El San Lorenzo juega como Panizo
La gira del equipo argentino revolucion¨® el f¨²tbol espa?ol
Viv¨ªa el f¨²tbol espa?ol pendiente de los goles de Telmo Zarra; celebraba la llegada a los campos de primera de Antonio Puchades (Valencia), Miguel Mu?oz (Celta), Luis Molowny (Real Madrid) y Estanislao Basora (Bar?a); aplaud¨ªa el regreso de Isidro L¨¢ngara y Jos¨¦ Iragorri; apostaba otra temporada por el Athletic de los Iriondo, Panizo, Zarra, Iraragorri, Ga¨ªnza y Venancio -perder¨ªan la Liga en la ¨²ltima jornada en favor del Valencia al no pasar del empate contra el Deportivo-; y asist¨ªa con expectaci¨®n a la creaci¨®n de las quinielas, mientras el Madrid jugaba en el Metropolit¨¢no por las reformas de Chamart¨ªn, y el Atl¨¦tico volv¨ªa a llamarse Atl¨¦tico de Madrid y no Atl¨¦tico Aviaci¨®n.Y en eso lleg¨® el San Lorenzo de Almagro. Eran los meses de diciembre de 1946 y enero de 1947, es decir, que se cumplen justamente cincuenta a?os, de una visita que, pese al car¨¢cter amistoso, conmocion¨® el f¨²tbol espa?ol. Nadie hab¨ªa visto jugar nunca a un equipo de la manera que lo hacia el campe¨®n argentino.
Incluso sus futbolistas calzaban distinto a los espa?oles. Los jugadores del San Lorenzo exhib¨ªan botines livianos, flexibles, de taco y cana corta, que permit¨ªan una flexibilidad articular desconocida. El tobillo daba juego y golpeaban fuerte y bien con el empeine. Los espa?oles, acostumbrados a la bota dura y r¨ªgida y a los fuertes vendajes, quedaron prendados de la sensibilidad que mostraban los argentinos al conectar el pie con el bal¨®n. Jugaban de otra manera.
Desde su debut, el 22 de diciembre de 19461 cuando ganaron al Atl¨¦tico Aviaci¨®n por 4-1, hasta su despedida, en enero del 1947, tras empatar a cinco con el Sevilla, alimentaron un debate period¨ªstico de tintes parecidos al de hoy: el San Lorenzo propon¨ªa un juego de pase corto, elaborado, de triangulaci¨®n, frente al f¨²tbol m¨¢s directo y profundo de una Espa?a en que hablar de t¨¢ctica sonaba a algo her¨¦tico. Los argentinos propon¨ªan la dinamizaci¨®n con bal¨®n y la estrategia, frente a valores como la furia, el genio y la improvisaci¨®n.
El San Lorenzo hab¨ªa adaptado a sus caracter¨ªsticas y particular idiosincrasia el sistema de la WM, importada desde Italia por su jugador ?scar Tarrio, utlizada por Victorio Pozzo en los mundiales de 1934 y 1938 y originaria de Herbert Chapman, entrenador del Arsenal, que consist¨ªa en retrasar el medio centro para formar una l¨ªnea de tres defensas y retrasar los dos interiores hacia el centro del campo para dejar en la vanguardia al delantero centro y los dos extremos.
Los argentinos le dieron un cambio en el juego de -ataque, con la reubicaci¨®n del ariete, que pas¨® a retrasarse y permutarse con uno de los interiores. El San Lorenzo dispon¨ªa siempre de un defensor m¨¢s cuando no ten¨ªa el cuero mientras que cuando atacaba lo hac¨ªa con siete futbolistas: los cinco delanteros escalonados, apoyados por los dos medios volantes.
La excelente t¨¦cnica individual de todos los jugadores y su facilidad para desmarcarse le dieron contenido a una disposici¨®n novedosa, y ofrecieron partidos memorables en su gira por Espa?a. El f¨²tbol del San Lorenzo, presidido por los goles en ambas porter¨ªas, fue tan brillante como eficaz: ganaron cinco partidos, empataron cuatro y s¨®lo perdieron uno -4-1 contra el Madrid-, y marcaron 46 goles mientras que encajaron 28.
Hubo un antes y despu¨¦s de la visita del San Lorenzo en el f¨²tbol espa?ol. El campe¨®n argentino dej¨® tanta huella que los jugadores m¨¢s cuestionados pasaron a ser los privilegiados. Hay una historia que dice que en La Catedral aquellos que criticaban a Panizo acabaron por decir: "El San Lorenzo juegan como Panizo".
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