Llanto por un vasc¨®logo
En la obra de Joan Coromines, sin duda alguna uno de los mayores romanistas de este siglo, merece un lugar especial su contribuci¨®n a la vascolog¨ªa. De una parte, hay que destacar sus dos magn¨ªficos diccionarios (el castellano y el catal¨¢n), donde encontramos muchas veces por primera vez la huella de cientos de palabras vascas, patrimoniales o pr¨¦stamos, que tienen relaci¨®n con esas dos lenguas y con otras (gallego, occitano, franc¨¦s, ¨¢rabe, etc¨¦tera), palabras que, como todas las dem¨¢s, se confesaron con Coromines, desde las de alma m¨¢s inocente, como tortolitas, hasta las m¨¢s retorcidas, para decirlo con la expresi¨®n de Emilio Garc¨ªa G¨®mez.No puede sorprender el alborozo de Luis Mitxelena, en una temprana nota, publicada en 1954, al poco de aparecer el primer tomo del Diccionario cr¨ªtico etimol¨®gico de la lengua castellana. Mitxelena saludaba la aparici¨®n del diccionario como un "acontecimiento para los estudios ling¨¹¨ªsticos", se dispon¨ªa al fin del "gu¨ªa que hace tiempo ech¨¢bamos de menos", cuyos materiales eran "de una abundancia abrumadora". Consideraba tambi¨¦n muy estimable en Coromines su "inter¨¦s por las cosas vascas, y un conocimiento basado en un detenido estudio, que no es demasiado frecuente encontrar entre romanistas, y muy particularmente entre hispanistas". Casi inmediatamente, Mitxelena tom¨® este diccionario como modelo para lo que ser¨ªa el Orotariko euskal hiztegia / Diccionario general vasco, publicado por la Academia Vasca, cuyo primer volumen apareci¨® en 1987, semanas despu¨¦s de la muerte de. Mitxelena (la tarea ha continuado despu¨¦s bajo la direcci¨®n de Ibon Sarasola, y ya est¨¢ en la calle el tomo noveno).
Adem¨¢s, no podemos olvidar los estudios de Coromines sobre los nombres de lugar y de persona, tesoro impresionante de materiales y an¨¢lisis, de sumo inter¨¦s para el euskera. Pensemos en libros deomo Estudis de topon¨ªmia catalana, con numeros¨ªsimos testimonios de nombres explicados por la lengua vasca, un d¨ªa viva en las comarcas catalanas y aragonesas del Pirineo. Besiberri, Is¨°vol, Suert y tantos otros nombres son analizados buscando sus ra¨ªces vascas y aportando riqu¨ªsima documentaci¨®n antigua y moderna, escrita y oral. Lo mismo se puede decir del Onomasticon Cataloniae, donde hallamos un sinfin de nombres de origen vasco y, como siempre, muchas soluciones y sugerencias, en un terreno a menudo resbaladizo -y Coromines era bien consciente de ello-. Pero en ¨¦ste como en otros terrenos ¨¦l sab¨ªa caminar con un equilibrio admirable de audacia y esp¨ªritu cient¨ªfico.
De lectura obligada
Para el vasc¨®logo, estos libros y Tbpica hesp¨¦rica, Entre dos llenguaiges y tambi¨¦n Lleures i con verses d'un fil¨°leg (esa pieza valiosa de pedagog¨ªa ling¨¹¨ªstica) son de lectura obligada, y lo mismo se diga de sus art¨ªculos (algunos recogidos en esos libros), como "Hurgando en los nombres vascos de parentesco", "De toponimia vasca y vascorrom¨¢nica en los Bajos Pirineos" o "Dos notas epigr¨¢ficas". Ha sido tambi¨¦n capital su contribuci¨®n en el viejo proyecto (iniciado en tomo a 1950) del Diccionario etimol¨®gico vasco, de Manuel Agud y Antonio Tovar, en curso de publicaci¨®n. ?Qui¨¦n puede dudarlo? Coromines se encontraba en la vascolog¨ªa como en casa. Pose¨ªa un dominio perfecto de los problemas y de la bibliograf¨ªa pasada y presente de la lengua vasca. Oihenart, Larramendi, Azkue, Schuchardt, Saro?handy, Gavel, Mitxelena, etc¨¦tera, los hab¨ªa le¨ªdo a todos, sometiendo sus opiniones al m¨¢s riguroso examen, y no en ¨²ltimo lugar, desde luego, al examen fon¨¦tico, aspecto tantas veces despreciado por otros.Coromines quiso hacer una excursi¨®n topon¨ªmica con Mitxclena en el valle del Roncal (Navarra), en agosto de 1971, en compa?¨ªa de Varios estudiantes. Lamentable mente, el plan se frustr¨® cuando el segundo d¨ªa Mitxelena se rompi¨® el tobillo. Pero no se rompi¨® la amistad y mutuo respeto entre ambos fil¨®logos. Podr¨ªan escribirse unas vidas paralelas, con el apartado importante de los respectivos avatares pol¨ªticos y, en cualquier caso, la similitud de ambos en coraje civico y defensa de sus pueblos, lenguas y culturas.
En 1994, la Academia de la Lengua Vasca nombr¨® a Corom¨ªnes miembro de honor. El texto remitido al sabio catal¨¢n dec¨ªa que con el nombramiento Euskaltzaindia quer¨ªa "rendir justicia (...) al insigne vasc¨®logo y romanista, autor de una obra inmensa e imprescindible para conocer las lenguas de nuestro entomo". Nunca olvidar¨¦ las palabras de Coromines cuando me llam¨® despu¨¦s de recibir la carta de la Academia: para ¨¦l, aquel nombramiento s¨®lo era comparable con el doctorado honoris causa de la Sorbona. ?Cabe una muestra m¨¢s clara de estima a una lengua y a un pa¨ªs?
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