Permanencia diaria
El pr¨®ximo d¨ªa 3 de abril se cumplir¨¢n 100 a?os de la muerte de Brahms, nacido en Hamburgo el 7 de mayo de 1883. No su ciudad, ni su pa¨ªs, ni su bien amada Viena en la que muri¨®, sino el mundo entero celebrar¨¢ la aparici¨®n de un artista genial, como supo descubrirlo muy tempranamente Robert Schumann.En un caso como el de Brahms, cuya m¨²sica es compa?¨ªa constante aqu¨ª como en cualquier otro lugar, la cuesti¨®n es saber c¨®mo puede lograrse una celebraci¨®n ¨²til, que se aparte un tanto de la mera repetici¨®n de las sinfon¨ªas, los conciertos y el r¨¦quiem. Casi imposible me parece la exaltaci¨®n expansiva de una obra cuya marea llega a todas las playas del mundo de la cultura. Cabr¨ªa un camino: la intensificaci¨®n y el estudio. Un d¨ªa, Arnold Sch?nberg sorprendi¨® a todos con su ensayo sobre Brahms el progresivo. No estar¨ªa mal profundizar en esa direcci¨®n, estudiar minuciosamente los porqu¨¦s de semejante adjetivaci¨®n, lanzada cuando todav¨ªa se ten¨ªa al m¨²sico hamburgu¨¦s como el gran continuador de un pret¨¦rito a conservar.
Hay otras v¨ªas: acotar a trav¨¦s de audiciones sistem¨¢ticas el gran mundo del lied brahmsiano, ese alma del alma del romanticismo germano que tantas veces ilumina las fuentes de la m¨²sica m¨¢s grande de Brahms. Junto a esto, deber¨ªan reverdecer hasta la familiarizaci¨®n algunas p¨¢ginas menos frecuentadas: los preludios de coral, para ¨®rgano, o los lieder para coro. Y a¨²n ingresando en un ¨¢mbito m¨¢s especializado, deber¨ªamos trazar lo que ha sido la m¨²sica de Brahms en Espa?a; c¨®mo tuvimos adelantados brahmsianos en la categor¨ªa de Arb¨®s y Casals, por citar dos ejemplos; de qu¨¦ forma nuestras sociedades filarm¨®nicas divulgaron sin tardanza la m¨²sica de c¨¢mara de Brahms.
Luego, tras los a?os de una resistencia a la m¨²sica de Brahms, que ven¨ªa fuertemente impulsada desde Par¨ªs, con actitudes tan significativas como las de Falla o Turina, convendr¨ªa un estudio de lo que fue la pasi¨®n brahmsiana iniciada a finales de la d¨¦cada de los cuarenta y comienzos de la siguiente. All¨ª nos encontrar¨ªamos con tan excelentes int¨¦rpretes de Brahms como fueron Eduardo Toldr¨¢, Ata¨²lfo Argenta y su sucesor en la Orquesta Nacional, Rafael Fr¨¹hbeck, quien desde muy joven circul¨® por el mundo con el R¨¦quiem de Brahms a modo de proa.'
Que estos aspectos no impedir¨¢n, ni ser¨ªa bueno que lo hicieran, la insistencia en el gran cuerpo del legado brahmsiano que a todos es familiar, se da por descontado. Pero eso es, ni m¨¢s ni menos, el centenario de todos los a?os, la permanencia diaria. Siempre hay p¨²blico nuevo, a pesar de todo, y una de las dificultades con que la cr¨ªtica tropezar¨¢ siempre es la de no recordar que incluso ante los pentagramas m¨¢s asiduos habr¨¢ siempre oyentes que llenos de ilusi¨®n los escuchen en vivo por vez primera. No hay posibilidad entonces de excesivo radicalismo. En cualquier caso, 1997, el a?o Brahms y tambi¨¦n el a?o del bicentenario de Schubert, debe hacer estas m¨²sicas trascendentes cada vez m¨¢s ¨ªntimas y, a pesar de todos los pesares, m¨¢s nuevas. En el gran arte siempre hay cosas a descubrir.
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