Mujeres y poder pol¨ªtico Asia
Mientras en Europa diversos partidos pol¨ªticos -generalmente de izquierda, pero ¨²ltimamente tambi¨¦n alguno de la derecha- se esfuerzan por garantizar determinadas cuotas de poder a sus militantes femeninas, Asia vive la supuesta paradoja de dar lecciones de feminismo pol¨ªtico al viejo continente. Por activa y por pasiva.Posiblemente haya que catalogar como excepcional y tal vez como parad¨®jico el fen¨®meno de que en determinados pa¨ªses de Asia (el continente verdaderamente viejo del que tanto ha tenido que aprender Europa) las m¨¢s altas magistraturas del Estado y del Gobierno est¨¦n o hayan recientemente estado ocupadas por mujeres. Singularidad y contraste por cuanto que se trata de comunidades en que -por razones culturales la mujer ha estado (y todav¨ªa lo est¨¢) social, econ¨®mica y laboralmente supeditada, de forma generalizada, al hombre.
El feminismo pol¨ªtico activo en el ¨¢mbito que comentamos goza hoy, por ejemplo, de especial predicamento en Bangladesh. Un pa¨ªs en el que viven (es un decir) 120 millones de personas que se api?an y que apenas se alimentan en 144.000 kil¨®metros cuadrados. Un territorio que fuera originalmente Pakist¨¢n oriental y del que se escindi¨® en 1971, con apoyo armado indio, a pesar de compartir la misma cultura musulmana.
Tras un cuarto de siglo de independencia, Bangladesh apenas ha conocido la paz pol¨ªtica. Sin embargo, el pasado verano el pa¨ªs celebr¨® una de las elecciones generales m¨¢s pac¨ªficas de su corta historia, habitualmente caracterizada de acontecimientos b¨¦licos, golpes de Estado, dictaduras militares, hambrunas y espeluznantes inundaciones.
Dos mujeres fueron las protagonistas de la contienda electoral en la que votaron casi las tres cuartas partes del censo. Venci¨® Hasina Wajed, hija del pr¨®cer de la independencia, jeque Mujibur Rajman. La derrotada fue Jalida Zia, elegida primera ministra en 1991 e hija de un general que se hizo con el poder de manera singular en 1975 y que muri¨® singularmente asesinado en 1981.
Mil kil¨®metros al sur, frente a las costas indias, nos topamos con la isla-Estado de Sri Lanka, la antigua Ceil¨¢n, con 10 veces menos poblaci¨®n que Bangladesh y de religi¨®n mayoritariamente budista.
Aqu¨ª dos mujeres, madre e hija, esta vez ambas en el mismo bando, gobiernan -con aceptaci¨®n sociol¨®gica generalizada- los 66.000 kil¨®metros cuadrados de un insular Estado soberano.
Chandrika Bandaranaike Kumaratunga es la presidenta de la Rep¨²blica y su madre, Sirimavo Bandaranaike, es la primera ministra. Con una nota sobresaliente; ya lo fue en 1960, en que gano las elecciones y se convirti¨® en la primera jefa de Gobierno del mundo, antes de que llegara a serlo en la vieja Europa la noruega Gro Harlem Brundtland.
Indira Ghandi, un s¨ªmbolo
Las Bandaranaike juegan con ventaja. La relativa tradici¨®n liberal de Sri Lanka (que, no obstante, padece el duro separatismo tamil en el norte y en el este de la isla) ha librado a la poblaci¨®n y a la pol¨ªtica de la lamentable tradici¨®n de los dictadores militares, moneda corriente en Bangladesh y Pakist¨¢n. Lo cual no quiere decir que la violencia pol¨ªtica est¨¦ ausente. Baste se?alar que el padre y el marido de la presidenta Kumaratunga fueron v¨ªctimas de asesinatos pol¨ªticos.
S¨ªmbolo para todas es Indira Gandhi, ejemplo notorio del arraigo de la mujer en las dinast¨ªas pol¨ªticas -legendarias- del continente asi¨¢tico. Indira s¨®lo pudo ser apartada de la carrera electoral de la mayor democracia del mundo, la India, mediante el asesinato pol¨ªtico.
En Pakist¨¢n, otra mujer, Benazir Bhutto, acaba de ser derrotada democr¨¢ticamente en las elecciones del 3 de febrero. Sin embargo, Bhutto -de familia apasionadamente pol¨ªtica y primera ministra hasta hace escasos meses- fue destituida por el presidente de la Rep¨²blica en virtud de un abusivo instrumento que permite al jefe del Estado -designado indirectamente- apartar al primer ministro, elegido directamente.
Pero, atenci¨®n al futuro mediato: la pr¨®xima mujer jefa de Gobierno puede ser la birmana Aung San Suu Kyi.
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