El perfeccionismo de la orquesta de Los Angeles

, La Filarm¨®nica de Los ?ngeles es una orquesta relativamente joven de entre las norteamericanas. Creada en 1919, ha tenido como titulares a grandes maestros como Rodzinsky, Klemperer, Van Beinum, Mehta, Giulini, Previn y Esa Pekka Salonen, desde 1992.La cultura de un director vivo, perfeccionista, imaginador del sonido m¨¢s que del contenido que detr¨¢s de las notas se esconde, con una formaci¨®n de gran virtuosismo, calidades ligeras y ejecuci¨®n casi avasalladora, da por resultado versiones que, cuando menos, poseen fidelidad y categor¨ªa. As¨ª sucedi¨® con la de Una noche en el monte pelado, en la versi¨®n original de Musorgski y no en la "meyerberizaci¨®n de Rimsky", como dec¨ªa Stravinski. Sin excesos ret¨®ricos ni resplandores agresivos, Salonen nos dio el fuerte cuadro musorgskiano en toda su transparencia e impulso din¨¢mico.

El mar, de Debussy, y la M¨²sica para cuerda, celesta y percusi¨®n, de Bartok, obtuvieron realizaciones primorosas pero un tanto congeladas, lo que se advirti¨® en ese c¨²mulo de misterio y de dolor que es el andante inicial de Bartok. La gran consecuci¨®n de los dos programas ha sido la Cuarta sinfon¨ªa de Mahler, tan sutil y bellamente discriminada en las intervenciones grupales, tan evocadora del mundo y el vivir de la vieja Viena y concebida sin trasfondos filos¨®ficos o biogr¨¢ficos tan enojosos casi siempre. El lied del final fue cantado con toda propiedad, sencillez y atractivo por la brit¨¢nica Joan Rodgers.

Valores sem¨¢nticos

Menci¨®n aparte merece Edipus rex, sobre el libreto de Cocteau basado en el drama de S¨®focles vertido al lat¨ªn por Jean Danielou. Cuando se estren¨® en Par¨ªs, el a?o 1927, la obra llam¨® la atenci¨®n por el tratamiento dado al texto por Stravinski en sus valores sem¨¢nticos y, m¨¢s a¨²n, en sus propiedades sonoras, lo que no merma la belleza ni eficacia del Edipus dirigido por Salonen con mero y exact¨ªsimo orden entre nosotros y el tiempo, seg¨²n la joven consigna stravinskiana, a lo que habr¨ªa que a?adir la importancia de otro orden: con la palabra.

La versi¨®n por parte de los solistas -sobre todo M¨®nica Groop, Jorma Silvasti y Willard White-, as¨ª como por las voces masculinas del Orfe¨®n Donostiarra y la soberana orquesta americana hizo claramente inteligible el rostro, la estructura y la intenci¨®n de la partitura. Tuvo a su cargo la narraci¨®n Rafael Taibo, y el ¨¦xito fue rotundo para todos en los dos conciertos.