Los modistas franceses se defienden de la ofensiva mercantil extranjera
Las estrategias publcitarias destacan en los desfiles de Par¨ªs
Entre hoy y el 22 de enero se va a asistir a un contraataque fulgurante y escandaloso. Esa es la t¨¢ctica seguida por los grandes grupos franceses del sector del lujo ante la ofensiva publicitaria de americanos e italianos. "Nosotros tenemos el saber hacerlo pero ellos cuentan con el hacerlo saber", explica el modista Christian Lacroix. "Respecto a Mil¨¢n o Asia, es verdad que no somos muy buenos en materia de mercadotecnia".
Ese d¨¦ficit publicitario de la alta costura se quiere compensar ahora poniendo al frente de Dior al ingl¨¦s John Galliano y a la cabeza de Givenchy al escoc¨¦s Alexander McQueen, as¨ª como llamando a participar en los desfiles a Jean-Paul Gaultier y Thierry Mugler, hasta ahora estrellas del preta-porter. Los desfiles que hoy comienzan tienen que confirmar la bondad de la t¨¢ctica escogida.Los cl¨¢sicos -Chanel, Ungaro, Nina Ricci, Saint Laurent, Dior, Courr¨¨ges, Rabanne...- necesitan sangre nueva y s¨®lo Lacroix se hab¨ªa sumado, en los ¨²ltimos diez a?os, al club de la alta costura. El resultado era que la prensa americana se desentend¨ªa de Par¨ªs como capital de la moda. Marcas italianas como Gucci o Prada, estadounidenses como Donna Karan y Calvin Klein, o alemanas como Jill Sander, pretend¨ªan que Mil¨¢n o Nueva York, con su pret-¨¤-porter, pod¨ªan substituir las viejas maneras a¨²n reinantes en la capital gala.
Hasta hoy la f¨®rmula de la alta costura comportaba la exigencia de mantener un taller con veinte personas trabajando todo el a?o, ser capaz de presentar cincuenta modelos nuevos cada seis meses y hacer trajes o vestidos a medida con diez sesiones de prueba garantizadas al cliente. El resultado era que un traje chaqueta costaba, como m¨ªnimo, dos millones de pesetas, y que hoy se considerase que la alta costura s¨®lo tuviera- 300 clientas en todo el mundo.
La irrupci¨®n de Mugler y Gaultier, as¨ª como el rumor de que Vivienne Westwood podr¨ªa sumarse al sector la pr¨®xima temporada, significa tambi¨¦n que el ritual de los diez ensayos quede reducido a dos. "Hago ropa a medida a mitad de precio. Adem¨¢s, me he dado cuenta de que los car¨ªsimos tejidos que no puedes utilizar en el pret-¨¤-porter son en realidad mucho menos interesantes que las fibras modernas", dice Gaultier.
Un circo
La llegada de los nuevos no siempre es bien acogida, como lo prueba que Jean-Louis Scherrer haya decidido no desfilar a causa de la presencia de casas que no corresponden a los criterios de la alta costura. Esto se est¨¢ convirtiendo en un circo".?Por qu¨¦ hay inter¨¦s en salvar la alta costura? No se trata tan s¨®lo de mantener la capitalidad mundial de Par¨ªs en un terreno que comporta 1.500 p¨¢ginas de informaci¨®n gratuitas al a?o sino de, relanzar un sector que mueve mucho dinero. La alta costura propiamente dicha s¨®lo mueve al a?o 5.000 millones de pesetas, pero las marcas arrastran bolsos, perfumes, pa?uelos o corbatas y ah¨ª las cifras se disparan: medio bill¨®n de pesetas.
Durante mucho tiempo, debido a una competencia escasa, las grandes marcas francesas han vendido su nombre a medio mundo y para fabricar cualquier cosa: bol¨ªgrafos, jarrones de pl¨¢stico o, sujetadores etiquetados Cardin, Dior o Chanel. Hoy la mayor¨ªa de esas mismas marcas recompran las licencias, que vendieron un d¨ªa. Luego, una vez redorados los blasones -Dior, gracias a su nuevo bolso, ha aumentado las ventas en un 23%- llega el momento de insuflar sangre joven, de los Galliano y McQueen. "Me siento hombre del siglo XXI" dice Mc Queen. Lacroix, menos so?ador, lo admite de otra manera: "Alexander es, de entre todos nosotros, el ¨²nico contempor¨¢neo".
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