Madeleine y Cascos
Por vez primera una mujer, Madeleine Albright, ocupar¨¢ dentro de unos d¨ªas uno de los cargos con m¨¢s poder e influencia en el mundo: la Secretar¨ªa de Estado de EE UU. Los ejemplos de mujeres influyentes han cundido en los ¨²ltimos tiempos. Pero, en general, con la excepci¨®n de los pa¨ªses n¨®rdicos, se ha tratado de hechos aislados, de mujeres rodeadas de hombres, como Margaret Thatcher o Benazir Bhutto, mujeres excepcionales. Aunque sea una buena profesional, el ascenso de Albright no es excepcional: es un producto de su entorno, de su pa¨ªs, de sus tiempos. Incluso, entre estos factores cabe el hecho de que para ocupar un cargo con m¨¢s poder que el de primer ministro del Reino Unido o de Pakist¨¢n, haya sido nombrada, no elegida por ning¨²n demos.
El hecho de que sea mujer influir¨¢ probablemente poco en su pol¨ªtica. Y no porque, como pensaba Simone de Beauvoir, en el momento en que una mujer llega al poder haga dejaci¨®n de su solidaridad con otras mujeres, sino sobre todo porque la pol¨ªtica exterior de la segunda Administraci¨®n de Clinton la va a dictar fundamentalmente la Casa Blanca. Ser¨ªa mucho pretender que por estar Madeleine Albright al frente de la diplomacia de la ¨²nica superpotencia que queda, la agenda internacional fuera a otorgar un mayor peso a la mujer,. sus problemas y sus derechos. Ahora bien, y a pesar de los escasos resultados, un a?o despu¨¦s, de la Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Pek¨ªn, el tema del g¨¦nero -como lo llaman soci¨®logos y polit¨®logos- s¨ª est¨¢ comenzando a entrar en los estudios, pol¨ªticos por antonomasia, que son los internacionales, especialidad de la profesora Albright. Se rompe as¨ª en parte la, dicotom¨ªa que surgi¨® en la antig¨¹edad y se halla presente desde el origen de nuestra Filosof¨ªa, entre la esfera p¨²blica, o pol¨ªtica, y la privada, diferenciaci¨®n que como se?ala una estudiosa del tema, parece aplicarse a todos por igual, pero menos a las mujeres.
De ah¨ª a pensar que la mujer, sus temas o sus derechos hayan entrado plenamente en las relaciones internacionales hay todo un trecho que s¨®lo se ha empezado ¨²ltimamente a recorrer, a ra¨ªz de violaciones masivas en guerras, de la pol¨ªtica de empleo, de la relaci¨®n con el modelo de desarrollo econ¨®mico, de su papel como votante. Pero la mujer como tema internacional pesa m¨¢s hoy y los temas de la mujer pesan internacionalmente m¨¢s. Desde luego en la UE, donde el principio comunitario de la igualdad laboral entre hombres y mujeres ha obligado a cambios, a¨²n no plenamente aplicados a la realidad, en la legislaci¨®n de los Estados miembros..
En lo que era la otra Europa las luces que ha tra¨ªdo el fin de la guerra fr¨ªa y del comunismo, tambi¨¦n arrojan sombras de g¨¦neros: adem¨¢s de las restricciones al aborto, ahora rectificadas, en Polonia y o tras consecuencias laborales, la participaci¨®n pol¨ªtica de Ias mujeres parece haberse reducido en muchos de esos pa¨ªses, donde las mujeres estaban muy presentes en los movimientos opositores y de disidencia. En estos pa¨ªses, y en otros por emigraci¨®n, la ca¨ªda de estos reg¨ªmenes ha generado m¨¢s prostituci¨®n.
El tema de la mujer es ya parte central del debate sobre el integrismo isl¨¢mico, especialmente en los reg¨ªmenes m¨¢s duros, como el que los talibanes han impuesto en Kabul. En la severidad de algunos ambientes del islamismo integrista las mujeres buscan defender su femineidad a trav¨¦s de una moda isl¨¢mica propia, seg¨²n la escritora turca Sevgi ?rdamar.
Sin tener que traer a colaci¨®n a nuestro ?lvarez Cascos y las cari¨¢tides del Congreso, quiz¨¢ venga a cuento recordar a ese fallecido en un accidente, al que los m¨¦dicos logran resucitar. Ante sus primeras palabras -"he visto a Dios"- todos a su alrededor le preguntan con inter¨¦s: "?Y c¨®mo es?". A lo que contesta: "Es negra"; Bromas aparte, la masculinidad suele prevalecer en las representaciones monote¨ªstas de Dios. Y aunque muchos agn¨®sticos no quieran ya defender la pol¨ªticamente correcta "discriminaci¨®n positiva" hacia esa minor¨ªa, el nombramiento de Albright se sit¨²a en esa l¨ªnea. Un gesto de Clinton hacia las mujeres, que le votaron.
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