Un g¨¢ngster m¨ªstico
Cosas que hacer... es un thriller extra?o, un agobiante y metafisico recorrido por una veta entre m¨ªstica y determinista, y supone el sin duda muy interesante deb¨² de Gary Fleder, un meritorio cineasta que ha alternado el cortometraje y los productos televisivos. Su apuesta es sumamente arriesgada: c¨®mo hacer que un filme rabiosamente realista, aparentemente uno m¨¢s de los que transitan los senderos de la mafia y la violencia, devenga pura abstracci¨®n y libre ejercicio de estilo.El filme, juzgado por la cr¨ªtica extranjera bajo el prisma de su supuesta semejanza con Pulp Fiction y en general con el cine de Tarantino, pocas cosas tiene en com¨²n con el cine del "ni?o prodigio". Es m¨¢s, a pesar de ciertos personajes casi en la caricatura, lo cierto es que el sentido ¨²ltimo del filme es radicalmente ajeno al esp¨ªritu de don Quentin. Lo que en ¨¦ste son gui?os al espectador y virtuosismo en la puesta en escena, son en Fleder contenci¨®n, creaci¨®n de personajes y mensaje redentorista.
Cosas que hacer en Denver cuando est¨¢s muerto
Direcci¨®n: Gary Fleder. Gui¨®n: Scott Rosenberg. Estados Unidos 1995. Int¨¦rpretes: Andy Garc¨ªa, Christopher Walken, Christopher Lloyd, William Forstythe. Estreno en Madrid: Palacio de la prensa, Real Cinema.
Interesan a Fleder los caracteres en las fronteras de lo veros¨ªmil: un ex seminarista termina convertido en curioso g¨¢ngster pacifista, alguien que a pesar de todo no pierde una convicci¨®n tan profunda como es la de la expiaci¨®n de las culpas; un capo, que responde al imposible hombre de El Hombre Que Tiene Un Plan (un Christopher Walken divinamente repulsivo), que s¨®lo es una cabeza parlante en silla de ruedas; un proyeccionista de cine a quien literalmente se le cae la carne a trozos, un ejemplar paranoico incapaz de pensar, a quien el resucitado Treat Williams hace sencillamente estremecedor. Interesa al director, en suma, el ver c¨®mo en la l¨®gica cristiana el bien y el mal se dan en todas partes, y las buenas obras pueden anidar en medio del mayor estercolero.
Debutante aventajado, Fleder narra esta par¨¢bola cr¨ªtica no ya con soltura, sino con un impagable sentido de lo tr¨¢gico. Cierto, su gui¨®n adolece de cierto exceso de testosterona y de camarader¨ªa machista, a veces resulta un tanto adolescentemente arrastrado por la tentaci¨®n de la violencia f¨¢cil. Pero en general su direcci¨®n de actores es impecable, como particularmente inteligente resulta el ver lo bien que sabe acoplar las peculiaridades del arquetipo de Andy Garc¨ªa -nunca ha estado mejor que aqu¨ª- y manejar los registros m¨¢s distantes entre s¨ª para terminar configurando un producto maduro y atractivo, eso s¨ª, dif¨ªcilmente digerible para paladares impert¨¦rritamente ateos.
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