨®n, pero la audiencia, casi exclusivamente masculina, est¨¢ arrobada tratando de captar un cent¨ªmetro de carne femenina a la altura del ombligo.El Gran Mundo abri¨® sus puertas en 1917.Su fundador, Huang Chujiu, hab¨ªa hecho una fortuna con un t¨®nico para el cabello. En los a?os 30 el local era propiedad de uno de los gansters m¨¢s famosos de la ciudad, Huang el Cara Mellada., que se preocup¨® de que el nivel de vicio aumentara en cada piso. Una historia oficial de la ciudad describ¨ªa en 1985 el Gran Mundo de antes de la victoria comunista en 1949 como "un para¨ªso de monstruos y demonios, cubil de agentes enemigos y traidores bajo el disfraz de una bella m¨²sica y seductoras danzas". En 1954 fue convertido en un mucho m¨¢s salubre Palacio de la Juventud. Pero incluso eso era poco respetable para la Revoluci¨®n Cultural que lo cerr¨¦, inclemente, en 1966.
Una ascensorista recordaba c¨®mo en- 1971, con 20 a?os, la enviaron a trabajar a la cocina aunque no hab¨ªa visitantes. El 1 de octubre de 1973 el local reabr¨ªa para el entretenimiento pol¨ªticamente correcto de la chiquiller¨ªa. Pero s¨®lo en 1983 el r¨¦gimen comenz¨® a empapelar la ideolog¨ªa en favor del placer.Hoy Shanghai es un hervidero de bares clubes, restaurantes que luchan ferozmente por la clientela, que abren, cierran y cambian de manos. El Gran Mundo es el perfecto superviviente para todos aquellos que no pueden costearse, nada m¨¢s. elaborado, y para otros muchos todav¨ªa atra¨ªdos por su inagotable ajuar de delicias terrenales.
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